No tienes que ser canadiense para desayunar este poutine

Rueguen por nosotros, amigos, porque nos hemos atragantado, una vez más, en el altar de cocteles.

Es domingo por la mañana, y la vida es dolor. El cuarto gira. La luz del sol lastima. El tictac del reloj es ensordecedor mientras las horas del día se consumen bajo la autoridad cruel de tu cruda.

No temas. Algo puede ayudar. Hay medicina para esta aflicción, y se compone de huevos, papas, carne y queso. Puedes encontrarte a estos cuatro compañeros en una infinita variedad de combinaciones: burritos de desayun o cárceles en casi cualquier parte del mundo. Pero todos deberíamos seguir el ejemplo de los canadienses y desayunar poutine.

Después de todo, nos dieron a Neil Young, al Caesar y a Degrassi: The Next Generation. Pueden ser de fiar.

Como probablemente ya sepas, el poutine es una invención fantástica comestible compuesta de un montón de papas fritas bañadas en queso y salsa. Si una cruda pudiera hablar, diría: "Por el amor de Cristo, dame poutine y desaparezco".

Esta versión viene de Callie Speer del comedor Swift's Attic en Austin. Comienza con cabra cocida a fuego lento preparada con verduras cocidas –jitomates, aceitunas Castlevetrano, puerros y zanahorias– y luego se rocía con una salsa grasosa de tocino cubierta con queso rallado y un huevo. Si esto no te libra del dolor por tu consumo excesivo de tequila, nada lo hará.

Es un poco elegante, así que tendrás que usar ese ingenio que viene con la miseria física para crear como MacGyver cualquier versión que puedas hacer con los elementos que tengas al alcance.

Aunque, ya sabes, un Caesar también podría ayudar. El remedio para las crudas, como dicen. ¡Oh, Canadá!