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Comida

Tenemos que hablar de la salud mental en la cocina

Un chef francés Bernard Loiseau se suicidó después de que los periódicos locales informaran que el restaurante estaba por perder su codiciado estatus de tres estrellas.
Photo via Flickr user Trinity Lancaster

El primero de febrero debió haber sido un día de celebración para Benoit Violier. La presentación de la guía Michelin 2016 en París era para consolidar el estado de su restaurante como uno de los mejores, si no el mejor, en el mundo. Los medios de comunicación ya lo habían aclamado como "el mejor chef del mundo" después de que su restaurante encabezó una lista en diciembre de restaurantes en todo el mundo compilada por el gobierno francés.

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Sin embargo Violier nunca llegó a la ceremonia de Michelin, ya que fue encontrado sin vida en su casa familiar la noche anterior. En Crissier, Suiza, la policía informó la causa de la muerte como una bala autoinfligida.

Para las personas que trabajan en el mundo restaurantero, esta historia es una con un toque familiar. En 2003, el chef francés Bernard Loiseau se suicidó después de que los periódicos locales informaran que el restaurante estaba por perder su codiciado estatus de tres estrellas. (El restaurante en última instancia conservó sus tres estrellas, al igual que el de Violier 13 años más tarde).

Si bien no se han confirmado los detalles que rodean la muerte de Violier, el caso trae una vez más a la luz un tema oscuro dentro de la comunidad de los alimentos. Las largas horas y fuertes presiones de funcionamiento de una cocina a menudo son perjudiciales para la salud mental.

La realidad aislada de ser un chef puede conducir a la depresión. Mientras que el resto del país está de fiesta o de vacaciones, los chefs están trabajando con todas sus fuerzas, separados de la sociedad. Las relaciones se vuelven tensas conforme pasan los días de trabajo sin ver seres queridos y los preciosos días libres se pasan recuperándose en la cama.

Muchos chefs recurren al alcohol y a las drogas para recrear artificialmente la adrenalina experimentada durante el servicio. Otros usan drogas para escapar de la intimidación física y verbal que invade su lugar de trabajo.

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El chef francés con sede en Londres, Bruno Loubet, conoce bien las tensiones de la vida en la cocina. Después de completar su servicio nacional como chef en la marina francesa, Loubet se abrió camino a través de algunas de las mejores cocinas en Francia y Londres. A los 23 años, la Good Food Guide del Reino Unido lo nombró "Chef Joven del Año" y desde entonces ha establecido su reputación como una de las principales importaciones francesas de Londres.

"La presión en una cocina profesional es una carga diaria, que algunos días se siente más difícil de llevar que otros", dice Loubet. "Los buenos chefs son personas apasionadas. Creo que el mayor reto para un chef es no dejar que la pasión tome el control; la vida es mucho más que eso".

Esa pasión abrumadora, sin embargo, es un lugar común para los chefs. Los bullies de los famosos como Gordon Ramsay no hacen nada por reprimir la cultura machista que existe en las cocinas. La idea de que un joven cocinero de línea sea capaz de acercarse a su chef ejecutivo con preocupación por su salud mental a muchos les sonará absurdo. El desafortunado estigma todavía unido a los problemas de salud mental sugiere la necesidad de mirar más allá de la cocina en busca de apoyo.

Un poco de ayuda llegó en diciembre de 2015, cuando Kat Kinsman (la ex editora en jefe y actual editora general en Tasting Table) lanzó Chefs with Issues. Después de años de escribir sobre la industria alimentaria, comenzó el sitio web para "llamar la atención sobre la muy grave crisis de salud mental que está sucediendo dentro de la industria", una crisis que cree que "está arruinando y tomando vidas".

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El sitio web toma prestado su nombre de una serie de artículos que supervisó mientras trabajaba como jefa de redacción en CNN Eatocracy. Chefs with Issues es un centro de actividad para artículos que examinan la salud mental dentro de la industria de restaurantes y contiene una lista de recursos para aquellos que luchan con problemas de salud mental y adicciones.

El sitio también incluye una encuesta de salud mental para los lectores. El nivel inicial de participación asombró a Kinsman. "Creo que el hecho de que recibiera más de 600 respuestas dentro de diez días muestra que las personas están implorando por esto", dice. "La gente tiene que hablar de esto".

Kinsman cree que los chefs no se atreven a hablar de salud mental por miedo a perder sus empleos. "La gente desea hablar de esto, siempre y cuando pueda proteger su identidad. Nadie quiere poner su trabajo en peligro", dice. Para combatir esto, planea crear una especie de tablero de mensajes de "Chefs Anónimos" donde los chefs puedan compartir experiencias.

Después de vivir con ansiedad toda su vida, Kinsman entiende la importancia de ser capaz de decir "no estoy bien" y de tener una plataforma en la que pueda hacerlo. Solo entonces muchos se darán cuenta, como ella, que no son los únicos.

Es una dura crítica de la industria alimentaria que fuera una escritora de alimentos y no un chef la que abrió este diálogo, pero Kinsman cree que los chefs famosos ahora tienen que liderar el camino.

"Alguien tiene que aparecer por encima de la superficie, y creo que eso va a ocurrir este año", dice. "No nos podemos permitir más muertes, y no nos podemos permitir más suicidios lentos a través de la adicción o la depresión o la ansiedad".