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'Yo nunca he dicho que la señorita María es un hombre': Rubén Mendoza responde a una columna de VICE

OPINIÓN | El director reacciona a un artículo de Mati González Gil sobre de la película 'Señorita María, la falda de la montaña'.

Respetada Mati,

No sé si viste la película completa o no, porque solo te refieres a las palabras de los primeros minutos, cuando una película, por lo menos las que hago, son aventuras por las selvas de los corazones de quienes filmo y admiro: generalmente al margen, generalmente sin voz. Generalmente maravillado por la puerta que abren hacia la belleza, en caminos inimaginables para mí.

Te sientas en tu teclado unas horas a reposar los seis años de confección cuidadosa de mi película: primero con ella, con la Señorita, y luego con la propia película. Como tu camino tiene muchos más años que el tiempo que hayas tomado en escribir y los que yo me tomé en hacer mi película, te respondo, desde el amor, por el oficio y por María, la persona, no el personaje. La verdad nunca vi un personaje, eso lo hace el público cuando la película sale a la luz, en la oscuridad de las salas.

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No es la primera vez que trato temas donde el género es parte fundamental de las reglas de juego. Más que para la película, para una vida. Si algo he disfrutado de mis amigos gay, trans, o cualquiera de los cajones del clóset de clasificaciones, es que siempre he visto un Ser, a alguien, con su historia particular, nunca un colectivo y que desde mi ignorancia, desde mi extranjería con un corazón que no es el mío sino el de quien miro, he podido preguntar lo que me da la gana. Pero es un derecho que me gano cada vez. He filmado y tengo amistades grandes dentro de la comunidad LGBTI, siempre de alguna manera en mis películas, o en las historias que he escrito para videoclips.

Así que aunque la película es un viaje mucho más profundo, te quedas hablando de lo agrio, de la agriera, que no pasa del esófago, y que no corresponde ni siquiera a una décima parte de la película. El par de preguntas que viste o te contaron.

Tú respondes desde tu ciudad, en tu computador, respaldada por fortuna por la fuerza de los movimientos que han venido a abrazar, a exigir respeto y a proteger a los miembros de tu comunidad (no pongo nombres ni siglas porque sé lo amplio que es el grupo), pero ella, la Señorita, cuenta desde el burladero de su montaña.

"La película es un viaje profundo, pero tú te quedas hablando de lo agrio, de la agriera que no pasa del esófago"

La señorita se escondió de mí casi dos años de los seis de producción de esta película, y yo me empeñé en no perderla, no solo porque ya tenía un material maravilloso, sino porque sentía que ese filtro, esconderse, era una manera de que me ganara de verdad el derecho a estar al lado de un árbol inmenso, como ella. Desde que la vi por primera vez unos segundos la traté como lo que es, una mujer, pero sobre todo como ella se siente: como una "mujer completa", según sus propias palabras.

Pero ella fue muchas veces obligada a vivir y vestirse como niño, lo trataron de hacer un niño además de que, si viste toda la película, por situaciones ajenas a su existencia, la odian desde antes de nacer, y la maldicen, y sus enfermedades, que son las de cualquier otra persona, en su caso siempre han sido vistas como maldiciones por tener un "espíritu malo".

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Yo me tomé hasta tres años en tener el derecho, en sentirlo, de preguntar algunas cosas. Yo hago las veces del público ignorante porque lo soy, pero con la sed infinita de hacer su corazón mi patria también, de aprender, de salir de mi ignorancia: ¿no te parece que eso está representado en la película y que perfectamente puede ser la transición de la ignorancia de cualquier espectador?

Yo salgo del tema del género en los primeros minutos de la película, con la afeitada, y con esa entrevista. La única a la que haces referencia y erróneamente, porque dices que es la primera pregunta en la película (no lo es), y no citas su respuesta o mi siguiente contrapregunta completa. Además de que dices que es "agria" por las preguntas que le hago. Nombras dos de más de 40 que hay en la película, y de quién sabe cuántos cientos durante estos seis años, grabadas y no. Yo no me puedo hacer el imbécil, y me parecería además no ofrecerle una amistad sincera, como ya lo era en ese momento, si no preguntaba desde mi corazón con honestidad las ingenuas dudas que tenía.

"Las trans nacimos con pene, pero nunca hemos sido hombres", dices como titular en tu comunicado. ¿Alguna vez en la película le hablo como si fuera un hombre? Ni siquiera la puedo ver así, eso lo ves tú, y me lo achacas. Como ella me había contado lo que vivió, como nuestras horas de diálogo, de humo, de fiesta con el equipo superan de lejos un solo día de rodaje, mis preguntas venían también del desarrollo natural de una relación. Yo le dije "nació en el cuerpo de un hombre", no que era un hombre. Uno es lo que se siente, y de eso trata la película. Y el tema se lo puse por su insistencia, soñando despierta y soñando dormida, con el hecho de poder ser biológicamente una madre. Es un sueño que la atraviesa en el sueño, como te digo, y que la atraviesa despierta. Decides no contar lo que ella responde para poder lanzar el golpe a una película que sin duda está de tu lado, en tu orilla, celebrando un Ser que Es por encima del nombre que tenga, de la etiqueta que le pongan.

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"Yo no pienso en colectivos a la hora de hacer una pregunta, pienso en una amiga en este caso, en la Señorita, en su historia"

Ella cuenta que se ha soñado con que el "tipo" le hace el amor, y ella queda embarazada. Y se ha soñado con su "criatura al pie", y es tal la alegría que la alegría la despierta. Por eso le pregunto si es consciente de que biológicamente es muy difícil que pase. Lo hago con sus palabras porque ella espera el milagro directamente de Dios. Lo hago en sus palabras, con amor, con compasión, con respeto, sabiéndome el tonto, el huevón, el neófito. Cuando le digo que seguramente Dios no vaya a actuar de esa manera, como un cirujano, ella zanja de inmediato: "Mi Dios tiene el poder". Y ahí hay un rasgo más importante que ser o no trans o que si tiene o no pene: tiene una fe ciega en que podrá ser una madre, que no es lo mismo que ser una mujer. Por eso se lo pregunto. Por eso me parece ligera tu conclusión y extraña tu intención. No creo que haya otra película en nuestra cinematografía donde con tanta dignidad se cuente de una trans, se retrate: con tanta que ni siquiera es un tema: es un marco pero el resto de la aventura está corazón adentro, alma adentro. ¿No viste todo lo que padeció?, ¿no viste que supera de lejos, de lejísimos el conflicto de tener o no un pene?

Cuando hago una película soy consciente de que aunque todos somos uno, cada Ser es una puerta y un Universo. Yo no pienso en colectivos a la hora de hacer una pregunta, pienso en una amiga en este caso, en la Señorita, en su historia, en como nos hemos servido en el corazón del otro. Pasar por ciertas preguntas, no esas que nombras, han sido parte fundamental de su florecimiento, de cómo se ha levantado, de haber pasado por una amistad, de verdad, conmigo y con el equipo. Porque ya somos familia.

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Pero para llegar a esas otras preguntas pasamos por otras cientos, que no están en la película, o que están sin tener la entrevista entera, porque esto es cine no antropología, no trabajo social y yo quiero maravillar a otros, si se puede, como me maravillé con ella, con su existencia, con su poesía, con su misterio.

Rubén Mendoza
Guionista y director de 'Señorita María, la falda de la montaña'

* Este es un espacio de opinión. Por tanto, no representa la postura de VICE Media Inc.

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