Palabras como "leyenda" e "icónico" se usan muy a la ligera hoy en día. Sin embargo, mi abuela de 97 años, se merece ambos títulos. La historia de Madame Cecilia Chiang, el nombre con el que ha sido conocida durante décadas, ha sido ampliamente discutida. Puedes contemplar tres ejemplos recientes de su influencia aquí, aquí y aquí, además de una mini-serie genial que salió el año pasado.La versión resumida de la vida de mi abuela es que en la década de 1950, migró (involuntariamente) a San Francisco y luego (muy involuntariamente) abrió un restaurante llamado The Mandarin, que se convertiría en un lugar simbólico por introducir la cocina china "auténtica" a Occidente.
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Se ganó su reputación como una mujer audaz mucho tiempo antes. Luego de haber crecido en una familia aristocrática de Beijing, con 12 hermanos y un número equivalente de sirvientes, la infancia idílica de mi abuela terminó de manera abrupta. La ocupación japonesa comenzó cuando ella tenía 20 años, ella y su hermana escaparon a la "China libre" caminando seis meses a través del país. Una década más tarde, después de haberse asentado en Shangai y haber comenzado una familia, se vio obligada a huir de su hogar una vez más, esta vez escapando de Mao y la Revolución Cultural. Mi abuela tuvo que mudarse otra vez con mi abuelo, mi padre y mi tía en Tokio, antes de mudarse ella sola a San Francisco.
Al principio, The Mandarin era un tugurio ("en una zona muy mala", recuerda siempre). Pero gracias a la determinación, suerte y excepcional sentido culinario de mi abuela, se convertiría en un restaurante glamoroso de 300 asientos, donde ha dado de comer a todo tipo de personas, desde Henry Kissinger hasta el Rey de Dinamarca, desde Pavarotti hasta los Beatles. Luego abrió una sucursal de The Madarin en Beverly Hills y mi padre, Philip, terminaría haciéndola suya. Phil fundó P. F. Chang's. Sí, podemos agradecer directamente a mi abuela por esos envueltos en lechuga que tanto amamos y los rollos primavera de plátano tan adictivos.Además de todo esto, como aventura paralela, mi abuela enseñó a Alice Waters, James Beard, Chuck Williams e incluso a la joven Julia Child cómo cocinar sus especialidades. Hoy en día, es mentora de chefs y restauranteros, como Corey Lee, quien fue nominado este año para los premios James Beard en tres categorías, y Belinda Leong, quien está a punto de ganar mejor chef de pastelería por tercer año consecutivo.
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Mi abuela logró todo esto siendo una inmigrante: era una refugiada y apenas podía hablar inglés cuando llegó. No tenía sistema de apoyo; hablaba mandarín, no cantonés que era dialecto más hablado en la diáspora china de inmigrantes de San Francisco en ese entonces. En una industria que sigue siendo principalmente masculina, consiguió el éxito sin experiencia en el negocio —de hecho, sin haber trabajado nunca antes en su vida—. Ni siquiera era chef, literalmente nunca había cocinado hasta que decidió abrir un restaurante por sí sola.Hoy, 25 años después de retirarse, mi abuela sigue siendo ella misma y se divierte como nadie que conozca. A los 97 años, sale a cenar casi cada noche. Seguro fue al restaurante de moda más nuevo en Bay Area tres veces antes de que tú siquiera hayas podido leer las críticas en Yelp. Durante mi visita más reciente, probamos el increíble omakase en Kinjo (el amor de mi abuela por el sushi es un vestigio de sus años en Tokio). ¡La mujer tiene un iPhone y ordena sus propios Uber!Entonces, ¿qué nos enseña casi un siglo de la audacia de mi abuela? No hay camino fácil, pero aquí tienes seis enseñanzas y algunas anécdotas que mi abuela ha compartido conmigo a través de los años que explican exactamente cómo vivir y amar la vida.Una de las frases chinas favoritas de mi abuela significa más o menos: "Si puedes hacer algo, hazlo". Esta forma de ver la vida, como diciendo "¿por qué no?", le permitió lanzar The Madarin. Mientras estaba de visita en casa de su hermana recién enviudada a mediados de la década de 1950, mi abuela encontró a dos amigos compatriotas. Ellos le pidieron ayuda para negociar el alquiler de un restaurante que querían abrir. Ella aceptó a pesar de que su mal inglés era apenas mejor que el de sus amigos. En medio de las negociaciones con el propietario, le pidieron que firmara un cheque por $10,000 dólares como anticipo. Firmó; inmediatamente sus "amigos" desaparecieron. Comprometida con el anticipo, mi abuela recuerda siempre que no había forma de que no aceptara el riesgo de la inversión sin haberlo intentado. Así que se encogió de hombros y decidió que resolvería las cosas. El resto es historia.
Consejo 1: "Si puedes, hazlo".
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Consejo 2: "Solo trata a la gente como personas".
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Consejo 3: "El jefe debe trabajar más duro que todos".
Consejo 4: "Mantente informado".
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