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Tres vídeos de la manifestación de Colón que encarnan la magia de ser español

Emilio de Albacete, la señora que increpó a Valls y el señor del taxi siempre en nuestro equipo.
Captura de pantalla 2019-02-12 a las 14
Captura de pantalla vía Twitter

La RAE dice que la patria es la "tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos. Cánovas del Castillo afirmó que había que estar con ella, con o sin razón, y Marx y Engels pensaban que los obreros no la tenían, así que nadie se la podía arrebatar. Los líderes de VOX creen que su defensa es el futuro y hay quien, como Ray Loriga, hace una definición más costumbrista de ella y dice que es "una sopa, un aroma, un recuerdo, un monte, un verso", como escribía en un artículo de El País en 2004.

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El concepto de patria, sus límites, sentido y vigencia han sido debatidos y redefinidos a lo largo de toda la historia por distintos agentes y corrientes ideológicas. En nuestro país, de hecho, probablemente nunca hayamos parado de hacerlo y seguramente nunca lo paremos de hacer. Lo de discutir sobre España, sobre la españolidad y sobre qué significa ser español, si tener una bandera descoloría colgando del balcón o si por el contrario es más bien no tener cuentas en Suiza o pagar autónomos sin hacer tejemanejes.

La manifestación del pasado domingo, convocada por el Partido Popular, Ciudadanos, VOX, Hogar Social Madrid, Falange y España 2000 entre otros, fue una prueba de que, aunque al CIS le decimos que nuestra gran preocupación es el paro, a los españoles eso de la patria nos importa. El lema de la manifestación, "Por una España unida. ¡Elecciones ya!", es una de las grandes pruebas de ello: "Elecciones ya", pero no por el paro ni por la corrupción ni por los recortes en sanidad o educación, ni por las pensiones ni por la precarización de las condiciones laborales. "Elecciones ya" porque se nos resquebraja España, porque la patria se rompe bajo nuestros pies.

Pero, más allá de los límites del Estado, más allá de disputas casi metafísicas sobre qué es España o qué es ser español a día de hoy, a la concentración del domingo acudieron varias personas que encarnaron la magia, el sentido y la vigencia de ser español. Sin necesidad de discursos ni de retórica, con gestos muy simples, muy sutiles. Por supuesto, ninguno de ellos es político.

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LA SEÑORA QUE INCREPA A VALLS

Manuel Valls, candidato a la alcaldía de Barcelona apoyado por Ciudadanos, fue uno de los asistentes más polémicos a la manifestación del 10 de febrero, y RT Francia se acercó hasta Colón para hacerle unas preguntillas rodeado de rojigualdas y de peña cantando el "Que viva España" de Manolo Escobar. Cuando Valls empezó a hablar, en francés, una señora de esas que parece que vienen con el pack de cámara y micro para reportajes de calle porque siempre están ahí preguntó, entre sorprendida e indignada: "¿PERO QUÉ ESTÁ HABLANDO, EN CATALÁN?".

'¿ESTÁ LIBRE?'

Vayamos por partes, porque en esta pieza audiovisual queda condensada de manera evidente la idiosincrasia nacional. Resulta que, presuntamente, un taxista decidió acercarse a los aledaños de Colón con un cartel pegado a su vehículo en el que aparecían los rostros tachados de Casado, Rivera y Abascal. Sobre sus cabezas, un texto que los acusaba de querer liberalizar el sector del taxi.

A su paso, los viandantes que acudían a la manifestación convocada por PP, C'S y VOX se enfadaron, claro. Para más inri, el taxista resultó ser inmigrante. Pero lo mejor no es ni el señor taxista grabando y respondiendo a los improperios, ni la señora gritándole con un tono de voz comparable al ladrido de un yorkshire "GRABA, GRABA" ni el hombre recomendándole gentilmente que "se vaya a su país, anda". Lo mejor, lo genuina y representativamente patrio es el anciano que, en el segundo 00:24 se acerca a la ventanilla, ajeno a la violencia que se masca en el ambiente y simplemente pregunta: "¿ESTÁ LIBRE?".

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Cuando le responden que no, este héroe sin capa se da la vuelta tranquilamente, comienza a andar y da un conato de traspiés, ofreciéndonos 10 segundos de paz y de tranquilidad, rompiendo la tensión y recordándonos que si nos gusta el cine de Cuerda es porque lo suyo no es surrealismo sino realismo mágico español.

ESTEBAN DE ALBACETE Y SU HOVERBOARD

De Emilio sabemos poco: su nombre, que es natural de Albacete, que defiende la equiparación salarial de cuerpos de seguridad nacionales y autonómicos, que lleva bandera de España sujeta por una gorra de España y que no es el usuario común del hoverboard —cuyo público medio ronda entre los 8 y los 14 años— pero aun así ha decidido llevárselo a la manifestación. De Emilio sabemos poco y sin embargo podemos inferir mucho. Emilio, como el señor que, simplemente, pidió un taxi y después dio un traspiés, o como la señora que no se cortó un pelo y le preguntó a Valls si estaba hablando en catalán son la representación de la auténtica identidad española: inocente, sin miedo al ridículo, de vuelta de todo y performática.

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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