Siendo una mujer chino americana que ha construido su carrera escribiendo sobre comida china, la frustración que Cheun expresa en su publicación me es demasiado familiar.La comida china nunca fue fascinante para mí, solo es parte de mi ser. Mi familia hacía largos viajes anuales por Asia y durante mi infancia, las calles resplandecientes de Tainan al sur de Taiwán, enriquecidas con algunos de los platillos más deliciosos del mundo, fueron un elemento esencial en mi vida tanto como el pavimento abrasador de Los Ángeles rodeado de hamburgueserías. Al salir de la escuela, mi madre me llevaba a McDonald's por una cajita feliz; para cenar, nos preparaba pollo de tres tazas (piernas de pollo braseadas con una taza de vino de arroz, otra salsa de soya y una más de aceite de sésamo), un pescado al vapor completo, una gran variedad de vegetales fritos y acompañaba todo con un caldero de arroz blanco caliente.Cuando miro la cantidad de trabajo que han construido chefs y restauranteros blancos alrededor de la cocina étnica, de alguna manera se siente deshumanizante. La gente blanca es capaz de construir carreras exitosas por ser autoridades expertas en una materia que las personas discriminadas hacen todos los días simplemente por existir. Pero claro, la gente de color rara vez, si acaso, serán llamados expertos por solo ser ellos mismos. Es como si las personas de color y sus estilos de vida fuesen objetos —material de estudio— en vez de países, culturas y vidas individuales complejas en sí mismas".
Mantengo estándares altos cuando escribo sobre comida china, pero aún así vivo en un mundo que puede ser insensible cuando se acercan a la cocina.Por ejemplo, muchos escritores (especialmente en la Costa Este) sigue usando la escritura Wades-Giles de los sitios chinos, un sistema fonético que fue inventado por los diplomáticos británicos Herbert Giles y Thomas Wade. Es un diccionario obsoleto y nada preciso en su representación de la fonética china. En el sistema Wade-Giles, Sichuan se romaniza Szechuan. Nanjing es Nanking. Beijing es Peking. Estos escritores son los mismos que aún se refieren a la provincia Guangdong como Cantón.Solo ciertos platillos como los noodles, los dumplings, los kebabs y el arroz han sido normalizados. La mayoría siguen siendo estigmatizados, francamente porque la gente blanca no ha decidido que le gusta.
"La verdad es que los editores se sienten más atraídos por temas escritos por creadores de recetas y escritores que se parecen a ellos".
La gente también tiende a encasillar la cocina china en una sola categoría, sin tomar en cuenta las diferencias regionales tan vastas."Propuse escribir una historia sobre comida estilo Shangai para una revista", dice la periodista freelance Tienlon Ho. "Y dijeron: 'Bueno, ya publicamos una historia sobre Sichuan, así que China ya está cubierta por el resto del año'. Me sorprendió mucho, porque era una revista que respetaba y tenían publicaciones enteramente dedicadas a Italia y Francia". Para que quede claro, la cocina de Shanghai y Sichuan son polos opuestos. Shanghai tiene comida fundamentalmente dulce. No lleva muchas especias; los conservadores apenas se usan; y si bien la salsa de soya es ingrediente común, los platillos usan un sabor ligero. La cocina en Sichuan es mucho más picante. Es famosa por el uso indiscriminado de chiles, ajo y pimienta Sichuan, una especia que literalmente adormece la lengua.Por favor, piensa a quién le cedes la palabra.
"Un buen investigador y escritor sería capaz de encontrar el trasfondo de las historias, pero sería una tercera persona y no un escritor que ha vivido la cultura y que puede escribir desde un punto de vista más personal y profundo", dice la periodista freelance Grace Hwang Lynch, cuyo trabajo se enfoca en la cocina casera china."No creo que solo los chinos puedan escribir sobre comida china, ya que existen muchos periodistas gastronómicos asiáticos excelentes que pueden cubrir la repostería francesa. Pero los escritores chinoamericanos que pueden cubrir la comida china deberían proponer su propia perspectiva y abordar los temas con el factor humano que pueden incluir en sus narrativas".No expreso estas injusticias para intentar ganar reconocimiento porque soy una mujer china que escribe sobre comida china. Escribo todo esto, porque la historia nos ha arrebatado el protagonismo en nuestra propia comida.En California, cuando los agricultores chinos llegaron a las costas pantanosas de Sacramento en la década de 1850, supuestamente miraron la tierra y lloraron. Eventualmente, con la ayuda de los japoneses, pudieron convertir la zona en un trozo de tierra productivo.Las parcelas se cuadruplicaron. Los valores de propiedad aumentaron y pronto los banqueros y las compañías de bienes raíces quisieron tomar partido. El arroz se convirtió en una de las industrias agrícolas más rentables del estado, el nuevo oro.Pero la reacción de los estadounidenses más estables comenzaron a difamar a los pobladores asiáticos que habían creado la industria y, en su opinión, podían robar empleos que por derecho eran suyos. Para 1913, esta discriminación provocó que la Ley de Propiedades Ajenas de California fuese aprobada, evitando que inmigrantes asiáticos comenzaran sus propios campos y prohibiendo que los extranjeros tuvieran propiedades. Los terratenientes chinos, japoneses, coreanos e indios se vieron obligados a rentar parcelas de hombres blancos y aún así producían la mayor cantidad de arroz en la época.Hoy en día, la industria de arroz en California es un negocio de $5 mil millones de dólares y los chinos han sido eliminados de esta historia, nada sorprendente.De manera que sí. La comida es un tema político para nosotros; siempre lo ha sido. Es momento de reconocer a los chinos como se merecen.Comencemos por dejar que contemos nuestras propias historias.La historia nos ha arrebatado el protagonismo en nuestra propia comida.