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Sexo

Ese momento en el que dejas de follar con la pareja tampoco está tan mal

A los tres años de relación, probablemente habrás notado que has empezado a follar bastante menos. Lo dice una sexóloga.
AC
ilustración de Aina Carrillo

Genera una imagen mental, así rápida, de algunas de las parejas que conozcas. Incluso de ti mismo, si es que tienes pareja y llevas más de dos horas saliendo con ella; en fin, piensa en parejas que lleven ya un tiempo excesivo compartiendo la vida juntas, esas que sobreviven en esa esfera del romance a la que llamamos “compañerismo”, ese plano existencial en el que todo es apatía y ya NADA cambiará, nunca. Vale, ¿ya lo tienes? ¿Ya tienes a esas personas proyectadas en tu mente? Bien, pues esta gente ya no folla.

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Tus amigos, esos que viven en Sepúlveda con Villaroel, hace como tres años y medio que no hacen el amor. Bueno, ella se folló a un compañero del curro en el baño en la cena de Navidad de la empresa pero el tema es que su pareja no lo sabe y sigue pensando que ambos llevan el mismo tiempo sin follar, por lo que es lo mismo.

La verdad es que ella sabe perfectamente que su novio tampoco se enfadaría en absoluto si supiera que se ha follado a otro pero prefiere no decírselo porque las personas necesitan secretos inconfesables para hacer un poco más interesante una vida mediocre. El caso es estos dos prefieren ir a cenar a un japonés y después leer un libro o mirar un rato Wallapop o cualquier otra excusa antes que follar, lo que sea para alargar el día y evitar el coito.

“Se habla de un tiempo que está alrededor de los tres o cuatro años, es entonces cuando empieza la bajada de las relaciones sexuales”, me comenta Carme Martín Sánchez, sexóloga y codirectora del Institut de Sexologia de Barcelona, “pero al final es algo que les sucede a casi todas las parejas —aunque no en el mismo momento ni con la misma gravedad—; la monogamia es lo que tiene: tiene aspectos buenos pero también tiene una parte negativa, que es que de manera progresiva se va diluyendo la pasión. Se gana en intimidad y se gana en compromiso pero, en cambio, se pierde la pasión, y es normal”.

Todos conocemos esa fase de la misma forma que todos conocemos la fase inicial, la fase de follar sin parar, cuando empiezas a quedar con alguien y lo único que quieres hacer con ese alguien es follar porque redescubres que follar es la hostia y además no requiere de casi ningún gasto económico (más allá de la protección); es algo perfecto, fino y bello, como la eterna regeneración de la naturaleza o un vaso de vino lleno hasta arriba.

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"Después del sexo se genera una hormona que se llama oxitocina, que es la hormona del vínculo. Las parejas que dejan de tener relaciones sexuales la van perdiendo"

Esta necesidad de sexo absoluto es quizás el mejor momento en la existencia de una persona. Ese momento en el que ya nada importa, solo follar y ser follado. Tal es la fuerza del sexo que la mayoría de gente que empieza una relación no sabe exactamente quién o cómo es esa persona a la que le entrega sus orgasmos, es un salto al vacío absoluto, un acto de fe.

“El sexo genera un vínculo a nivel hormonal, después de tener una relación sexual, se genera una hormona que se llama oxitocina, que es la hormona del vínculo. Las parejas que dejan de tener relaciones sexuales, o bien encuentran algún tipo de remedio, como pactarlas, o se van perdiendo aspectos afectivos”, me explica la sexóloga.

“Hay parejas que han llegado a acordar no volver a tener relaciones sexuales, incluso algunos que han abierto la pareja”

Comer siempre espaguetis a la carbonara, por muy buenos que estén y por muy exquisito que sea el producto, es algo terrible, una tortura; pues, de la misma forma, follar siempre con Manuel tiene que ser una auténtica pesadilla. “Hay una parte de prevención”, comenta la sexóloga, “hay que trabajárselo cada día pese a que la mayoría de parejas no crean que tienen que invertir parte de su tiempo y de su esfuerzo en seguir manteniendo ese punto de pasión y de convivencia a nivel sexual”.

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Y prosigue: “La novedad genera más estímulo sexual, no hay que automatizar las conductas sexuales porque al final siempre se acaba haciendo exactamente lo mismo, a la misma hora y el mismo día. Por eso hay que introducir pequeños cambios”, apunta Carme.

“Si siempre se tienen relaciones sexuales el sábado y estas empiezan con una felación o un cunnilingus y después la penetración, entonces llega un momento en el que todo el mundo ya sabrá lo que va a pasar. ¿Por qué no empezar por un masaje sexual?”.

Pero si el tema es que a partir de cierto momento el cuerpo del otro empieza a sudártela bastante y follártelo ya no es algo que te apasione demasiado (ni siquiera intentando “juegos” y cambios en el proceso del coito), si, en general, a ninguno de los dos os apetece demasiado tener relaciones, siempre se puede llegar a un acuerdo. “Hay parejas que han llegado a acordar no volver a tener relaciones sexuales, incluso algunos que han abierto la pareja”, aclara Martín.

Al final hay que aceptar el fracaso y llevarlo lo mejor posible, abrazar la realidad de que siempre te cansarás de follar y que la gente siempre se cansará de follar contigo y vivir con ello

Pero este panorama tampoco es el final del mundo. Se puede aguantar así y no tienes porqué sentirte mal. Todo bien. En el fondo, las estructuras de pareja se aguantan por subsistencia y el relato del amor es algo que ya no se aguanta por ningún lado. La gente sigue junta solo para poder pagar el alquiler de un piso o por tener a alguien que te diga antes de salir de casa que “ni se te ocurra ponerte este sombrero que pareces un viejo intentando ser joven”. Es, al final, una cuestión práctica.

Este proceso es natural y te irá pasando siempre con todas las personas con las que mantengas una relación. Al final hay que aceptar el fracaso y llevarlo lo mejor posible, abrazar la realidad de que siempre te cansarás de follar y que la gente siempre se cansará de follar contigo y vivir con ello. Es algo que le pasa a toda la gente que te rodea, en el trabajo, el súper o el autobús. Y bueno, tampoco está tan mal, en vez de follar, pues te lees un libro o te vas a la nevera y te comes una cuña entera de queso.