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Comida

Un estudio dice que deberíamos sobornar a los niños para que se coman los vegetales

Los premios pueden ser usados para alentar a los niños a probar repetidamente frutas y vegetales. Además hay una evidencia que sugiere que probar repetidamente alimentos novedosos aumenta su aceptación.
Phoebe Hurst
London, GB

Atenas y Esparta no eran los mejores amigos, Batman y el Guasón tenían sus desacuerdos, y los hermanos Gallagher tienen algunos problemas entre ellos, pero ninguno ni se acerca a la batalla campal que se disputan los niños con los vegetales. Para la desazón de esos responsables de asegurarse de que los pequeños humanos no se vuelvan raquíticos o trasladen su miedo por los "asquerosos chícharos" a su vida adulta, hay algo con las cosas verdes que los niños no pueden tolerar.

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Mientras que los blogs de mamis están repletos de métodos de espionajes propios de la Guerra Fría acerca de esconder las zanahorias dentro de los almuerzos escolares, sobornar a los niños para que coman alimentos saludables se percibe como algo que solo los malos padres harían.

"Puedo recordar claramente cuando mis padres me dejaban varado en la mesa solo con la advertencia de que no me podía levantar y jugar hasta que no terminara mi espinaca. ¿Era pegajosa y desagradable? Absolutamente. Pero eventualmente la comía y crecí para ser un humano normal que puede comer una ensalada sin que nadie me de un billete de $20 dólares", escribe un contribuyente para nada presumido en el sitio para padres Scary Mommy.

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Pero ese humano normal puede que necesite pensar nuevamente en su actitud acerca de pasarle unos billetes a los niños, ya que un nuevo estudio encontró que un buen soborno puede en realidad ser la forma más efectiva de hacer que los niños se coman los vegetales.

Publicado en el Periódico de la Academia de Nutrición y Dietas, el estudio vio que los investigadores de la Universidad Estatal de Utah monitorear el consumo de frutas y vegetales de los niños en seis escuelas primarias.

Los estudiantes fueron separados en tres grupos, y a 882 niños se les ofreció premios por comer frutas y vegetales, 640 fueron premiados con elogios por parte de sus maestros, y unos desafortunados 770 no recibieron ningún reconocimiento en sus elecciones alimentarias.

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A lo largo del estudio, los investigadores fotografiaron las charolas de los estudiantes antes y después de las comidas para evaluar qué frutas y vegetales se les habían servidos y cuánto habían comido. A cada niño se le proveyó con los mismos productos, por los que los niños en los grupos premiados tenían sellos en las manos por aceptar y comer frutas y vegetales. Luego del almuerzo, lo niños en los grupos premiados que habían obtenidos cuatro sellos en sus manos recibieron premios en dinero, mientras los miembros del grupo de 770 no obtuvieron nada.

Los investigadores descubrieron que comparado con los estudiantes que no obtuvieron ningún incentivo, los niños que recibieron dinero a cambio de terminar sus brócoli aumentaron sus consumo de frutas y verduras en 0.32% y esos que recibieron los elogios de sus maestros aumentaron su consumo en 0.21% a lo largo del experimento.

El profesor de psicología y coautor del estudio Greg Madden explicó: "Los premios pueden ser usados para alentar a los niños a probar repetidamente frutas y vegetales. Además hay una evidencia que sugiere que probar repetidamente alimentos novedosos aumenta su aceptación".

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El sistema de premios se continuó por tres meses, con los maestros siguiendo el progreso de los estudiantes en un tabla en la pared y premiando a 882 niños en el grupo seleccionado. Seis meses más tarde, los investigadores volvieron a revisar para ver qué estaban comiendo los niños y encontraron que esos en los grupos premiados estaban aún comiendo cantidades mayores de frutas y verduras.

Sin embargo los autores notaron que el espacio entre el consumo de frutas y verduras y la entrega de premios puede haber disminuido la efectividad de los incentivos y algunos estudiantes pudieron incluso inventar cuántos vegetales estaban comiendo.

Premiar a los niños por completar tareas a las que inevitablemente deberán someterse en la vida adulta continuará dividiendo a los padres y a los maestros, y algunos nutriólogos han expresado sus preocupaciones de que el experimento de la UEU no se extendió a las comidas que consumen fuera de la escuela.

Pero con un gran sector de la población sufriendo de obesidad infantil, los tiempos de desesperación pueden llevar a medidas desesperadas –o basadas en premios-.