Este sábado 22 de julio, una casona ubicada en el número 30 de la calle General Prim, en la colonia Juárez, se volvió un apetitoso búnker de propuestas culinarias emergentes en la CDMX, y no pude decir que no.Llegué a Comilona con el nivel de hambre y sed que ameritaba este evento patrocinado, entre otros, por Ron Zacapa, y me fui directamente al patio central, para elegir mi feliz punto de partida.
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Con una chela oscura en mano, me dejé convencer por el aspecto de la comida exhibida en estantes de distintos precios, estilos y lugares de procedencia; por el número de gente esperando en cada stand; la expresión de felicidad de los comensales al recibir sus respectivas órdenes; y las sugerencias de los mismos expositores.Luego de evaluar dichos aspectos, caí rendida en las redes de estas cinco delicias:Nada más, y nada menos, que 140 gramos de rib eye, con queso gouda, tocino crunch y aguacate, bañados en una salsa de frambuesa y chipotle, entre dos capas de pan con ajonjolí negro tostado.Desde que la vi me encantó. Así que cuando me la dieron junto con una brocheta de papas horneadas, supe de inmediato que la combinación iba a estar interesante.A las pruebas me remito.
Bacon Special Burger, de Hops & Burger
Tlayuda Venado, de Huaje Gourmet
Torta de pibil con mole, de La cochinita de mi jefa
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Helado de durazno en rollos, de Helados Boreal
Al final (¿por qué, no?) le puse un puño de arándanos, cajeta de Celaya y trocitos de nuez. ¡Una delicia!
Cupcake de plátano, de Delicias Cervidae
Podría decir muchas cosas. Entre ellas, que tuve suficiente fuerza de voluntad y respeto por la vida, y que no me los comí. Pero, ¿qué les digo? La neta, no pude resistirme. Soy una buena persona, pero reconozco que espero con ansias la siguiente edición de Comilona.
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