Una charla casual alrededor de una botella de whisky escocés

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Una charla casual alrededor de una botella de whisky escocés

Probamos Johnnie Walker Red Rye Finish junto con cuatro invitados muy especiales en una de las cantinas más famosas de la Ciudad de México y aprendimos mucho sobre el whisky.

Presentado por Johnnie Walker Blenders' Batch Red Rye Finish.


Dicen que el whisky es de esos tragos que se deben tomar a besos: despacito, buscando los sabores que ha adquirido gracias a los años envejecido en la barrica. Sin embargo, muchos de los que empiezan con este destilado prefieren agregarle un poco de agua mineral para suavizar el sabor, lo que a criterio de algunos puristas en este elixir es la forma en que mejor se aprecian sus matices. Por supuesto, otros prefiere disfrazar el sabor intenso con refresco o jugo, o probarlo en algún coctel.

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Para abarcar todas las posibilidades que ofrece el whisky reunimos en el Covadonga, una popular cantina de la colonia Roma en la Ciudad de México, a cuatro personas, cada uno con un acercamiento diferente a esta bebida: Alejandro Rosenthal, argentino que asegura ya no ejercer como tal, experto en comunicación, sistemas de interactividad y conocedor de whisky; Ollin Velasco, periodista gastronómica de MUNCHIES; María Mercurio, bartender; Angélica Ballesteros, diseñadora de modas y fotógrafa; y Adrián Borgaro, mixólogo y experto en el destilado.

El experimento era simple: degustar una botella de Johnnie Walker Red Rye Finish, edición limitada, una receta experimental que en su proceso final es añejado en barricas de whisky de centeno (también llamado bourbon americano), que la mayoría de nuestros invitados no había probado, y tratar de diseccionar, capa por capa, qué es lo que envuelve el sabor de este brebaje.

Sin pensarlo dos veces, y siguiendo la cosquilla de todo aquel que ha estado detrás de la barra de un bar, Adrián tomo la botella de Red Rye y mientras servía los primeros tragos con hielo lanzó una pregunta "¿Qué han oído del whisky?". De alguna forma todos tantearon el terreno. "A mí me gusta el bourbon", comentó Alejandro. "Yo prefiero los bourbon, son más dulces y como son más azucarados me caen mejor, porque los otros me duermen mucho", agregó María. "Yo conozco Johnnie Walker" dijo Ollin y Angélica se sinceró: "Sé que hay varios, pero no los conozco".

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Luego del primer sorbo llegó la confianza y una segunda pregunta de Adrián: "¿El whisky es generacional, es de edad?". Lo que vino después mostró lo que el whisky provoca en una tertulia y desmitificar muchas cosas.

María: Yo diría que más bien es un trago de género. Es mucho más inclinado hacia una papila gustativa masculina que hacia una femenina. Los hombres y las mujeres genéticamente, físicamente, fisiológicamente hablando contamos con un montón de diferencias y creo que el whisky tiende a ser un trago que guste más a los hombres. O igual y por mera educación, por los sabores que te van inculcando desde niño. De las personas que conozco que toman whisky, el 80 por ciento son hombre y el 20 mujeres.

Alejandro: ¿Te cuento un dato? En México más mujeres toman whisky que hombres. En Monterrey no hay un lugar donde los hombre pidan botella y la acompañen con refresco de cola. Pero las mujeres lo toman derecho.

Ollin: A mi generalmente no me gusta mezclar. Yo soy muy de mezcal, muy de cerveza. Cuando he platicado con amigos extranjeros dicen que, "los mexicanos tienden muchísimo a mezclar, a ponerle refresco, a tomarlo como una cuba". ¿Si es tan malo tomar whisky con refresco, como dicen todos?

Ollin Velasco prefirió mezclar Johnnie Walker Red Rye con Ginger Ale.

María: A mí me gusta platicar con la gente e intentar hacerles ver que se lo pueden tomar de una manera diferente, que no sea solamente con refresco. Pero si a ti te gusta tu cubita te la voy a hacer. No es que esté mal o este bien… Los franceses toman whisky con refresco de cola y con jugo de naranja. Y no es que no les guste probarlo derecho, en las rocas o en coctelería, simplemente les gustó así y le agarraron cariño. ¿Qué les trae? Recuerdos.

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Alejandro: Hay una generación arriba de 40 años preocupados por el azúcar (que hace daño). La gente se hace su trago con soda y un chorrito de refresco de cola. Pintadito. Se ve como que hay un cambio de actitud. Una vez me prepararon un trago con whisky en un bar de la Roma. Me gustó. Era como un mojito de whisky, tenía hierbas, no sé si era hierbabuena. A mí no me gusta el trago dulce. Pero eso estaba bueno.

Adrián: En México los refrescos son el día a día. Tú vas a Londres o Berlín y los refrescos no tienen tanta presencia. Allá hay algo que se llama cultura del beber. Se dice que el mexicano es de momentos, mientras el europeo en todo su día puede estar tomando drinks. Es cultural.

Y esa fue la entrada para resumir los 800 años de historia del whisky: su creación en Irlanda, la adopción 180 años después por los escoceses y el perfeccionamiento de la receta, hace unos 170 años, por tres familias de Escocia, entre las que se encuentran la Walker Family & Sons, quienes contribuyeron a la popularización del whisky a nivel global. De hecho esta es la razón por la que mucha gente cree que los escoceses fueron los primeros en hacer whisky. Eso y que la Denominación de Origen es Scotch.

"En Estados Unidos uno no pide un whisky sino un Scotch. En Europa igual. A lo mejor la marca que te dan ni siquiera es Scotch", aclara Alejandro. Antes de servir un poco más del brebaje color caramelo a todos, Adrián tira otra pregunta: "¿A qué les supo el Johnnie Walker Red Rye Finish?".

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Angélica: Me gustó que no es tan intenso, como tan profundo, tan especiado. Por que a veces, típico que te dan un chorro de whiskies y te dicen "está supe wow" y lo pruebas y está muy agresivo. Este fue diferente.

Adrián: Esa es la descripción clara de un escocés. Cualquier Johnnie Walker que prueben tiene ese sabor como ahumado, a madera vieja, cuero, piel. Es por la turba. Red Rye Finish es un whisky escocés pero al pasar por las barricas de centeno, lo que hace es que neutraliza o hace más ligera la parte de la turba. Es como más sencillo de recibir al paladar.

Alejandro: A mí me gustó porque para empezar se despega mucho de la línea de los Johnnie Walker, del sabor. Sabe muy bueno. Lo primero que me gusta hacer cuando me sirvo un whisky es dar un trago y encender un cigarro. En este caso no [lo necesite], encontré el disfrute. Tiene un sabor profundo. Yo le pondría un nombre a eso: sabor a viejo. ¿Lo probaste solo? —pregunta el argentino a Ollin— ¿Qué tal?

Ollin: Rico, me supo a madera.

Adrian: Tiene un final bastante suave. Se me hace redondo, agradable. Éste es un whisky muy bueno para empezar, con una comida, para disfrutar con amigos, para hacer algo de coctelería americana. Yo lo trabajaría. Quien empieza con el whisky, un Red Rye Finish es muy buen inicio.

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Angélica: ¿Qué alimentos van bien con el whisky?

Alejandro: El hielo (inevitablemente todos ríen). En mi caso, cuando bebo se me quitan las ganas de comer.

Adrián: Yo, como buen mexicano, como y bebo. No puede hacer una sin la otra. Por cierto ¿Dónde está el menú?

Llegó el menú que tanto deseaba Adrián.

Angélica: Yo sí ceno antes de dormir cuando salgo. Al día siguiente no me da cruda, como que la comida absorbe todo. Si como se que al día siguiente va a ser mucho más fácil todo.

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Ollin: Yo soy una persona que come mucho, todo el tiempo. Entonces cuando bebo me da hambre y cuando tengo hambre bebo.

Adrián: Creo que cada quien. Se puede mezclar con un hielo recién cortado de un iceberg.

Alejandro: Hace muchos años fui al Faro del Fin del Mundo en Upsala, allá donde termina Sudamérica. Para hacer eso te tenías que meter en un barco que era del ejército argentino pero que también estaba contratado para turismo. Era un crucerito entre icebergs. De un lado estaba el glaciar de Upsala, que mide tres veces la Ciudad de México. De ahí vienen los icebergs, de los glaciares, que a lo mejor es hielo y agua de tres mil años. En ese crucero unos soldaditos y el capitán de repente sacaron un cacho de hielo del mar, lo lavaron bien con agua y lo empezaron a probar. Trajeron un whisky, el peor de Argentina. El capitán puso una mesita, muchos vasitos de plástico con hielo. Sirvió el whisky y dijo: "Antes que nada quiero hacer un brindis. El whisky no es tan bueno, no tiene tanto tiempo de añejamiento, ¡pero el hielo es de tres mil años!". Hay un montón de historias del whisky. Por ejemplo, en los resto del Titanic, en el museo itinerante, hay una caja de whisky sin abrir.

De nuevo los vasos se llenan con el destilado, alguien agrega agua mineral a su trago, una mano más jala un Ginger Ale. Surge también otra pregunta ¿por qué en México el whisky está asociado a la mamonería?

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Adrián: En algún momento el alcohol fue muy elitista. Se supone que hay una curva como de aprendizaje, en este tema de los destilados, que normalmente termina quedándose en un espacio: o es para el pueblo o se hacen elitistas, se generan estas bebidas de consumo para momentos y espacios. Pero el whisky hoy en día es tan amplio, se está haciendo tan abierto, que ya la gente se está dando la oportunidad de comprar etiquetas un poco más caras o probar diferentes tipos.

Ollin: ¿Cuál es el más caro?

Adrián: Hay de muchos precios. Hay quienes pagan miles de pesos por una botella.

Angélica: ¡¿Cómo alguien gastaría eso?!

Adrián: Un amigo decía: "Cabrón, bien cuidado y cuando sabes que algo vale, una botella de whisky puede durarte más que una relación".

Angélica: Pero pues la botella te la vas a acabar en dos horas.

Adrián: ¡No! Si te costó 60,000 pesos no te la vas a fondear (beber hasta terminarla), la guardas para algo especial. Cuando nazca tu hija, cuando haga sus 15 años…

Angélica: Para que tu hija sea joven y sin querer se la beba con sus amigos. Eso es típico. Eso le pasó a mis amigas, abrieron botellas muy preciadas por sus papás.

Alejandro: Igual estamos con este whisky muy a todo dar [sin importar su precio]. Tomar whisky y hablar del whisky nunca me pasó por la mente. ¡Qué buena idea!

¡Salud a Todos!


Después de un par de horas charlando sobre whisky escocés nuestro invitados decidieron cómo beberían el whisky de ahora en delante.

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Angélica Ballesteros. Diseñadora de modas y fotógrafa.
Bebe whisky desde hace 4 años de manera ocasional.

Me gustó con agua mineral. Lo probé con gingel ale y como que no. Prefiero no agregarle otro sabor, mejor que se diluya con el agua. Tiene un sabor muy fuerte como para agregarle otro. No es como el vodka que le puede echar lo que sea y no te sabe a nada. Siento que tiene mucha personalidad como para ponerle otro sabor.

Adrián Borgaro. Mixólogo.
Bebe whisky hace 15 años.

Yo lo prefiero derecho. A lo mucho un hielo.

Alejandro Rosenthal. Experto en comunicación y sistemas de interactividad.
Bebe whisky desde hace 20 años.

Me gusta old fashioned, o sea, en las rocas. Me gusta porque tiene algo, tiene mucha historia. Detrás de la experiencia del whisky uno se imagina a esos monjes del medievo, a los reyes. Una vez que llegaste al whisky nunca te vas.

Ollin Velasco. Periodista gastronómica.
Bebe whisky desde hace 5 años de manera ocasional.

A mi me gustó mucho con Ginger Ale. Pero también lo tomaría otros con agua mineral o en las rocas.


Agradecemos al Covadonga por las facilidades ofrecidas para llevar a cabo esta charla whiskera.