Los inmigrantes latinos hacen grande al vino americano
Photographer: Krisztian Bocsi/Bloomberg via Getty Images.

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Los inmigrantes latinos hacen grande al vino americano

A partir de la reciente oleada de operativos contra la inmigración, muchas personas dentro de la industria vitivinícola han comenzado a temer por la seguridad de sus trabajadores y la escasez de la mano de obra.

¿Te gusta el vino? ¿Qué hay del vino estadounidense? Si disfrutas bebiendo un cabernet de Napa Valley con buen cuerpo, o un pinot de Oregón, te informamos que la mano de obra inmigrante tiene un papel fundamental en la producción de estos vinos. Comenzando en los mismos viñedos, donde trabajadores latinos —principalmente mexicanos— están encargados de la poda y mantenimiento del cultivo, así como de cosechar las uvas a mano.

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Luego de un reciente operativo en comunidades inmigrantes de Oregón, la industria vitivinícola se pregunta si contará con suficientes hombres para la vendimia de la próxima temporada. A principios de febrero, la organización Causa, defensora de los inmigrantes en Oregón, notó un incremento en las actividades del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE), según la directora ejecutiva Andrea Williams. El trabajador de una planta sin historial criminal, quien además está casado y tiene cinco hijos nacidos en EEUU, "fue detenido por una orden de deportación especial, orden típica para una persona indocumentada y misma que se considera como ofensa civil". Después, el 24 de febrero, una camioneta llena de trabajadores fue detenida por el ICE a las 6 AM mientras se dirigían a recoger flores decorativas. "Decían que solo buscaban a dos individuos, pero llevaron a todos detenidos ante el ICE", recuerda Williams. Ya que el grupo fue detenido "indiscriminadamente", dice, Causa lo considera una redada. (Varios de los detenidos fueron puestos en libertad, pero cuatro individuos ahora tienen casos judiciales pendientes).

El gran golpe en Oregón ocurrió entre el 26 y el 28 de marzo, cuando el ICE lanzó una "operación" oficial que arrojó como resultado 84 arrestos en todo el noroeste del Pacífico (Alaska, Washington y Oregón), incluyendo 23 de la zona de Portland. "Nuestros teléfonos no paraban de sonar", dice Williams, mientras la gente pedía consejo para ayudar a sus familiares detenidos. Dos de estas personas detenidas en Oregón (y una en Washington) eran "dreamers", o sea que eran beneficiarios del programa DACA de Obama, lanzado en 2012 para proteger a los inmigrantes que llegaron a Estados Unidos siendo niños. Los detenidos, Francisco y Emmanuel llegaron a Estados Unidos a la edad de seis años, tienen poco más de veinte y están en la universidad.

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"Tenemos un 'plan de preparación de seguridad' en caso de ser deportados a México: gente que puede cuidar nuestro hogar mientras estamos lejos", dice una mujer cuyo esposo es un inmigrante indocumentado.

Los dreamers o soñadores son "examinados por el gobierno de Estados Unidos y se les ofrece protección contra la deportación durante un tiempo", explica William; pagan $495 dólares cada dos años por este privilegio. La operación del ICE ha provocado que la gente se sienta vulnerable y traicionada, opina Williams, ya que ellos "habían pagado su sanción y confiado en el gobierno de Estados Unidos para que éste mantuviera su información segura. Pero el ICE llama a su puerta, saben dónde viven y todos sus datos, porque ellos dieron su información al gobierno".

Dejando de lado las cuestiones morales en contra de estas redadas rompehogares por un momento, una pregunta logística permanece: ¿Podrá sobrevivir la industria vitivinícola de EEUU —industria con valor aproximado de $38 mil millones de dólares— sin la mano de obra inmigrante? Eric, el hijo de Donald Trump, parece que no lo ve así, por lo que su compañía en Virginia, Trump Winery, ha solicitado traer docenas de trabajadores inmigrantes. A lo largo del país, hay una escasez de fuerza laboral agrícola, derivada de las políticas que tensaron las relaciones entre México y Estados Unidos bajo la administración de Obama. El problema, por supuesto, es que la mayoría de los estadounidenses no quieren aceptar estos trabajos relativamente mal pagados ($10.72 dólares por hora en Virginia) y físicamente demandantes.

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La mano de obra humana es vital para producir vino de calidad; en parte, la cosecha de uvas a mano, y no por medio de máquinas, es lo que distingue un buen vino de los vinos producidos en masa.

"Hay un cierto nivel de industrialización aquí, pero en general el pinot noir que beben los consumidores en todo el país está cultivado a mano, durante todo el año", explica el director general de un viñedo en Oregón, quien accedió a hablar con nosotros con la condición de preservar el anonimato por miedo a las represalias. "Muchas personas se mudan a lo largo de la costa para hacer este tipo de trabajo", dice. "Cualquier cambio en la fuerza de trabajo puede afectar la disponibilidad [del vino], lo cual impactaría de inmediato en los precios; habría un aumento de los costos en la mano de obra". Y esta bodega no ha encontrado una forma de asegurar el bienestar de sus empleados. "Si defendemos a nuestros empleados, podemos convertirnos en un objetivo; se convertiría en un ambiente inseguro para el resto de trabajadores".

Un sentimiento perpetuo de incertidumbre caracteriza la vida diaria en las comunidades inmigrantes de estas regiones vinícolas tan prestigiadas. Si bien la persecución de inmigrantes ilegales comenzó durante la administración previa, el ICE se ha visto alentado por la retórica y políticas antiinmigrantes de Trump. No solo han generado deportaciones, sino también una cultura del miedo extendido entre los inmigrantes, incluso si cuentan con papeles. La realidad es que, dentro de una familia de inmigrantes, algunos pueden contar con el estado legal, pero no todos; y aún quien cuenta con papeles siempre puede encontrarse en alguna zona legal gris.

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"Tenemos un 'plan de preparación de seguridad' en caso de ser deportados a México: gente que puede cuidar nuestro hogar mientras estamos lejos", dice una mujer cuyo esposo es un inmigrante indocumentado de México. Ella ha vivido en Estados Unidos durante 15 años y trabaja para una compañía que hace trabajos de pintura de lujo en las mejores bodegas de Napa Valley como Harlan Estate y Charles Krug. La pareja ha colocado una "tarjeta roja" en la puerta de su hogar acompañada por los derechos de la Quinta Enmienda, "en caso de que alguien venga a la casa, nos pongamos nerviosos y necesitemos un recordatorio", dice.

La industria vitivinícola de Napa Valley se detendría por completo si los trabajadores indocumentados de la zona fueran deportados.

En el condado de Napa, la ciudad principal de Napa Valley, cerca de un tercio de la población está conformada por inmigrantes latinoamericanos, en su mayoría mexicanos (provenientes de Michoacán y Jalisco). Cerca de la mitad podrían ser indocumentados, el mismo cálculo se estima para trabajadores agrícolas en todo el país, según las encuestas de Pew Research. Poco después de las elecciones de Trump durante el verano pasado, Puertas Abiertas, una organización sin fines de lucro de Napa Valley enfocada en apoyar a las poblaciones inmigrantes, llevó a cabo una reunión con sus miembros. Las personas se expresaron como "temerosas respecto al futuro" y pidieron información para agilizar la ciudadanía, recuerda Melissa Patrino, directora ejecutiva de la organización. Desde entonces, ha habido un flujo constante de personas solicitando "documentos notariados para ofrecer a sus amigos o familiares en caso de ser deportados, para que puedan cuidar a sus hijos".

Patrino recuerda que en marzo, se enteró del caso de un hombre que había dejado a su hija en la secundaria cuando oficiales del ICE se acercaron a él y lo metieron al auto. Llamaron a su esposa y le dijeron dónde estaba su camioneta, pero no dijeron que se habían llevado a su esposo. Ella vino a Puertas Abiertas, desesperada en busca de ayuda, y pudieron encontrar a su esposo en un centro de detenciones del ICE ubicado en San Francisco, a punto de ser enviado a San Bernardino, para ser deportado a México probablemente.

La industria vitivinícola de Napa Valley "se detendría por completo" si los trabajadores indocumentados de la zona fueran deportados, dice Patrino. No son "solo recolectores de uvas; estamos hablando de restaurantes, hoteles, la industria entera".

Si bien la retórica del presidente 45to. de Estados Unidos sugiere que no es su intención separar familias y su abstemia indica que tiene poco interés en la producción del vino, destruir la industria nacional no parece la manera más efectiva de hacer " Make America Great Again", ¿no?