2019

10 vídeos de YouTube que resumen qué ha pasado en España desde 2010

10 años de idas y venidas que han quedado plasmados en los vídeos virales que demuestran cuál era el pulso de nuestro país.
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"¿En qué lengua está escrita la historia? ¿Cómo leerla?". La pregunta es de Oswald Spengler, está en la introducción de La decadencia de Occidente y lo que le siguen son más de 500 páginas en las que el filósofo trata de dar respuesta a, entre otras, esta cuestión.

Pero si hay una manera de leer nuestra historia reciente, nuestra época, de acorde a sus valores y espíritu esta ha de ser lo más superficial y banal posible. Con asunciones chuscas, juicios rápidos y sencillos y fácilmente consumibles. Si hay una manera de leer nuestra época acorde a la época en sí es la de ir a YouTube, buscar cuál fue el vídeo más viral, cuál el que más ruló por Tuenti, WhatsApp o Telegram, depende del año, cuál el que alcanzó mayor grado de transversalidad —que se rieran de él grandes y chicos, tíos encofradores y primos startuperos que han hecho carrera en el blockchain— y darse cuenta de que, joder: eso es España.

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Eso es España y así es la década que cerraremos dentro de unos días. 10 años de idas y venidas que han quedado plasmados en los memes dispersos aquí y allá y en los vídeos virales que demuestran cuál era el pulso de nuestro país en cada momento.

2010

El 1 de enero de 2010 España asumió la Presidencia del Consejo de la Unión Europea. Nos subieron la electricidad y el SMI, que quedó fijado entonces en 633,3 euros al mes, y andábamos flipados con La Niña Repelente, una webserie protagonizada por una cría con acento andaluz cuya madre no hacía más que chutarse antidepresivos. Hacía dos años que Zapatero había pronunciado por vez primera la palabra crisis para referirse a lo que desde 2008 venía ocurriendo en España en particular y el mundo en general.

La cosa andaba bastante jodida. La cosa andaba muy jodida pero de repente llegó el gol de Iniesta y siguió igual de jodida pero todos nos sentimos orgullosos por unas horas de Albacete y sus gentes. Fue el año del Mundial, del Waka Waka y, sobre todo, del beso que conmovió a España: el de Íker Casillas a Sara Carbonero. Y con esos pequeños momentos de alegría íbamos tirando. O eso parecía.

2011

En 2011 Madrid acogió la Jornada Mundial de la Juventud, con la visita de alrededor de dos millones de personas, entre las cuales se encontraba el que era el Papa en aquel momento: Benedicto XVI. Aquel derroche de fe y devoción en el centro de la capital, tan solo dos meses después de que el campamento del 15M fuera levantado de la Puerta del Sol, nos dio algunos momentos estelares, como el de las masas aclamando a "Benedicto-Equis-Uve-Palito".

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En el 15M leímos la expresión de hartazgo de toda una generación, el evento político de la década, y muy probablemente lo fue: aquellas protestas y el posterior surgimiento de Podemos mandaron al traste el bipartidismo. Pero a la juventud del Papa, sin embargo, la ignoramos. La excluimos de nuestra lectura generacional en clave nacional. Hicimos como que no existió, como si aquello fueran, nada, cuatro frikis con granos y mochilas con cruces colgando de las cremalleras.

Ocho años después, en 2019, nos pilló de susto que los que no hicieron noche en Sol hablaran de su propia revolución —la de los balcones—, lo de los 3 600 000 votos y lo de que los chavales menores de 30 votasen mayoritariamente a Vox.

2012

Aunque no abdicó hasta 2014, el vídeo del Rey pidiendo perdón y diciéndonos a todos los españoles que "no volvería a ocurrir" y que "se había equivocado" fue, además de viral, claro, la constatación de que 2012 fue un año bastante negro para la Monarquía española. O quizá fue el año en que nos empezamos a dar cuenta de lo negra que era.

El 9 de abril Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón, nieto mayor de los Reyes, se hería al pie al disparar un rifle mientras hacía prácticas de tiro sin tener la edad legal para uso de armas. El 13 de ese mismo mes, el todavía Rey se rompió la cadera durante una cacería de elefantes en Botsuana y era por eso por lo que se disculpaba. Todo ello mientras los españoles rodeaban el Congreso y recibían hostias como panes, mientras se recortaban los derechos sociales y la precariedad se iba instalando —si es que no estaba instalada ya— como la norma de nuestro día a día.

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2013

2013 fue el año de los Papeles de Bárcenas, de Eurovegas, de Wert contra todos y sobre todo contra la educación y el del relaxing cup of café con leche de Ana Botella (otro firme candidato a vídeo del año), que pretendía engrandecer la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos promocionando los cafelitos a la sombra de la estatua ecuestre de Felipe III en la Plaza Mayor. Era el primer gobierno de Mariano Rajoy y el "Ola k ase" de Lori Money, que ya había hecho sus pinitos con "Santa Claus" probablemente sea el vídeo que mejor definiera aquel año en el que no había nadie al volante.

2014

La ternura y la esperanza con la que todos miramos el vídeo de la niña de "La que has liao pollito", la profunda admiración que sentimos hacia su verborrea, el ansia de un futuro en el que todo ese talento en potencia explotaría fue el mismo con el que, en ese mismo año, se empezaba a hablar de una nueva formación política.

Su líder solía salir en La Sexta, llevaba coleta y no hablaba ni de izquierdas ni de derechas sino que apelaba a los de abajo y señalaba a los de arriba. Hablaba de la casta y de privilegios y, joder, aquello tenía sentido. Se habían inscrito en enero de 2014 como partido y se llamaban Podemos. Estaban llamando a las puertas del cielo, decían, pero quizá estaban llamando demasiado flojo. Al final resultó que, en vez de tirarlas abajo, acabaron optando por entrar por la gatera.

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2015

En mayo de 2015 se encontraba Mariano Rajoy Brey en Sevilla cuando, durante un mitin, pronunció una de esas frases por las que pasaría a la historia como el presidente con más lapsus —pero también con más retranca— de la historia de nuestro país. 2015 fue el año del Caloret de Rita Barberá, del león come gamba y de Jiménez Losantos recitando unas barras del "gangsta Costa" en antena. Pero, sobre todo, fue el año en el que Rajoy hizo las veces de esfinge y enunció un acertijo que entonces no supimos descifrar pero que cada vez va cobrando más sentido: "España es una gran nación y los españoles, mucho españoles". En aquel momento no comprendimos. En aquel momento nos reímos, "ya está otra vez, Mariano", "¿qué cojones le pasa a este hombre en la cabeza?", sin sospechar que, muy poco después, en eso se resumiría todo.

2016

En 2016 fue la Eurocopa y descubrimos que Sergio Ramos bien podría haber sido uno de los participantes en la primera edición de Operación Triunfo. De hecho, seguro que habría sido colegón de Bustamante por la gracia y el tono con el que cantaba "por la Roja moriré, soy español, con orgullo lucharemos".

Pero sí hay un vídeo que sirva para entender España aquel año en el que repetimos elecciones tras el fracaso de la XI legislatura es el del chaval al que le hicieron la del puenting en su despedida de soltero. Aquel año nos cabreamos por esa repetición innecesaria, temimos por la estabilidad de nuestro país, clamamos al cielo contra unos políticos incapaces de pactar y de ponerse de acuerdo los unos con los otros. Pensábamos que ante nosotros se abría un abismo, como el casadero del vídeo, pero en realidad estábamos más cerca del suelo de lo que pensábamos. Y no tardamos en tocar fondo. Nos hicieron la del puenting. Por primera vez en tres años.

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2017

2017 fue el año en el que España se convirtió en uno de esos afters en los que sabes que en cualquier momento alguien va a levantar la persiana y se va a ver que está todo hecho una pena. Fue el año de las hipotecas fijas, el año en el que convertimos en meme a un terrorista del ISIS que reclamaba Al-Ándalus —"el hijo de la Tomasa"—, el año en el que Rajoy se sentó en el banquillo de la Audiencia Nacional para declarar como testigo por la Gürtel, en el que Sánchez recuperó la secretaría general del PSOE y en el que Puigdemont y los suyos decidieron hacer la Declaración Unilateral de Independencia de Cataluña, la República de los 8 segundos, que trajo como primera pero no única consecuencia la aplicación del artículo 155.

2018

Como todos sospechábamos en 2017, el año en el que España vivió como en un after constante, en 2018 alguien levantó las persianas. Y, como todos sospechábamos, fuera ya era muy de día, la casa estaba hecha una mierda y la situación era más sórdida de lo que parecía en la penumbra. Aquel fue el año de la Moción de Censura, de "la República no existe, idiota", de "me oyen, me escuchan, me sienten", de Torra, Llarena y Tabarnia, el de los másteres de la URJC y las cremas de Cifuentes, del de "Cómeme el donut" y los 12 escaños de VOX en Andalucía, del hombre de Vélez-Malaga que quería encontrar una mujer entre los 30 y los 54 gracias a su melena y de Gustavo Bueno regresando en forma de meme.

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2019

Y si 2018 fue el año en el que nos dimos cuenta de que igual se nos había ido de las manos con el after, 2019 ha sido y es el año en el que nos hemos percatado de que mira, para lo que nos queda en el convento, nos cagamos dentro. Ha sido el año de Lucas, el perro que aún olía a leche, el de Almeida diciendo que le jodan al Amazonas yo prefiero Notre Dame, el de la Niña Greta teniendo que tomar uno de esos trenes extremeños que lo mismo llegan y lo mismo no. El año, en fin, en el que España y, por consiguiente, todos y cada uno de nosotros en cierta medida fuimos Maria José, esa señora que alberga en sí misma muchas identidades —le gustan los libros, es taciturna, vegetariana, animalista— pero que, igual precisamente por eso, no se aclara.

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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