La guía VICE de regalos baratos para ahorrar esta Navidad

Navidad y estas otras fechas señaladas en las que repartimos obsequios nos pillan a todos un poco desprevenidos, un poco sin un duro vaya. Es esa época en la que se supone que tenemos que regalar objetos —objetos que en el fondo se supone que comunican emociones hacia los receptores de dichos regalos; emociones como “amor”, “amistad” y “felicidad”, pero objetos físicos con un P.V.P., al fin y al cabo, que eso es lo que te jode— a un buen puñado de individuos, de gustos e intereses muy distintos.

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Todo ese dinero que tenías guardado para libros de Anagrama y cubatas va a tener que ser reinvertido en una suerte de orgía de productos dispares que NUNCA, en otras circunstancias, se te habría ocurrido comprar y acumular. Cosas como relojes, toallas, pisapapeles, perfumes o tazas con mensajes “divertidos” como “No echéis veneno en mi taza, ya lo he hecho yo antes” y mierdas así.

Pero no te preocupes, el mundo está repleto de fabricantes que pagan muy poco a sus trabajadores y que pueden permitirse ofrecer sus productos a un precio muy asequible, irrisorio, insultantemente barato. Cualquier cosa que exista —incluso el amor— tiene su equivalente de saldo y esto es lo que nos interesa comprar estas navidades para no quedarnos más pobres de lo habitual.

Cuesta exactamente 2.5 €.

Los perfumes son el mítico regalo del que no sabe qué regalar pero quiere “quedar bien”, como que “se lo ha currado” y que se note que es una persona elegante y poseedora de cierto nivel intelectual, que aprecia el uso del sentido más denostado de los seres humanos (el olfato).

En fin, cuando regalas un perfume importa una mierda la persona a quien se lo regalas, lo importante es que al regalar semejante producto te estás ataviando tu mismo con un buen puñado de adjetivos maravillosos. Una jugada perfecta, vamos.

En cuanto a fragancias, la mejor opción es decantarte por el producto que ofrece esta empresa de charcutería llamada bonÀrea —estos tipos venden embutidos, carne fresca, platos preparados, comida congelada, frutos secos, lácteos…— que opera en Catalunya. La cadena es muy conocida por todo el territorio catalán y nunca dejará de sorprenderme que en medio de toda esta amalgama de carnes crudas se hayan colado unos perfumes para hombre, mujer e incluso para niños.

Esa persona querida a la que le has regalado un perfume del bonÀrea no olvidará ese impagable momento en el que le pregunten “oye, este perfume huele bien, ¿qué es?” y por fin pueda espetar eso que lleva tantos años esperando: “Es el perfume de una charcutería catalana”. E-L-E-G-A-N-C-I-A.

Esto no te va a costar más de 5 €.

Cuando te vas convirtiendo en un ser adulto responsable que ya puede pagarse un pequeño cuarto compartido con una familia de Badalona, tienes que empezar a regalar cosas más serias. Uno de los trucos para demostrar esta adultez consiste en regalar un buen whiskey por Navidad.

Te sacas de la mochila ese paquete con una evidente forma de botella, se la das a tu tío y, mientras le guiñas el ojo, le dices “tiene pinta de ser una caña de pescar, ¿no?” o algo similar.

Luego le cuentas que en 2016 este whisky se posicionó como uno de los mejores whiskies del mundo. Le cuentas todas sus bondades, que “posee mucha vainilla y crema en la nariz, con algo de canela al fondo y que en boca es suave y se puede encontrar miel y algo de jengibre, que es una copa muy agradable“ (todo esto es lo que pone en la web del link anterior, datos que has memorizado MUY FUERTEMENTE, como los poemas de Navidad que recitabas antaño, antes de convertirte en un borracho que regala botellas de whisky barato a sus familiares mientras estos se echan miradas de extrañeza como queriendo decir “este chiquito está perdido del todo”) pero prescindes de informar que adquiriste la botella en un Lidl por solo 5 €.

Te gastarás unos 10 €, más o menos.

Este complemento de color de ébano ha traspasado las fronteras establecidas entre los seres humanos y ha sido capaz de irrumpir en todas las clases sociales existentes, posándose tanto en las muñecas de los yonquis que se atrincheran debajo de los puentes del extrarradio como en las de los más adinerados publicistas.

Un reloj es un buen regalo: pese a que su existencia choca de frente con las nuevas tendencias tecnológicas, haciéndolo un objeto completamente prescindible en el siglo XXI, las personas que se calcen uno de estos artefactos denotarán cierto criterio que va más allá de la simple practicidad. Se trata de personas que se fijan en otros detalles como la elegancia, la tradición y el respeto al concepto del tiempo. Regalar un reloj Casio de 10 euros es regalar carácter.

Sobre los 2.50 €.

Esto tiene dos puntos de vista interesantes.

1) Es un recuerdo del momento presente (las noticias de la jornada actual) y a la vez de las costumbres que se alejan de un siglo que se acerca poco a poco hacia la singularidad y a un nuevo ser humano digital. La gente ya no lee cosas en papel y siempre viene bien tener un recuerdo del pasado, es como un pato disecado en la pared: algo que antaño fue.

2) El regalo irónico. La broma de regalar algo muy común y nada especial. Regalas esta mierda porque eres el individuo divertido de la familia, el que lleva jerseys con la palabra “JERSEY”, el que tiene el “Cara al Sol” como melodía del teléfono —por la broma— y el que sigue diciendo eso de “that’s what she said” pese a que nadie a su alrededor entienda una palabra de inglés.

Tú crees que toda la familia está pendiente de tus regalos excéntricos de Navidad pero la verdad es que todos están en un grupo de WhatsApp —en el que un día te meterán— en el que exclusivamente te insultan *en* *negrita*. Feliz Navidad, capullo.

Gratis, más o menos.

Recuerda, siempre que vayas a un hotel, cógete un par de toallas, la de la ducha y la más corta, la de las manos, nunca se sabe el momento en el que necesitarás regalarle a algún amigo o familiar que no conozcas demasiado un regalo completamente vacuo y despersonalizado. Acuérdate de pillar el pack mínimo (ducha y manos) pero arrambla con lo que puedas.

Aquí la idea es fijarse en pillar toallas de hoteles con logos que molen, incluso logos que parezcan, en sí mismo, marcas de ropa. “Hotel Playamar, Tarragona” no nos interesa pero, por lo contrario, “Grand Palais”, a secas, suena maravilloso.

Tómate este regalo como una especie de venganza hacia toda esa gente que te ha regalado pijamas, toallas y cojines (¿de qué sirven exactamente los cojines?) y con ello te ha demostrado que no te conoce una mierda.

Sí, hay gente que no te conoce ni que quiere dignarse a hacerlo, así que regalar una toalla robada es tú manera de decirle al mundo que a ti tampoco te interesa una mierda la gente.

Cada copia te costará unos 5 €.

No sé por qué pero a la gente le gusta regalar memorias USB, es como “moderno” y muy de millennials e internet, o al menos esto deben pensar las personas que morirán dentro de 30 años. La gente los utiliza —supongo— para llevarse a casa las pelis que se baja en el curro; en el fondo es por razones de seguridad —es mejor joder con un virus el ordenador de una gran empresa, con valiosa información, que el aparato personal de un chaval de Madrid en el que solo se pueden encontrar fotos de viajes y discos de OT.

El tema es que para hacer este regalo un poco menos insulso puedes ir un paso más allá regalándole a tu hermana Tamara un USB en el que haya impresa la palabra “Tamara”. Un USB de estos te costará unos 5 € aunque el pedido mínimo debe ser de 50 unidades (250 € en total), por lo que ya tendrás regalos para Tamara para los próximos 49 años. Al principio puede parecer una inversión excesiva pero te ahorrarás muchos dolores de cabeza.