¿Han empezado los ricos a inyectarse sangre de jóvenes?

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Salud

¿Han empezado los ricos a inyectarse sangre de jóvenes?

Un vistazo a lo último en pseudociencia de la longevidad.

Este artículo se publicó originalmente en Tonic, nuestra plataforma dedicada a la salud y el bienestar.

El verano pasado, el empresario de Silicon Valley Peter Thiel dejó clara su fascinación por la idea de prolongar la vida mediante transfusiones de sangre de personas jóvenes. Semejante revelación (pese a que no debería sorprendernos, dadas las anteriores extravagancias de Thiel y su obsesión por los elixires extraños) suscitó una avalancha de titulares de temática vampírica, pero también sirvió para poner el foco en el inmenso potencial del campo de investigación que ha despertado el ansia de sangre del empresario. Varios estudios demuestran que aquellos roedores a los que se transfundió sangre de ejemplares más jóvenes mostraron signos de rejuvenecimiento y vivieron más tiempo.

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Estos estudios con animales inspiraron proyectos similares con humanos en China, Corea del Sur y EUA. El equipo de Thiel se mostró muy interesado en uno en concreto, llevado a cabo por la empresa Ambrosia, que actualmente tiene abierto un proceso de selección de 600 sujetos que deseen recibir transfusiones de sangre de jóvenes de entre 16 y 25 años. Estos estudios y las ansias de juventud eterna de Thiel han suscitado una enorme preocupación respecto a cómo reaccionaría la sociedad si este tipo de tratamientos llegara a comercializarse: además del rechazo inicial, muchos afirman que este tipo de terapias llevarían a un orden distópico en el que los pobres ofrecerían (o se verían obligados a ofrecer) sus preciados fluidos corporales para prolongar la vida de los que se encuentran en la cima de la pirámide social. Un panorama que no dista mucho del que presentaba Mad Max: Furia en la carretera.

Pero tanto expertos como aprensivos deberían preocuparse más por el presente que por ese futuro hipotético. Por ahora, los estudios en este campo están en pañales y a años de llegar a materializarse como tratamientos, si es que lo hacen. Pese a ello, ya existe la posibilidad de que alguien (léase una persona rica) se inyecte sangre joven en las venas. Lo que no está muy claro es cuántas personas con los mismos intereses de Thiel están ya accediendo a esta práctica por métodos cada vez más abundantes y de dudosa legalidad. Si la investigación continúa arrojando datos positivos como hasta ahora, no obstante, es solo cuestión de tiempo que este método macabro de alargar la vida empiece a abrirse camino en el mercado de la salud y el bienestar ante una hipotética creciente demanda.

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Atendiendo al poco glamuroso pasado de esta práctica, resulta extraño que haya gente dispuesta a pagar por recibir sangre de personas jóvenes. Desde la Antigüedad clásica (y probablemente incluso antes) hasta el Renacimiento, en Europa existía una creencia retorcida de que era posible apropiarse de la juventud y la vigorosidad de un joven consumiendo su sangre. Diversos relatos europeos de mediados del siglo XVII hacen referencia a apotecarios que elaboraban mermelada de sangre humana para curar diversas dolencias. Asimismo, médicos europeos de ese mismo siglo experimentaron con transfusiones y propusieron unir los sistemas circulatorios de dos personas para prolongar la vida. El resultado fue la muerte de muchos sujetos debido a la falta de conocimientos sobre los grupos sanguíneos (y seguramente también sanitarios), lo que llevó a las autoridades de la época a prohibir este tipo de experimentos científicos.

En la década de 1860, se realizaron  varios experimentos científicos en los que se unieron los sistemas sanguíneos de roedores. A principios del siglo XX, a medida que se ampliaban los conocimientos sobre la sangre y se mejoraba la seguridad en las transfusiones, los médicos empezaron a anotar anécdotas en las que aseguraban que los pacientes a los que habían transfundido sangre joven presentaban un aspecto rejuvenecido y más energía. Entre las décadas de 1950 y 1970, se siguieron realizando experimentos con el sistema circulatorio de los roedores (un proceso denominado parabiosis), lo que no solo contribuyó a conocer más profundamente la sangre y sus mecanismos, sino que les proporcionó más información sobre las potenciales propiedades de alargamiento de la vida de la sangre joven de la que podían manejar.

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Ya entrados en el nuevo milenio, un profesor de Montana que había aprendido la técnica de la parabiosis durante los años cincuenta trasladó sus conocimientos a un estudiante de posgrado, cuyo trabajo en la materia marcó un hito en la historia de la investigación académica de la sangre joven. Las nuevas investigaciones señalaban que las propiedades beneficiosas de este fluido radicaban en el hecho de que, cunado envejecemos, los niveles de las cerca de 700 proteínas que contiene el plasma sanguíneo cambian y provocan alteraciones en todos nuestros tejidos y funciones corporales.

Estos nuevos estudios, en los que se analizaban los mecanismos de funcionamiento de la sangre y se trataba de aislar los efectos de las proteínas, empezaron a atraer la atención pública hace entre dos y cuatro año. El año pasado, el investigador Tony Wyss-Coray, lanzó Alkahest e inicio una serie de ensayos con seres humanos tras recibir la aprobación de la FDA (puesto que las transfusiones de sangre y plasma son aceptadas como prácticas médicas seguras).

Pese a todo, el potencial terapéutico de la sangre joven sigue estando plagado de sombras. Los roedores con los que se experimenta viven en circunstancias muy distintas a las de los seres humanos y poseen cuerpos muy diferentes a estos, por lo que no podemos estar seguros de que estas transfusiones tengan los mismos efectos en las personas. Seguimos sin saber en qué proteínas deberíamos centrar la atención, y tampoco sabemos qué duración tendrían estos efectos en los humanos ni qué dosis serían necesarias.

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Scott Carney es autor de El ascenso del mercado rojo (2011), un estudio que analiza el tráfico ilícito y semilegal de tejido humano. En su opinión, los estudios recientes y la naturaleza provisional de sus exiguos resultados deberían bastar para disuadir a cualquiera de buscar tratamientos clandestinos con sangre joven.

"No es algo que vaya a generar una fuerza de mercado potente", afirma. "Actualmente no es más que una terapia alternativa, en el mejor de los casos".

Y sin embargo, son muchas las personas que, ávidas de hallar una panacea contra el envejecimiento, se han subido con gran entusiasmo al tren de los tratamientos con sangre joven. Alkahest ya ha recibido una importante inyección de capital por parte de la familia de un milmillonario chino con alzhéimer que al parecer ha recuperado parte de su capacidad cognitiva y de la vivacidad de antaño tras recibir una transfusión de sangre de un joven donante. Han sido muy numerosas las muestras de interés en su trabajo por parte de personas que desean formar parte del proyecto.

La falta de pruebas sobre la viabilidad de estos tratamientos nunca ha sido un impedimento para los fanáticos de la juventud eterna. Muestra de ello es la proliferación en EUA de clínicas de células madre que, bajo el pretexto de la realización de ensayos clínicos con personas, ofrecen a sus pacientes terapias absolutamente carentes de evidencia científica por sumas considerables.

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"Hay gente que ni siquiera menciona que se trata de un ensayo", señala el ejecutivo farmacéutico y fanático de los tratamientos antienvejecimiento John Furber. "Hay gente que directamente asegura a sus clientes que se trata de una terapia totalmente legal".

Furber señala que no le extrañaría que una de estas clínicas comenzara a añadir transfusiones de sangre o plasma de gente joven a su oferta de tratamientos o que incluso se abrieran clínicas específicas. A la vista del tamaño y la accesibilidad del mercado de la sangre en EUA (y de la industria abiertamente lucrativa del plasma sanguíneo), no parecería muy difícil que ocurriera.

Otra posibilidad es que los superricos reciban tratamientos de sangre privados a cambio de cantidades ingentes de dinero y con un profesional médico que estuviera dispuesto a ello. Furber señala que en EUA ya existen clínicas de plasmaféresis en las que se extrae la sangre de un paciente, se centrifuga el plasma y se sustituye con plasma nuevo, un proceso que dura varias horas. Generalmente, estas clínicas tratan a personas con trastornos autoinmunes, cuyo sistema circulatorio se "rebela" contra sus propios cuerpos; no obstante, no habría nada de ilegal en usar este procedimiento en pacientes perfectamente sanos, siguiendo la recomendación de un médico.

"Personalmente, no conozco a ningún médico que esté dispuesto a hacerlo de esa forma", afirma Furber, "pero eso no significa que no exista alguien capaz".

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No sería fácil garantizar la juventud de las reservas de sangre de una clínica, aunque los ricos podrían incluso comprar sus propias máquinas de plasmaféresis y luego llegar a acuerdos con jóvenes de su entorno para que hagan donaciones de plasma.

"Creo que estas máquinas valen cientos de miles de dólares, pero si eres rico, podrías tener una en el baño, por ejemplo", dice Furber entre risas, y añade: "Es broma. No sé nada de Peter Thiel aparte de lo que dicen los periódicos".

Hablando de lo cual, varios medios han publicado rumores infundados de que Thiel y otras personas vinculadas con la tecnología ya están recibiendo tratamientos de renovación sanguínea por 10.000 dólares la unidad.

Los obsesos de la sangres joven que no dispongan de tanto dinero, siempre pueden viajar a algún país en el que el mercado de la sangre esté activo. Desde Brasil a Bulgaria, resulta facilísimo encontrar agentes que te procuren una bolsa de sangre o que te traigan a un donante para realizar una transfusión con personal médico dispuesto.

Quizá el mercado rojo más popular sea el de India, un país cuyos bancos de sangre oficiales sufren escasez crónica. Según Michele Goodwin, profesora de Derecho en la Universidad de California-Irvine y autora de Black Markets: The Supply and Demand of Body Parts (2013), pese a que el gobierno de India se opone a este mercado, poco hace por frenar su desarrollo. Goodwin logró que varias personas confesaran abiertamente que donaban sangre. Asimismo, descubrió a varios especuladores en EUA dispuestos a facilitarle acceso al mercado negro de tejidos y sangre humana, y señaló que cualquier persona que buscara sangre joven por internet encontraría diversos recursos en India, a menudo por un precio muy inferior a los que se establecen en Occidente a través de los canales oficiales.

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"Si un ciudadano de Occidente llevara consigo una bolsa de sangre a un hospital en India, no tendría ningún problema para que le hicieran una transfusión", afirma Carney, "aunque dudo que ocurra muy a menudo".

Respecto a las terapias prematuras con células madre, existen una serie de riesgos debido a la escasa regulación del mercado de suministro de sangre y a una falta de recursos en los hospitales en los que se llevara a cabo, lo que a su vez implicaría un peligro considerable de transmisión de enfermedades. Pero incluso en el escenario más aséptico, siempre existe la posibilidad de que el cuerpo del receptor rechace la transfusión, y sobrevenga la muerte. En el caso de Ambrosia, la principal preocupación de Furber radica en lo poco que hasta ahora se sabe respecto a las dosis, y teme que haya centros en los que estén transfundiendo demasiado plasma en una sola sesión.

La opción más inteligente para todos los interesados en las propiedades antiedad de la sangre joven sería esperar que algún investigador consiga aislar un cóctel de proteínas, a partir del cual podría crearse una potente concentración, quizá mezclada con anticuerpos que contrarrestaran los efectos de las proteínas responsables de los procesos de envejecimiento.

Los más futuristas quizá se aferren a ese mañana dominado por los nanobots con el que Furber sueña: "Quizá llegue un día en que podamos inyectarnos nanobots que se encargarían de devorar estos elementos nocivos y convertirlos en pequeños pedazos que luego expulsaríamos mediante excreciones", explica, "y además podamos inyectarnos plasma cuando lo necesitáramos. Todo eso no está disponible todavía, pero podría materializarse con la tecnología de la que disponemos".

Ya sea por pensamiento utópico o por desesperación, siempre habrá alguien deseoso de encontrar una nueva cura y que tome la peligrosa decisión experimentar con tratamientos poco probados en entornos no seguros. Y la sangre joven no es una excepción.

Por ahora, este campo está muy poco explorado y es tan extravagante que solo gente como Thiel estaría dispuesta a aventurarse a experimentar. Pero a medida que la investigación avance, este peligroso círculo experimental probablemente se vaya ensanchando; antes de que eso ocurra, debemos reconocer y ser capaces de combatir los dilemas éticos y sociales de un mundo en el que se tratara el envejecimiento con sangre de personas jóvenes, porque ya estamos a las puertas de ese mundo.

Traducción por Mario Abad.