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Comida

La gente quisquillosa para comer suele ser depresiva y ansiosa

Los niños más quisquillosos para comer, tienen el doble de posibilidades de generar problemas a diferencia de los niños que comen de manera normal.
Photo via Flickr user avlxyz

La gente tiende a creer que el ser melindroso es un capricho lindo que los niños van quitándose conforme se dan cuenta de lo mágica que es la comida apestosa como el Brie, las aceitunas kalamata y los espárragos que no necesariamente atraen al paladar infantil. Todos tuvimos un amigo que únicamente comía papas fritas y dedos de pollo, amigo que pegaba el grito en el cielo cuando se hablaba de brócoli o peor aún de un filete de pescado.

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Pero para algunas personas, estos problemas alimenticios continúan hasta la adultez. investigadores están postulando que la gente que fue melindrosa durante su infancia, pueden ser un indicador para futuros problemas de ansiedad y depresión, déficit de atención y otros problemas mentales y emocionales.

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En un nuevo estudio publicado en Pediatrics, investigadores argumentan que incluso el ser moderadamente quisquilloso a la hora de comer en los niños, está ligado a problemas futuros. Los investigadores observaron y entrevistaron a 900 niños de entre dos años y seis para analizar sus preferencias alimenticias, luego observaron la incidencia en la que los niños fueron diagnosticados con problemas de salud y mentales después de dos años.

Los niños más quisquillosos para comer, tienen el doble de posibilidades de generar problemas a diferencia de los niños que comen de manera normal. Pero si de repente estás mirando de reojo a un niño que cree que la col es asquerosa, relájate un poco. Hay una declaración sobre el estudio, liderada por la investigadora y asociada de la Duke University, la profesora y psiquiatra Dr. Nancy Zucker, quien dice que existe un "desagrado natural," los niños que realmente deben preocupar a los padres son los extremadamente quisiquillosos—solo el 3% de niños en total. De todos modos, el 18% de niños caen en la categoría de "quisquilloso moderado", lo que significa que únicamente comen una estrecha gama de alimentos. Estos dos grupos son los que se encuentran con mayores síntomas de ansiedad.

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Para los mocosos que le hacen caras a los pepinillos y se esconden de las cebollas, pero comen la mayoría de lo demás, probablemente lo superen creciendo.

Zucker le dijo al New York Times que los niños afectados no están necesariamente volviéndose locos a propósito o por testarudos; de hecho los melindrosos sirven como un indicador de que estos niños en particular tienen una "experiencia sensorial… más intensa en las zonas del gusto, la textura y lo visual. Y su experiencia interna puede ser más intensa, por eso tienen sentimientos más profundos" "Madres con ansiedad elevada" o "conflictos familiares al rededor de la comida" fueron también tomados en cuenta como factores posibles de la conducta selectiva a la hora de comer. En muchos casos, los niños han tenido una experiencia negativa con algo en particular a la hora de comer y es por eso que se vuelven desconfiados a la hora de probar algo nuevo.

A todos nos duele, cierto.

Y si estás pensando en ir por Zephyr and Alastair para abrir más fácil la boca al trenecito a la hora de comer y sin pelear, piénsalo de nuevo. "Cortar frutas en formas simpáticas no va a funcionar con estos chicos," advirtió.

La depresión y la ansiedad social son problemas que afectan severamente a los quisquillosos, el déficit de atención y los síntomas de ansiedad, fueron observados más en el grupo de "selectivos moderados".

En la infancia se le llama "comedor quisquilloso", en la adultez a las preferencias limitadamente extremas se diagnostican como "desorden restrictivo en la ingesta de comida." Y si, son adultos, incluso pasados de la edad media, quienes viven en dietas de papas fritas y sandwiches de queso asado (Incluido Anderson Cooper).

En algunos casos, ese es el costo de ser un poco más sensible a este mundo—incluso si esto significa una vida sin kimchi.