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Estos niños hacen vino para reforzar su identidad en Argentina

Tal es el arraigo del vino a la cultura de Argentina que en una escuela de Buenos Aires, niños de cuatro y cinco años hacen su propio vino.

Decir que Argentina es un referente en el mercado mundial del vino de la mano de su uva estrella, el Malbec, es una obviedad que ya cumple más de una década. Tal es el arraigo del vino a la cultura local que en una escuela de Buenos Aires, niños de cuatro y cinco años hacen su propio vino, el cual le regalan a sus papás cada día del padre.

En este sentido, soy un suertudo: mis niños van a ese "cole". El proyecto del "vino patero" —práctica oriunda del Noroeste Argentino, que implica el pisado de las uvas con los pies descalzos— es una de las experiencias más fuertes que me tocó vivir en este tiempo de padre joven. Saborear el punto de ese vino joven pero con personalidad es un disparador de cientos de metáforas mentales que directamente atacan al corazón, al sentimiento. No por nada uno de los brebajes más tradicionales de la historia del hombre está profundamente ligado a las culturas. El vino transmite. Y si te lo hace tu niño, directamente actúa como un elemento conmovedor, física y espiritualmente.

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Los métodos de enseñanza del jardín ("Cada chico tiene sus tiempos", "Aprender desde el juego","En mi cuerpo mando yo") tienen como objetivo que los niños vayan creciendo como sujetos del querer, del hacer y del poder hacer. Que encuentren a través de la acción, del juego, de la creación, un espacio para poder transformarse y generar vínculos y así sentirse seguros y reconocidos", define Erika Chokler, directora del Instituto Platerillo e hija de Alicia Esparza, eminencia educativa argentina y fundadora del mismo hace 46 años.

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Fotos cortesía del Instituto Platerillo.

MUNCHIES: Gracias por hablar conmigo, Erika. ¿Cómo llega la idea del proyecto y qué significa para el jardín? Erika Chokler: Esta propuesta surge por un contacto de Maco, el otrora transportista del jardín (nota: hoy es una suerte de abuelo encantador para todos los chicos, que pasa todas sus mañanas en el instituto) hace 33 años. Carlos Sfiligoy era un papá del jardín que elaboraba vino en su casa, Maco se mostró interesado por ese proyecto y lo trajo. Con los años fue perfeccionando el producto y a día de hoy está saliendo exquisito.

Carlos Sfiligoy fue un papá muy importante para el jardín ya que fue el padre adoptivo de las primeras nietas restituidas por las Abuelas de Plaza de Mayo. Las niñas eran alumnas del jardín y Alicia Esparza en su fuerte compromiso político y social en la época de la Dictadura Cívico-Militar, se comprometió con la historia de esta familia que con temor y entusiasmo al mismo tiempo, se abrió a la recuperación de la identidad de sus hijas adoptivas. Alicia fue un puente muy importante en aquel proceso, por lo tanto para todo Platerillo, la "receta" del vino patero tiene esta impronta; la historia no viene de cualquier lado, viene de una familia que optó por dar identidad a sus hijas adoptivas.

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El jardín se siente atravesado por esta historia y en estos 33 años, cada vez que los chicos pisan las uvas, y se entregan al proceso de elaboración, nosotros encontramos la manera de levantar esa bandera por la memoria, la identidad y la justicia.

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¿Cuáles son los aprendizajes más destacables que los chicos obtienen de este proceso? Acá están implicados diferentes aprendizajes importantes que los chicos pueden vivir. Nos proponemos que puedan trabajar en diferentes áreas del conocimiento: indagación del ambiente natural y social, trabajar diversos lenguajes expresivos. También la matemática está directamente implicada. En lo social, el momento de ir a comprar la uva en marzo es clave porque no siempre la uva está disponible, por situaciones que nos exceden. Cuando fue el último terremoto en Chile, hubo dificultades para conseguir cierto tipo de uva; otro año, en 2001, la profunda crisis de nuestro país generó cortes de rutas y tomas de ferrocarriles, y eso también complicó que la uva llegase desde la provincia de Mendoza.

A partir de estas circunstancias es cuando los chicos comienzan a entender que hay cosas que pasan y que no siempre todo se da como uno quiere. Que hay que ser flexibles. Los chicos aprenden que no es todo "ya mismo". En ese proyecto se propone justamente una duración de unos tres meses, entre marzo cuando llega la uva, y junio que es cuando los chicos entregan las botellas —decoradas por ellos mismos, con su etiqueta— que es un junio, para el Día Del Padre. Luego el proyecto sigue en la primaria con los chicos de quinto grado (10 años) que aprenden las características de la zona de dónde viene la uva.

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Imagino que no será fácil lograr la participación de todos los chicos, sobre todo porque la idea pisar uvas y estrujarlas puede resultar desagradable para algunos. ¿Hay quien se niega a participar de la parte "pringosa" del proceso? Sí, sobre todo en los más pequeños. Al poner las plantas de los pies sobre las uvas se experimentan sensaciones que algunos quieren sentir y otros no. Algunos se entregan con total compromiso y otros no: les da asco, les molesta el olor, las abejas. Son la minoría, pero siempre hay algo que puedan hacer en el proceso.

En épocas de tabletas y smartphones ¿Cómo reciben los chicos la información sobre el Dios griego del vino? A pesar de que en el jardín no renegamos de los medios modernos para informarnos, también trabajamos con otros soportes. La información sobre quiénes fueron Baco o Dionisi, llegó mediante unos papás que era investigadores del CONICET (principal organismo que promueve la ciencia y la tecnología en Argentina) que estaban inmersos en un estudio que relacionaba ciencia y mitología. A los chicos les interesaron los personajes, tal es así que en el combo del regalo se llevan una foto de ellos caracterizados como esas figuras de la mitología grecorromana. No nos proponemos que los chicos a estas edades conozcan este tipo de textos, pero si que mediante narraciones y otros trabajos de los docentes, sí que los vamos aproximando.

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Chicos regalando alcohol a sus padres ¿nunca nadie cuestionó esta idea? No, nunca. Siempre todas las familias entendieron que no dejamos que los chicos prueben el vino. Sólo en el embotellado están en breve contacto con él, pero bajo la supervisión de los docentes. Los padres saben que están recibiendo el producto de un proyecto donde sus chicos estuvieron sumamente implicados, donde todo el aspecto social, vincular y sicomotor estuvo presente tanto como las matemáticas y el lenguaje.

Los papás reciben el producto de un proyecto que nos atraviesa como institución. En estos 33 años siempre vivimos el Día del Padre con mucha emoción. Y a vos que van conociendo esta historia, se les presenta la posibilidad de pensar por qué este jardín dice que hacer vino patero es mucho más que hacer vino.

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¿Qué reacciones obtienen de los padres beneficiarios del regalo? Es vinculante desde el momento de comprar las uvas, desde ahí los chicos están pensando en sus papás. Es una idea que tiene a los chicos como protagonistas desde el primer momento. Ellos lo encaran sabiendo a dónde se llegará, saben por qué lo hacen, para qué y cómo lo hacen. Ser protagonistas tiene que ver con eso.