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Drogas

Varias personas nos cuentan por qué decidieron dejar de fumar hierba

No todo el mundo está hecho para vivir en un colocón perpetuo.

Foto superior: usuario de Flickr daddyboskeasy vía

Fumar maría es una pasada… hasta que deja de serlo. Tal vez hayas pasado tu adolescencia medio fumado y has visto cómo todos tus amigos lo iban dejando, o quizá fuiste tú de los primeros del grupo que decidió que la hierba no es lo tuyo, ya fuera porque te daba mal rollo cada vez que fumabas o porque te cansaste de tener que esperar tres horas para poder pillar algo de hierba y encima de malísima calidad.

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Cada uno tiene sus razones para dejar la maría, así que, aprovechando el Día de la Marihuana, preguntamos a varias personas cuál fue la experiencia que les hizo dejar definitivamente los porros.

Lluvia torrencial

Empecé a fumar hierba más o menos a los 12 años, y a lo 15 iba fumado casi a todas horas todos los días. Una noche, estando en mi habitación, empecé a sufrir lo que ahora sé que era un brote de psicosis. Oía voces que me llamaban desde abajo, y cuando bajaba a ver, no había nadie. Oía el sonido de una intensa lluvia repiqueteando contra la ventana, pero cuando miraba fuera, la noche estaba tranquila y no caía ni una gota. A partir de ahí, era matemático: cada vez que empezaba a fumar, sufría las mismas alucinaciones. No me costó mucho deducir que era debido a la hierba, pero sí que tardé más en dejarla, porque me gustaba mucho y en mi grupo todo el mundo la fumaba.

No dejé la maría por completo a los veintitantos, cuando me di cuenta de que si fumaba solo de vez en cuando, no tenía aquellas alucinaciones. De todas formas, ahora casi lo he dejado del todo, porque sé que no soy capaz de controlarme. Soy fumeta por naturaleza, y no soy capaz de fumar "solo de vez en cuando".

- Joe

La rutina

Empecé a fumar a los 12, cuando nos juntábamos cuatro amigos y reuníamos 5 libras para comprar hierba. Poco a poco me fui aficionando, porque era un chaval y me lo pasaba bien fumando. A los 22 o 23, empecé a notar que al fumar maría me entraba ansiedad más o menos al cabo de una hora. Luego también me di cuenta del dineral que me estaba dejando en porros, todo para conseguir pillar un colocón que luego estaba deseando que se pasara lo antes posible.

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A pesar de todo, seguí fumando durante un par de años más básicamente porque formaba parte de mi rutina diaria. En enero de 2015 finalmente lo dejé por completo después de un episodio de ansiedad especialmente intenso en el que pensé que iba a sufrir un infarto. Volvería a fumar si lo disfrutara tanto como antes, pero algo ha cambiado en mi cerebro. Quizá suene un poco trascendental y místico, pero es verdad. En cualquier caso, ahora estoy mejor sin fumar hierba.

- AC

En soledad

Empecé a fumar hierba cuando conocí a mi ex, que era un fumeta. Solo fumaba cuando estábamos juntos, pero luego me dejó y empecé a fumar sola y a todas horas. Al cabo de tres o cuatro meses, comenzó a entrarme paranoia: siempre estaba en estado de alerta y sufría alucinaciones. No sé si fue consecuencia de la ruptura y la ansiedad y la depresión que esta conlleva o la maría, pero el caso es que dejé de fumar. Echo de menos colocarme y de vez en cuando se me pasa por la cabeza fumar de nuevo porque he leído en algún sitio que ayuda a calmar la ansiedad. Pero claro, si fumo, me entra ansiedad de pensar que puedo volver a sufrir paranoia, así que al final me resigno a aceptar que la hierba no es para mí.

- Clara

Un viaje a Ámsterdam

Nunca he fumado maría con tanta frecuencia como lo hacían los chicos de mi edad. A lo mejor le daba unas caladas a un porro muy de vez en cuando para aliviar un poco la resaca. En 2012 viajé a Ámsterdam con varios fumetas curtidos. El primer día fuimos a un coffee shop y probamos una modalidad que era fumar aspirando el humo de una bolsa. Lamentablemente, a mí se me fue la olla por completo: no sabía dónde estaba ni qué pasaba a mi alrededor; no reconocía nada ni a nadie. Hasta ahora, no se me ha ocurrido otra forma de describir lo que me pasó que diciendo que me quedé atrapado en mi propia mente. Es como si me hubieran puesto a resolver los enigmas filosóficos más complicados del mundo a la vez. Ni siquiera era capaz de articular una palabra mientras mi amigo me paseaba por la zona para calmarme.

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Todavía recuerdo aquel viaje y cada seis meses o así tengo flashbacks que me dejan en un estado de ansiedad y confusión durante una hora. Es muy raro, porque nunca he sufrido ansiedad, pero más o menos cada seis meses, por espacio de una hora, vuelvo a vivir aquella experiencia, aunque también es verdad que cada vez con menos frecuencia. En cualquier caso, desde entonces mi vida ha tomado otro rumbo y estoy muy feliz. En cierto modo, estoy agradecido de haber tenido esa experiencia.

- Daniel

Vínculo con la realidad

Desde los 18 años y durante varios años, fumaba maría a diario. Los porros me abrieron las puertas a un nuevo estrato social, gente que había decidido vivir la vida a su manera. La maría te abre la mente y provoca introspección, cualidades que sin duda contribuyeron a que experimentara revelaciones existenciales muy importantes y me ayudaron a entender mejor mi frenético cerebro.

Después de sufrir un episodio de psicosis inducida por las drogas, principalmente debido a la gran cantidad de sustancias psicodélicas que consumí a los 23, me planteé seriamente seguir consumiendo sustancias psicoactivas. Durante mi convalecencia, hubo veces que me fumaba un porro y sentía que mi cerebro viajaba a metamundos muy distintos de la cómoda sensación que solía aportarme antes la hierba. Han pasado cuatro años y ahora estoy más afianzada en la realidad, pero sigo controlando lo que fumo porque he vivido en primera persona esa degradable sensación de caminar en la cuerda floja entre realidad y el vacío.

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- Anna

Me harté

Llevo fumando hierba aproximadamente desde los 13 años, casi siempre con más gente, en las horas muertas entre clases o antes o después de salir de fiesta. Hace dos o tres años fui a un festival; me había propuesto tomármelo con calma y beber solo alcohol. Sin embargo, ese fin de semana me dolía mucho el estómago y lo poco que bebía me sentaba fatal.

Por suerte, me había llevado una bolsa de 20 g, pero cuando acabó el fin de semana, estaba harto. Me pasé todo el festival con un porro enorme en la boca y un sabor a metal permanente en la lengua, pensando, ¿Qué estoy haciendo? Si ni siquiera lo estoy disfrutando. Así que me terminé ese porro y decidí que se había acabado. Desde entonces he fumado en contadas ocasiones y en todas ellas me he mareado. Será que me estoy haciendo mayor, está claro. Y yo que pensaba que fumaría maría toda la vida… Pues va a ser que no. A lo mejor me tengo que pasar a los productos comestibles.

- Louis

@niluthedamaja

Traducción por Mario Abad.