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Comida

La dieta paleolítica original estaba llena de carbohidratos

Todos los que le quitan el pan a su hamburguesa, sepan esto: la evolución del cerebro humano podría haber dependido de los temidos carbohidratos.

Ya sabes de qué se trata: la dieta paleolítica se basa en la premisa de que solo debemos comer todo a lo que nuestros antepasados cavernícolas tenían acceso inmediato, como carne, pescado, frutas, verduras y frutos secos. Los almidones y productos lácteos, excepto en ciertas formas, están más o menos excluidos del menú, incluso para los menos estrictos apegados a la dieta paleolítica.

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Y si bien el descubrimiento del turd humano más antiguo ha revelado que nuestros antepasados en realidad se basaban menos en la proteína animal de lo que generalmente habíamos pensado y que los humanos premodernos seguramente procesaron y consumieroncebada y trigo durante el período paleolítico superior, eso no ha impedido que esas personas entre nosotros, que están a la moda en alimentos, se coman solo la carne de la hamburguesa sin el pan.

Pero para aquellas personas, sepan esto: la evolución del cerebro humano podría haber dependido de los temidos carbohidratos.

Ésa es la hipótesis de un estudio publicado este mes en la Quarterly Review of Biology, en el que la doctora Karen Hardy y su equipo de investigación sostienen que el crecimiento del cerebro humano en los últimos 2 millones años no se debió solo a la obtención del fuego y a la cocción de la carne, como se pensaba anteriormente. También necesitábamos nuestros almidones.

Hardy et al. revisaron los datos arqueológicos, genéticos y fisiológicos y concluyeron que "los carbohidratos vegetales y la carne eran ambos componentes dietéticos necesarios y complementarios en la evolución de los homínidos".

Los seres humanos del Paleolítico ciertamente no comían barras de pan blanco, pero sí conseguían esos carbohidratos en forma de raíces de almidón y tubérculos, así como de semillas y cortezas. De hecho, los investigadores sostienen que la caza podría estar más sustentada en una cuestión de estatus que en una de necesidad, y que "[aunque] la carne puede haber sido un alimento preferido, el gasto de energía necesario para obtenerlo puede haber sido mucho mayor que el utilizado para la recolecta de los tubérculos de una fuente confiable".

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Comida de dieta paleolítica,

Más tarde, con la llegada del fuego controlado para cocinar, los primeros seres humanos fueron capaces de digerir mejor los almidones, que crudos se descomponían mal dentro de sus sistemas digestivos. No solo eso, nuestros cuerpos evolucionaron hace aproximadamente un millón de años para comenzar a producir la enzima amilasa, que le permite a nuestras bocas digerir almidones cuando estamos masticando —y ayuda a hacerlos más apetecibles—.

Según Hardy, estos dos acontecimientos dieron lugar a un aumento de la glucosa en nuestra dieta, la que no solo ayudó a obtener fetos más fuertes sino también les amplió el cerebro, y le otorgó las calorías necesarias a las madres lactantes. "Sin cocer, el consumo de alimentos ricos en almidón vegetal no habría cumplido las altas exigencias de glucosa previamente formada observada en los humanos modernos", señala el estudio.

OK, OK, estás pensando: Me vale madres ampliar mi cerebro, cumplo con la dieta paleolítica para tener los mejores clean-and-jerks en mi estudio de Crossfit.

En ese caso, ¡todavía necesitas energía! Piensa en tus fetos futuros, querido lector, y cómete una papa de vez en cuando.