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Comida

Hay una nueva ola de “foodies” más estúpidos que nunca

Si eres lo suficientemente idiota para autodenominarte “foodie”, debes saber que hay una moda que está redefiniendo el concepto. Y es mucho peor.
Photo by Adam Evans

Todos tenemos problemas con el término foodie. En muchas ciudades es difícil dar vuelta a la esquina sin tropezar con una tienda "deli" o sin recibir un sermón sobre cómo cultivar hierbas ancestrales. Sin embargo, la comida sustentable y las intelectuales tendencias de-la-granja-a-tu-mesa no son las únicas nuevas olas del futuro y, como dicen, "cuando sube la marea, todos los idiotas suben". Al lado de las sofisticadas exploraciones culinarias que asociamos con el estereotipo de los foodies, también está una parte más oscura que está ganando adeptos: simplemente la llamaré "comidas escandalosas". Los comensales y restaurantes que siguen esta tendencia están empujando los límites de los escandalosos ingredientes y la forma en que pueden ser combinados, rellenos de tocino y freídos. En el proceso están redefiniendo la imagen del foodie en la cultura popular.

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Tú conoces estas creaciones. Aunque estamos a algunos años del frenesí mediático por los restaurantes de comida rápida que sirven sándwiches de tocino con queso y tiras de pollo frito o hamburguesas metidas entre sándwiches de grilled cheese, estas glotonas mutaciones de la comida permanecieron más allá del shock inicial. Aun cuando nunca hayas considerado tales productos como verdaderas opciones de comida, es claro que toda una nueva ola de comensales y restaurantes están promoviendo estas tendencias como todo menos algo del pasado.

Comer estos alimentos es parecido a un concurso de comida amateur. Puedes vencer a tus amigos comiendo dedos de mozzarella metidos en sándwiches de grilled cheese, rebanadas de pizza delicadamente colocadas encima de tiras de pollo empanizado, o una hamburguesa envuelta en tocino, con topping de tocino, pan de tocino y un side de mayonesa de tocino (sí, a estos lugares les gusta el tocino). No olvides complementar tu comida con una malteada de Butterfinger con vodka y un appetizer de quesadilla de cheeseburger. ¿Lograste no vomitar después de comer todo esto? Bueno, entonces estás cerca de volverte un experto en esta nueva cocina.

Si, por alguna razón, eres lo suficientemente idiota para autodenominarte foodie, estamos seguros de que en este momento estás mofándote del aquel mundo de pesadilla donde el valor del foie gras y las trufas es intercambiado por la demanda de malteadas alcohólicas y hamburguesas fritas sobre donas. Esto es una realidad. Quizá tengas razón. Quizá estas comidas permanecerán por siempre en el dominio de la comida rápida kitsch.

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Todas las fotos son de Adam Evans. Una "malteada alcohólica de pastel de cumpleaños de autor", con todo y velita.

Sin embargo, tales elementos se han esparcido como el ébola por toda una ola de restaurantes lujosos y gastropubs. Éstos están haciendo tan valiente esfuerzo que, por alguna terrible razón, ni siquiera necesitas cruzar la calle para encontrar un sándwich frito de macarrones con queso. Es seguro decir que estos restaurantes, en lugar de funcionar comos bares clandestinos especializados en hongos salvajes y cocteles, están moldeando los gustos de una gran porción de los comensales.

Y si tú, querido foodie, sigues sin convencerte, hace poco los restaurantes especializados en estas escandalosas comidas empezaron campañas de franquicia con la esperanza de llevar su sello único de aventura culinaria al food court de tu plaza más cercana. Estés listo o no para aceptarlo, una hamburguesa gigante metida entre dos tacos está posicionada para convertirse en el sello de innovación culinaria, así como un ícono para una nueva generación de foodies al alza entre los restaurantes de Applebee's. ¡Prepárate para hablar de todas estas tendencias culinarias con tus suegros!

Disgusting-taco

Una hamburguesa no llena a nadie, ¿así que por qué no servirla entre dos tacos?

Para los entusiasmados conversos, tales comidas tratan de diversión y creatividad y dejan de lado la pesada seriedad de las comidas gourmet. ¿Qué necesidad hay de ser serio y reflexivo al zamparte una hamburguesa de chile en nogada o de pan de muerto?

Y aunque muchos periodistas gastronómicos han instado a los consumidores a tomar en serio los riesgos sanitarios asociados a las comidas que en su mayoría consisten en tocino y pollo frito, o sándwiches que contienen nueve tipos de carne, no es claro que alguien esté instándonos a considerar las implicaciones culturales de aceptar el equivalente culinario de una tacleada como una nueva tendencia gastronómica. En lugar de eso, algunas páginas como "This is Why You're Fat" son ahora adoradas por los comensales más aventurados y una rápida búsqueda en internet revela todo un ejército de estos nuevos foodies ondeando sábanas de tocino para envolver cualquier tipo de comida tapa-arterias. Lo escandaloso es la nueva norma.

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Aunque quizá no resulte tan llamativo explorar estos nuevos terrenos, la creciente prevalencia de este tipo de innovaciones culinarias exige tanto el escrutinio por parte de comensales sensatos como el de cualquier otro idiota que promueve quesos artesanales o ingredientes cultivados en casa. Es claro que los autores y chefs que hace 40 años ofrecieron la gelatina de camarones y el ham and bananas Hollandaise tenían buenas intenciones, pero sería un error no reflexionar sobre su entusiasmo inicial, así como también lo sería no reflexionar sobre nuestros propios intereses antes de encontrarnos inmersos en una nueva generación de extrañas mezclas.

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Algo llamado "todo frito cubierto de queso". (El autor de la foto afirma que después de comer esto cagó nueve veces.)

Aunque se trate de chatarra, el auge de estas comidas no debería pasarse por alto. Y, de hecho —aun cuando la práctica de burlarse y satanizar a los foodies es garantía de diversión—, esta cultura ofrece un lente crítico que resulta bastante útil para reflexionar sobre esta cocina. Incluso podemos y deberíamos usar las lecciones de la cultura foodie para indagar un fenómeno como lo es la comida escandalosa, aun cuando no queramos tomarnos demasiado en serio como para terminar cultivando semillas orgánicas en medio de un rancho alimentado por energía solar. Que es algo que no pensamos hacer.

Criticar a los foodies y a la cultura gastronómica esnob no debería confundirse con una ciega adhesión a las tendencias culinarias de la cultura popular. Adoptar dogmáticamente cualquiera de estos lados te hará quedar como idiota. Así como podemos ser escépticos sobre el acercamiento foodie a la comida, deberíamos tener el mismo cuidado con cualquier intento de joder las tradiciones culinarias que tanto amamos. Si el creciente conocimiento del boom foodie y la actual arqueología de las tradiciones culinarias sirven de algo —sin importar si hablamos de la comida de un chef con estrellas Michelin o de la cocina de un restaurante de comida rápida—, debería ser para reconocer cuándo estamos siendo alimentados con pura mierda disfrazada de algo "creativo".

La foto de portada es de JPellgen.