Así se disfruta la cruda en México

Existe un refrán mexicano que dice: "Dios mío, si en la borrachera te ofendo, en la cruda me sales debiendo".

Los mexicanos lo recordamos en el purgatorio del borracho, la cruda (resaca), al despertar después de una fiesta que se archivará en la sección de "recuerdos borrosos"; cuando el cuerpo no responde a las señales del cerebro; cuando la luz, el ruido o la caricia de una flor nos duele; cuando nuestro humor está más podrido que el alma de Donald Trump.

Sin embargo, el sufrimiento solo dura unos minutos, los que tardamos en arrastrarnos hasta la cocina, la fonda, o el mercado más cercano, y se disipa poco a poco con cada sorbo de pancita, con cada mordida picosa de la torta ahogada, con cada trago de cerveza helada.

Sí, nos gusta sufrir la cruda. Y lo hacemos muy bien.

Además, somos muy buenos para inventarnos comida curacrudas. Hacemos chilaquiles en mil y una versiones; inventamos tragos con cerveza y mariscos; hacemos ramen de todos los tipos —incluso los más improvisados, con los restos de comida del refri—; encontramos los mejores tacos curadores; las más ricas garnachitas callejeras; y descubrimos los poderes revitalizadores de los caldos. El repertorio de comida post-fiesta en México es infinito.

La cruda es democrática; nos une sin que le importe el estrato social o el lugar de procedencia. La cruda también es bondadosa, nos hace pagar un brevísimo impuesto doloroso, pero luego nos abraza, cuando la comida hace que el color regrese a nuestra pálida piel y la sonrisa a nuestra boca deshidratada; pero demanda dedicación: uno tiene que asumir el mal y hacer lo necesario para curarlo. Si te paras tarde, te vistes en chinga y te vas a la oficina sin probar bocado, créenos: la vas a pasar muy mal; pero si te tomas la vida con calma, te bañas con agua fría y te vas a conseguir el mejor almuerzo de la vida, te aseguramos que será tu mejor decisión desde que elegiste beber en exceso la noche anterior.

Disfruta tu cruda hoy. Visita nuestra colección de curacrudas con opciones para todos: los que quieren cocinar, los que quieren sentarse en un restaurante y los que prefieren entrarle a la cocina callejera.

¡Provecho!