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No somos 'chefs mujeres', somos chefs

"Frecuentemente me preguntan: '¿Qué se siente ser una mujer chef?'. No sé qué contestar. A un hombre nunca le preguntan: '¿Qué se siente ser un hombre chef?', ¿o sí?"

Muchas veces ha aparecido al controversia cuando se le pregunta a un hombre sobre las mujeres chefs. Algunos, como Tom Kerridge nos han sorprendido sobremanera al decir: "me gusta que hayan mujeres en la cocina, pero siento que les falta fuerza, ese fuego estomacal necesario para ser chef, quizás por eso no hay muchas mujeres chefs". También sigue causando ruido —entre indignación y confusión— que las listas de los mejores chefs sigan distinguiendo a "las chefs mujeres" —siempre presentadas por marcas "femeninas" como Veuve Clicquot— de "los chefs hombres", que no compiten entre sí. Le pedimos a una chef mundialmente reconocida que nos compartiera su opinión al respecto.

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Frecuentemente me preguntan: "¿Qué se siente ser una mujer chef?"

Me han preguntado lo mismo durante años y aún me sorprende cada vez que me lo mencionan. Soy mujer, siempre lo he sido, y por lo tanto me identifican como chef de distinta manera en comparación a un chef hombre. Y, como soy chef de profesión, la gente cree que ésa es mi identidad 24 horas al día. No mujer, no chef, sino "chef mujer".

Cada vez que me enfrento a esta pregunta busco a tientas en mis pensamientos la respuesta. Me siento presionada a decir algo inteligente, algo que eduque a los sexistas, que anime a otras chefs y que me consiga 'puntos extra' con feministas, procurando no ofender a mis colegas varones (a quienes admiro profundamente y de quienes aprecio mucho su compañerismo). He pasado mi carrera viendo desde atrás cómo le preguntan a mis colegas: '¿Qué se siente ser un chef?' —no hombre chef— y no soy capaz de responder de la misma forma que ellos lo hacen.

Todos somos chefs, pero se supone que yo debo ser algo más. De mí se espera que sea una campeona de género además de ser chef. No me malentiendan, quiero ayudar a allanar el camino para hacer las cosas mejores para las chefs en nuestra industria —y para todos los chefs en general— pero me preocupa que siempre me vean como una chef mujer antes de verme solo como una chef. Es la esquina en la que estoy por siempre acorralada.

Espero por el día en el que pueda ser lo suficientemente inteligente para decir algo valioso al respecto y abrir esa esquina para aquellas talentosas y prometedoras chefs que vienen detrás de mí. O, mejor aún, un día en el que las mujeres seamos vistas solo como chefs y no como mujeres chefs.

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Por supuesto, la absurda afirmación hecha por el chef Tom Kerridge es un ejemplo perfecto sobre el tema que debo abordar, el mismo tema que mis colegas hombres quizás ignoran. Y lo peor es que Tom Kerridge no es el único, por desgracia me encuentro con comentarios parecidos casi todos los días, incluso en mi propia cocina. Sí, he tenido cocineros que cuestionan mi autoridad en mi propio restaurante solo porque creen que una mujer no debería dirigir un negocio, ni darle órdenes a un hombre.

Aquí me encuentro de nuevo, cuestionada por la misma sombra, la mentalidad misógina que le produce escalofríos en la espalda a la mayoría de las mujeres. Y sin embargo, mucha gente se pregunta por qué algunos todavía hablan de nosotras como ciudadanas de segunda clase que se pasean con vergüenza en los espacios dominados por los hombres y se sientan allí, a cometer los mismos errores, esperando a que los hombres nos digan cómo hacer nuestro trabajo.

En octubre de 2014, un chef decidió usar su privilegio masculino para emitir un juicio sobre el 51 por ciento de la población del mundo (las mujeres). Hizo lo que ninguna chef haría. ¿Puedes imaginarte a una chef diciendo sobre los hombres lo mismo que él dijo sobre las mujeres? No, no puedes. No nos comportamos así.

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Entonces, ¿cuál es mi respuesta?

En el pasado probablemente me hubiera reído. Pero hoy solo tengo una sencilla petición para todos los hombres que se indignen o sorprendan al ver a una mujer dirigir una, dos, cien cocinas: Colegas, ¿podrían por favor hacer una pausa para considerar cómo sus pensamientos sexistas nos afectan a todos, a las mujeres que quieren entrar a nuestra preciosa industria, a las mujeres en general y los hombres que quieren lavarse el estigma del machismo? ¿Podrían voltear a ver a las mujeres de su vida y pedirles una honesta retroalimentación sobre el cómo estos pensamientos retrógradas las han lastimado?

Las mujeres no estamos en la industria restaurantera para robarle protagonismo a nuestros colegas hombres. No queremos que se nos reconozca nada, ni que nos feliciten porque somos mujeres en la cocina. Queremos estar en el mismo nivel que los hombres, competir equitativamente.