Cuando creías haberlo visto todo, llegó la Expo Michelada
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Cuando creías haberlo visto todo, llegó la Expo Michelada

La michelada llegó para quedarse y seguramente no se limitará a 50 variedades, porque estando en México, el cielo no es el límite cuando se trata de la comida y la bebida (o la combinación de ambas).

Algunos describen la michelada como el "Bloody Mary" mexicano o la coctelería fina de las cervezas pero: ¿Qué podría haber de fino en meter un chingo gomitas, papitas, salsas picantes, chamoy, dulces, e incluso cueritos encima de una bebida contenida en vasos de plástico o unicel?

Si te consideras cervecero de barriga y de corazón, conocedor del auténtico sabor de la cebada, ten por seguro que éste se perderás entre tantas salsas y limón, y posiblemente lo único sobrante en el vaso será una mezcla sabor a gastritis.

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Foto de Carlos Castillo.

No estamos juzgando este invento mexicano, al contrario, queremos explorarlo para conocer el misterio de sus "nuevos" encantos, por eso nos dimos una vuelta a la recién celebrada Expo Michelada, que originalmente se presentarían en el primer piso de Pasaje América, pero debido a las expectativas de éxito cambiaron su locación al Centro de Convenciones de Tlatelolco.

Y vaya que fue un éxito, tanto el primer día como el segundo, la fila para entrar al evento era larguísima, pero el público sediento y acalorado no desistió; la espera vale la pena cuando se trata de rendirle culto a la michelada, a celebrar su existencia y embriagarse al ritmo de remixes de bachata.

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Vasos escarchados con chamoy, chile en polvo y una brocheta de gomitas.

Desde las 12 horas del día una máquina de humo está activada para darle algo de emoción a la entrada del evento, la iluminación tipo disco promete recibir a lo grande a cualquiera que se anime, así como los colores de tantos dulces, frutas, colorantes artificiales y perlas negras que adornan el lugar.

El stand más grande da la bienvenida y tiene las micheladas más grandes, algunas servidas en vasos que simulan ser latas gigantes de Jack Daniel's y cerveza Duff (para que te las lleves a tu casa como recuerdo). Otras están servidas en vasos de unicel escarchadas con chile en polvo y una porción de frituras o gomitas para tener alimento a la mano después de cada sorbo de cerveza.

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Parece que hay muchas personas con paladar más salado, los puestos con micheladas coronadas con camarones y cueritos están atiborrados, pareciera que la cerveza en vez de ser algo bebible es comestible, y otra vez están presentes las cantidades generosas de chamoy y de salsa picante.

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Foto de Carlos Castillo.

Michelada con camarones. Michelada artesanal-prehispánica: chapulines, cilantro, perejil y algo de chicharrón.

En general, el tipo de michelada siempre es el mismo con algunas modificaciones: recetas con chamoy, variedades de tamaños y sabores de gomitas, y hay otras que proponen temáticas como las hechas con cerveza artesanal. Lo interesante de esta "artesanal-prehispánica" son los elementos que la acompañan: chapulines, cilantro, perejil y algo de chicharrón para hacer crujiente cada trago de cerveza.

Después de la primera o segunda bebida, el estómago necesita un colchón donde amortiguar el alcohol. Para continuar sobrio viene bien algo de botana y antojitos, ya seguiremos con las degustaciones.

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La botana: churritos, pepino, jícama y cueritos con limón y sal.

Por una razón –la cual no entendemos muy bien– los organizadores consideraron buena idea, alimentos con el mismo grado de picante y acidez. Por ejemplo: pepinos rellenos de cacahuates, con salsa y chile en polvo (o el famoso dulce llamado Miguelito) o venta de churritos, pepino, jícama y cueritos con limón y sal.

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Pepinos rellenos de cacahuates, con salsa y chile en polvo –o el famoso dulce llamado miguelito–.

Ya un poco borrachos, es momento de hidratarse con algo más fuerte. Hay opciones de mezcales y –más arriesgadas– Perlas Negras (Jägermeister con bebidas energéticas), pero como es Expo Michelada, se mantiene fuerte la línea cervecera. Una opción son los bombazos del puesto "El Don", este trago consiste en un litro de cerveza con Caribe Cooler, whisky de lata, limón y una banderilla de gomitas, todo servido en un vaso escurriendo chamoy. El alcohol no se percibe en lo absoluto, es un sabor dulce y efervescente con reminiscencias a la adolescencia de secundaria.

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Desde una michelada clásica –clamato, limón y salsa–, hasta una con pedazos de carne seca, esta bebida es orgullo mexicano y un curacrudas incuestionable. Habrá personas que las consideren de mal gusto o el hijo bastardo de la cerveza, pero la gran mayoría siempre aprecia una refrescante michelada antes de medio día.

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Quizás sea la cantidad de chile, que inevitablemente nos hace salivar, o nuestro amor por la cerveza, el cual nos permite beberla en cualquier presentación posible. Lo único seguro es que este coctel con cerveza llegó para quedarse y seguramente no se limitará a 50 variedades, porque estando en México, el cielo no es el límite cuando se trata de la comida y la bebida (o la combinación de ambas).

No por nada, en la alacena de cualquier mexicano siempre hay algún remedio para combatir las agruras.