Comida para trasnochados: Monumentales tortas para acabar con tu borrachera

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Comida para trasnochados: Monumentales tortas para acabar con tu borrachera

Estas tortas gigantes, quizá las más grandes de la Ciudad de México, es de lo mejor que puedes comer para bajarte la borrachera. No por nada han ganado premios en el Festival Nacional de la Torta.

En Comida para trasnochados exploramos la comida nocturna de México, porque no queremos que comas cualquier cosa cuando quieras bajarte la borrachera.

La primera vez que comí en Las Tortas Gigantes Sur 12 fue después de un Vive Latino, que empecé con chelas por ahí de las dos de la tarde con Control Machete. Para cuando salió al escenario The Mars Volta, ya entrada la noche, yo tenía la vista fija en mis tenis, corroborando que no se cayeran —y yo con ellos—. "El Abuelo", ese sabio amigo que existe en cualquier grupo, tuvo la bondad de llevarme a cenar.

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Me comí una de sus famosas tortas gigantes, la "Rusa", de milanesa, pierna y quesillo, y su talento hizo efecto: después del poderoso festín fui a la casa del "Abuelo" y debatí, con absoluta sobriedad, sobre Lost Acapulco y los Deftones hasta las cinco de la mañana. Desde entonces he vuelto cada vez que voy al oriente de la Ciudad de México.

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Tortas Gigantes Sur 12. Todas las fotos son de Verónica Ramos.

Para los gentrificados adultos del Dé-Éfe, ir a la delegación Iztacalco es poco común. El aeropuerto, el Foro Sol y el Palacio de los Deportes abarcan la mayoría de las excusas para ir esta oriental frontera de la capital. En esos tres predios la comida va de mala a pinchísima, pero afortunadamente hay banda haciendo que Iztacalco sea un bastión de las tortas en la ciudad. El Paisa, El Recreo y ésta tortería —que está en la calle Sur 12, en la colonia Agrícola Oriental— son la digna prueba. Las últimas dos son vitales para los que salimos de cada concierto hambriados y con un número considerable de cervezas encima (hayan sido bebidas o cachadas con la nuca después de que un imbécil se prendió con la última rola y la aventó a la multitud).

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Las Tortas Gigantes de la Sur 12 podría no parecer un buen lugar para comer a media noche: el lugar está demasiado iluminado y no se vende cerveza. Sin embargo, los jugos y las aguas frescas, recién hechas, son una tremenda gloria para el trasnochado alcoholizado. Además, un buen borracho trabaja su cruda desde la ebriedad, así que para ser buen pedo (conmigo y con el mundo) siempre pido la jarra en vez del vaso.

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El nombre del lugar no es ni broma ni acto de pedantería. Las tortas, el sello de la casa, son de verdad gigantes. Su tamaño es lo suficientemente grande como para servirte de arma blanca en caso de que alguien quiera bajarte la cartera a la salida. Yo he comido la "Rusa": una sobredosis de milanesa, pierna de cerdo y quesillo Oaxaca entre dos panes aderezados con aguacate y mantequilla. A la corpulenta micha que se sostiene a dos manos hay que clavarle el diente por las orillas, porque si se le entra de frente, uno corre el riesgo de dislocarse la mandíbula.

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"La Especial", la más grande de las tortas gigantes.

En la carta también hay tacos, alambres y hasta parrilladas, pero no son importantes, no compiten con una torta gigante que le quita el hambre, le baja la peda y le espanta el sueño a quien sea.

En noches de concierto o festival, como ésta —mi más reciente visita—, el lugar está lleno de melómanos despeinados intenseando como Gimme Shelter en los Stones; pero por lo general la mayoría de los comensales son familias, vecinos locales echándose una torta por piocha. Frente a mí están sentados cinco corpulentos carnales en hoodies Hollister pirata. No hablan. Se pasan entre sí la tinaja de las rajas en vinagre mientras devoran sus tortas. En el centro hay un alambre que comparten, lo pidieron para picar mientras decidían el sabor de sus bebidas.

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Mejía, el bondadoso mesero que me atiende esta noche me explica que, a pesar de que sucede muy pocas veces, no hay premio para quien se chingue la "Especial Sur 12": su torta más grande, la reina de las gigantes, la que les ha valido el reconocimiento de la CANIRAC por ganar varios premios en el Festival Nacional de la Torta. Se trata de todos los ingredientes del menú (pierna, milanesa, huevo, quesillo, salchicha, jamón, queso amarillo, queso blanco, queso de puerco y chorizo), contenidos entre dos rebanadas de pan. Éste, igual que las piñas en almíbar, los chiles en vinagre y la pierna, es hecho en casa.

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Mientras avanzas, mordida a mordida, se recuperan poco a poco los sentidos entumidos por la borrachera y regresa lentamente la cordura. El sonido ambiental se compone de licuadoras funcionando, cuchillazos, loza, cuchicheo. Cada tanto, dos jóvenes se ponen de pie y hacen breves números musicales. Uno hace como que toca una guitarra imaginaria y el otro, bigotón, finge ser mujer y entona los agudos de El ladrón, de Alicia Villarreal.

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Línea de producción de tortas gigantes.

Cuando doy mi suspiro final ya no hay comida en la mesa. Los derrotados piden para llevar, los conquistadores nos limpiamos el sudorcito de la frente, orgullosos.

A la salida uno puede apreciar el magnánimo trompo al pastor que dispensa láminas para las tortas que faltan por devorarse hoy, un hoy eterno porque el lugar no cierre un solo instante durante todo el año—. Así que no importa si te perdiste entrando a la ciudad desde Puebla, si vas saliendo de ver al TRI en el Foro Sol o si te acaban de sacar a empujones del León Dorado —digna cantina iztacalquense—, "las gigantes de la 12" siempre están al tiro para recibirte y (sobre)alimentarte; aunque espero que este texto te convenza de hacer el viaje. Y si no, ve a tortasgigantessur12.com y conoce sus sucursales mientras te entretienes con una rola y la hermosa torta feliz del logo.


Este artículo fue originalmente publicado en MUNCHIES en mayo de 2016.