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EL NÚMERO DE TOMARSE LA SOPITA

¿Y dónde están las chicas marihuaneras?

VOCES | De los cientos de muestras que se presentaron en las tres copas cannábicas que se realizaron en 2016 solo dos fueron enviadas por jardineras.

Esta columna fue publicada en la edición de julio de 2017 de la revista VICE. Para ver todos los contenidos de la publicación, haga clic aquí.

El año pasado escribí acerca de una feria de cultivadores de marihuana en Cali, una pastelería cannábica ambulante, un tipo que tiene un servicio de potentes extracciones de cannabis por suscripción y otro que desde su solar de Soacha, Cundinamarca, hace pipas personalizadas que terminan en Boston, Massachusetts.

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Todas son historias de proyectos novedosos que muchas veces se mueven en áreas grises de la ley y evidencian cómo, en Colombia, la marihuana ha venido surgiendo de la ilegalidad para consolidar una escena visible. También tienen en común que sus protagonistas son hombres.

Y no es un sesgo mío a la hora de escoger las historias, es reflejo de la realidad: la industria de la marihuana recreacional en Colombia está dominada por hombres. Por ejemplo, de los cientos de muestras que se presentaron en las tres copas cannábicas que se realizaron en 2016 (El Copo, en Medellín; Farallones, en Cali, y la del Rey, en Bogotá) solo dos fueron enviadas por jardineras. Caigan a cualquier feria, concurso, encuentro, taller o seminario de y para marihuaneros y se darán cuenta de que la proporción entre hombres y mujeres es similar a la que podría encontrarse en el Salón del Automóvil (las impulsadoras coquetas y las mamasitas-anuncio también están presentes en ambos eventos).

¿No se supone que este era exactamente el tipo de convencionalismos en contra de los cuales nos rebelábamos los marihuaneros?

Es de esperarse que ahora que la marihuana tiene escena y mercado va a atraer a más hombres que a mujeres. Según el Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas publicado en 2013 un 17,3 % de los varones colombianos ha fumado marihuana alguna vez en la vida, mientras que solo el 5,6% de las mujeres lo ha hecho. Pero es un poco triste ver cómo la marihuana ha salido de la clandestinidad para convertirse en una especie de club social para caballeros. ¿No se supone que este era exactamente el tipo de convencionalismos en contra de los cuales nos rebelábamos los marihuaneros?

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Son pocas las mujeres que están navegando en esta espesa nube de humo y testosterona, pero representan. En julio de 2016 Mujeres Cannábicas Colombia lanzó su primer comunicado como organización y —volviendo al ejemplo de las copas cannábicas— puede que solo dos mujeres hayan participado en ellas durante todo el año, pero ambas ganaron.

"Hoy, cuando llegamos a un evento todas juntas nos reciben como: 'hey severo, llegaron las Mujeres Cannábicas', pero hace tres años cuando te le acercabas sola a hablarle a un hombre de tú a tú como jardinera no te tomaba en serio", me dijo Pilar Sánchez, socia fundadora de Ganjah Pharm, una empresa dedicada a la fabricación de productos derivados de la marihuana y ganadora en la categoría de extracciones en la Copa El Copo 2016. "Incluso como ganadora en una Copa hay gente que se acerca a felicitar a tu compañero", recordó.

Para Pilar, la industria de la marihuana recreacional les ha abierto a las mujeres un lugar parecido al que tradicionalmente les han brindado las demás industrias: "O eres un par de tetas para vender abono o una boca sexy para venderles un bong".


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Según Olmes Ortiz, presidente de la Comunidad Cannábica Colombiana, la escena solo reproduce los convencionalismos de nuestra sociedad: "Para la gente es mucho más aceptable que uno como hombre fume marihuana a que lo haga una mujer. Ellas siempre sufren mucho más la estigmatización".

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Afortunadamente, el campo de la marihuana medicinal les ha ofrecido a las mujeres muchos de los papeles que el de la marihuana recreativa les ha negado. Diana Paola Valenzuela, asesora del Instituto para el Desarrollo y la Paz; Paola Pineda, médica del Centro de Investigaciones del Cannabis, e Inés Cano, directora de Fundaluva, una fundación que da asesorías en salud para padres de niños con discapacidad, son tres voces fuertes en el mundo de la marihuana medicinal desde la academia, la ciencia y el activismo.

Ahora que la marihuana es asunto público es importante que las mujeres ganen más espacio en la conversación porque hay discusiones —como la de ser madre consumidora— que les incumben directamente.

"Para la gente es mucho más aceptable que uno como hombre fume marihuana a que lo haga una mujer. Ellas siempre sufren mucho más la estigmatización".

Pero puede ser que en este momento la escena de la marihuana necesite a las mujeres mucho más de lo que las mujeres necesitan participar en la escena. "No podemos olvidar que estas son plantas y yo sí creo que las mujeres tienen una conexión especial con la naturaleza. Además, hay partes del cultivo y la producción —como la manicura de las planta— que tradicionalmente han sido reservados para ellas", me dijo por teléfono Olmes.

A un nivel menos romántico pienso que un poco de perspectiva femenina podría hacerle contrapeso a la dinámica mercantilista, ambiciosa y competitiva que se ha desatado ahora que la marihuana ha salido de la parte oscurita del parque para convertirse en mercado y escena.