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Comida

El azúcar tiene el mismo efecto en los cerebros de los niños que el abuso y el trauma

Los investigadores estudiaron cómo una gran ingesta de bebidas azucaradas impacta el cerebro e interactúa con o exacerba los efectos del estrés en la vida temprana.
Hilary Pollack
Los Angeles, US
Photo via Flickr user Matthew Kenwrick

Todos estamos muy conscientes en este momento que atascarte de dulces todo el santo día no es muy bueno para ti. El azúcar está desprovisto de cualquier nutrición verdadera, arruina tu metabolismo y te pudre los dientes. Pero cuando estás agarrando tu tercer chocolate relleno de mantequilla de cacahuate probablemente piensas: ¿Qué tan mala podría ser?

Recuerda tu infancia comiendo desde una calabaza plástica lo que probablemente ascendía a millones de calorías en dulces de Halloween, o comiendo sin pensar una caja entera de donas glaseadas de Dunkin Donouts. ¡Y quedaste bien! ¿Verdad? ¿Un poco?

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Bueno …

Una cosa es que el azúcar sea la muerte de la brecha de nuestros muslos o que pague las vacaciones de nuestro dentista a las Islas Caimán. Otra cosa muy distinta es que se meta con nuestro cerebro. Después de todo, cuando algo va mal con él, es mucho más difícil de corregir que una caries.

Como es fácil adivinar, hay un nuevo estudio con malas noticias. Éste fue publicado en la revista Frontiers in Molecular Neuroscience, a la que seguramente ya estás suscrito. Pero en caso de que tu vecino se haya robado tu copia más reciente de tu buzón, aquí está la esencia. Los investigadores de la University of New South Wales Australia y el Indian Council of Medical Research encontraron que consumir una tonelada de azúcar cuando eres un niño pequeño puede tener un efecto en el cerebro similar al de sufrir un trauma grave.

Cuando los niños (o cualquier persona, en realidad) experimenta una gran cantidad de estrés, como por ejemplo que resulten heridos o sean abusados, sus cuerpos producen niveles elevados de una hormona llamada cortisol. Esto también es verdad en nuestros roedores portadores de pizza favoritos: las ratas.

Los investigadores estudiaron cómo una gran ingesta de bebidas azucaradas impacta el cerebro e interactúa con o exacerba los efectos del estrés en la vida temprana. El estudio se limitó a ratas hembras, ya que, según los investigadores, "las mujeres son más propensas a experimentar eventos adversos en la vida". Lúgubre, pero cierto. El US Department of Veterans Affair informa que las mujeres también tienen más probabilidades de ser descuidadas o abusadas en la infancia o de ser víctimas de violencia doméstica, o que se les muera un ser querido repentinamente, y que las mujeres tienen más del doble de probabilidades de desarrollar trastorno de estrés postraumático que los hombres.

Los investigadores simularon un trauma o abuso temprano en la mitad de las ratitas recién nacidas, negándoles el material de nidificación durante una semana poco después de su nacimiento, al parecer una cosa muy desagradable para las bebés rata. Las ratas fueron devueltas a las camas normales hasta que fueron destetadas.

Después, a la mitad de las ratas se les dio agua ilimitada y croquetas de rata, mientras que la otra mitad recibió croquetas, agua y una bebida azucarada que podían consumir a voluntad.

Después de 15 semanas, se examinaron los cerebros de las ratas. Las ratas que se atascaron de azúcar, pero que no se sometieron a traumatismo los primeros años de vida, mostraron cambios similares en sus cerebros a las ratas que fueron traumatizadas, pero que no se les ofreció azúcar. Las ratas a las que se les ofreció la bebida azucarada también consumieron más calorías durante el transcurso del experimento.

Básicamente, tomar agua azucarada tuvo el mismo efecto en el cerebro que las ratas que sufren estrés severo en las primeras etapas de su vida. También inhibió el receptor neuronal que une al cortisol y ayuda en la recuperación del estrés. Los resultados del estudio fueron bastante preocupantes teniendo en cuenta que el estadounidense promedio consume 45 galones de bebidas endulzadas con azúcar cada año, con un consumo especialmente elevado entre los niños. Claro, son solo ratas. Pero hace que uno se pregunte si darle a tu bebé una Camelbak llena de cola podría ser equiparable, en términos de daño cerebral, con una proyección de Saw IV.