Este bar es un oasis de los 60 en la frontera México-EEUU
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Este bar es un oasis de los 60 en la frontera México-EEUU

Dentro de Polite Provisions, el bar chicano que pretende hacer una rebelión productiva.
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traducido por Elvira Rosales

Erick Castro comenzó a servir mesas en La Fogata, el restaurante mexicano de su familia en Hemet, California. El establecimiento estaba ubicado en la zona desértica, justo entre LA y Palm Springs. Desde siempre, "me fascinó la idea de que la gente se rebele contra el sistema. Personas rebeldes pero de manera productiva".

Es un mexicano-estadounidense cuyos padres llegaron a Estados Unidos en el Programa Bracero, el cual ayudó a trabajadores inmigrantes a obtener las tarjetas de residencia. Un programa que suena como un cuento de hadas viejo tomando en cuenta el clima político actual. Castro creció en una casa llena de aromas a tortillas de maíz frescas y música tradicional mexicana en la radio. Entonces, ¿qué piensa él de dicho clima político?

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No quiere hablar de eso. Ni una palabra.

No puedo entender si Castro me está mostrando o no la cara que todos los bartenders tienen: esa sonrisa que les permite servirte incluso cuando estás borracho o eres grosero. Sin embargo, él no sólo es un bartender profesional. Es dueño de dos bares, Polite Provisions en San Diego y Boilermaker en Nueva York. Y ha pasado el último año filmando "Bartender at Large", el documental que rodó junto con su esposa Amelia; tiene un podcast del mismo nombre; está grabando otro documental; y solía ser un representante distribuidor de alcohol.

Una bartender en Polite Provisions.

Ese último es el factor decisivo; el requisito previo para lograr un evento con patrocinio de alcohol es la cara que das. Básicamente Castro tiene una maestría en ser muy amigable. Puede sonreírme como bartender toda la noche. Y parece que es todo lo que hace. Está hablando sobre Polite Provisions y la diversidad de su clientela; llegan personas mayores del asilo que está cerca, niños de su alma mater la Universidad Estatal de Dakota del Sur, "gente que está saliendo del trabajo, gente que va camino al trabajo. Es lo mejor de San Diego, por eso amo tanto a esta ciudad".

Suena un poco repetitivo, pero entonces me dijo algo que me dio una pista acerca del tipo de hombre con el que estoy tratando.

"Ahora mismo, la economía en el sector de servicios con restaurantes no va muy bien. Queremos crear un ambiente en el que cuidemos a nuestra gente, por eso brindamos seguro médico. Cubrimos el 75 por ciento del costo".

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En la escena salvaje de los bares, donde los empleados pueden irse a casa con cientos de dólares en efectivo al final de un turno, un sitio donde las reglas estrictas del lugar de trabajo que rigen el mundo de los trabajadores diurnos podrían no aplicar, él les ofrece seguro médico.

Le pregunto si es normal, ofrecer seguro médico, en la industria estadounidense de bares (soy canadiense. Esto no es un problema para nosotros). "No, en absoluto, pero tenemos buenas personas y queremos mantenerlas. Empleo a muchos jóvenes y recuerdo que cuando yo tenía 20 años creía que era invencible ", dice sonriendo. "Para ellos, no creo que sea un gran problema, pero me gusta saber que lo tenemos. Si algo sucede, tengo la tranquilidad de que serán atendidos".

Le importa la política, sólo que es tranquilo al respecto.

Tacos el Gordo.

Luego me lleva a Tacos el Gordo. Hay una fila extendiéndose más allá de la puerta: muchos tipos con uniforme militar, ancianos y niños.

Nos sentamos atrás de la estación al pastor; hay una mesa con miembros de la Guardia Costera detrás de nosotros. Castro me cuenta del Día de Acción de Gracias en su casa, cuando era pequeño.

"Teníamos pastel de calabaza, pavo relleno y todo eso, pero aún así había tortillas y tamales. Al día siguiente, mi madre hacía tacos con puré de papas y pavo, son geniales".

Castro agita su brazo para señalar el restaurante y sus alrededores, "Esto solía ser México. Hay muchas familias mexicanas que viven aquí, han estado aquí por generaciones y nunca decidieron ser estadounidenses. Hace 150 años solo vivían aquí y Estados Unidos dijo 'aquí está la frontera'. Y ellos respondieron: 'Supongo que ahora somos estadounidenses'. Nunca fue una decisión consciente. No cruzamos la frontera, la frontera nos cruzó a nosotros. Mi bar está a 15 minutos de la frontera. Es bastante común que la gente viva en ambos lados. Es por eso que me molesta cuando la gente habla despectivamente sobre los inmigrantes en este país. Siento que contribuimos tanto a la economía que es una tontería decir que no pertenecemos aquí".

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Tacos en Tacos el Gordo.

Explica que California fue parte de España y México más tiempo de lo que ha sido parte de Estados Unidos y por eso la influencia mexicana es tan profunda. "Fueron familias que se quedaron sin un país y se convirtieron en ciudadanos de un lugar al que nunca se mudaron".

Castro dice todo esto con calma. Sin embargo, su comportamiento no oculta el fuego en sus ojos. Pero tal vez sea sólo la maldita salsa picante.

Santa Madre de Dios. Ahogo una pregunta sobre por qué nombró a su bar Polite Provisions [Provisiones Amables]. Es sólo algo para desviar su atención mientras trato de secar mis lágrimas, pero su respuesta en realidad abre una ventana al yo de este hombre: "Si hicieras un viaje por carretera en la década de los 60, mientras viajas de estado en estado, descubrirías refrescos diferentes, dulces diferentes, snacks diferentes… Queríamos resucitar ese momento y esas tradiciones, traerlas de vuelta al bar".

Un Sulfato de Frambuesas en Polite Provisions.

De manera que su bar tiene una fuente de sodas inspirada en los Estados Unidos de la década de los 60 y un seguro médico para el personal. Castro es tan estadounidense como el pay de manzana o los tacos de papa con pavo. Él lidera una rebelión tranquila.

Me sonríe con su sonrisa de bartender mientras me ofrece más salsa picante.