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Estar borracho y enamorado es casi lo mismo

Los científicos han descubierto el vínculo químico que existe entre la sensación de mirar a tu churri a los ojos y la lánguida satisfacción que te embarga después de la quinta cerveza.
Hilary Pollack
Los Angeles, US
borrachos besándose

El comienzo perfecto para este artículo sería soltar alguna gracia con Drunk in Love, pero nos abstendremos, más que nada porque ya lo hemos hecho. Existe un vínculo antiguo y poético entre estos dos sentimientos: mirar los ojos de tu amor y la lánguida satisfacción que te embarga con la quinta birra. Llamémoslo "mariposas en el estómago” o sensación embriagadora, pero no hay duda de que existen ciertos puntos comunes entre el enamoramiento y la sensación de ebriedad: el lenguaje corporal relajado, la confianza en uno mismo y la disposición a ir a por todas.

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Investigadores de la Universidad de Brighton confirmaron que el alcohol comparte con el amor la oxitocina, una hormona que produce en las mujeres esa obsesión por sus hijos y en ambos sexos la necesidad de hacer la cucharita después del coito.

En un nuevo estudio publicado por Neuroscience and Behavioral Reviews, un equipo de la Universidad de Birmingham detalla las características de estas dos sustancias químicas y señala que la reputación de "hormona del amor" de la oxitocina esconde un lado oscuro.

Aunque se conocen los beneficios de la oxitocina —reduce el estrés, propicia la conducta empática y generosa y es un elemento esencial en el parto, la maternidad y las relaciones sociales— , el equipo de la Universidad de Birmingham argumenta que también genera agresión, envidia, competitividad y arrogancia. Eso explica lo del clásico colega incapaz de controlarse cuando bebe, ¿no?

El alcohol y la oxitocina también reducen el miedo y la ansiedad, lo cual nos hará sentir mejor, pero también menos responsables sobre las decisiones que tomemos bajo su influencia. Entonces, ¿por qué liarte con alguien tiene el mismo efecto en nuestra psique que un par de horas en un bar?

El doctor Ian Mitchell, de la Facultad de Psicología de la Universidad de Birmingham, dice que estas sustancias químicas causan reacciones similares en nuestros neurotransmisores GABA (ácido gamma-aminobutírico), los circuitos de nuestra corteza prefrontal que controlan nuestros niveles de estrés, miedo y coraje.

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Si alguna vez has confiado demasiado en alguien porque ibas con un pedal o te estabas enrollando con esa persona, seguramente te sonará familiar esta sensación… Estabas bajo la influencia del whisky o la flecha de cupido.

Aunque ahora se puede comprar oxitocina sintética —aunque de origen muy cuestionable— el equipo advierte que el lado oscuro de esta substancia es preocupante, así como su automedicación para obtener un subidón intranasal de confianza, ya que puede provocar un aumento de los comportamientos temerarios. Aunque los investigadores reconocen que la hormona es prometedora en términos de tratamiento de enfermedades psiquiátricas —incluido, irónicamente, el alcoholismo—, todavía se deben realizar más estudios para poder comprender plenamente sus posibles aplicaciones.

Curiosamente, un estudio australiano con ratas reveló que los individuos que habían consumido oxitocina presentan mayor dificultad para embriagarse con alcohol, ya que la hormona bloquea y sobrecarga los receptores GABA, que evitan que el alcohol se absorba de manera completa.

El lado positivo de esto: si tienes pareja podrás emborracharte cuando quieras y sin resaca.