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Sexo

Probé una aplicación que te guía mientras follas

Pillow Play es un mamporrero 2.0 que te dice a tiempo real lo que tienes que hacer en la cama.

Mi móvil es un crisol de aplicaciones. Es al mundo digital lo que Al Andalus fue a la península: un ejemplo de convivencia y mezcolanza. Más allá de las que se dan por hecho (Instagram, YouTube, Gmail), tengo instaladas en su memoria unas 10 apps de lo más dispares.

Está la que cuenta las calorías de lo que como (nunca la uso, pero me parece una fantasía que permita registrar "Hummus del Mercadona" o "Yogures marca Día"), la que computa los pasos que doy al día —la miro exclusivamente las tardes de resaca para autoconcienciarme de mi inactividad y hundirme aun más en la mierda—, la que calma mi impaciencia diciéndome cuánto le queda al autobús para llegar, la que se supone que me ayuda a ahorrar, la que envejece mis fotos y me muestra cómo seré de anciana, el autotune falso con el que pude comprobar que nunca iba a ser una trap queen…

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En Google Play hay 2,8 millones de aplicaciones disponibles, y en la App Store, 2,2, lo cual me hace sospechar que, efectivamente, hay una aplicación para cada una de las cosas que hago al día. Reflexionando sobre ello, mis cavilaciones me llevan inevitablemente a Black Mirror. E irremediablemente también (soy bastante básica), al sexo.

Y me doy cuenta de que jamás me he bajado una app sexual.

Así es la interfaz de Pillow Play. Imagen vía Pillow Play

Investigo un poco y descubro la aplicación definitiva, la que mejor pone en evidencia que la red de redes se nos ha ido de las manos. Se llama Pillow Play y su función es guiar a sus usuarios en el acto sexual durante el propio acto sexual, según los medios que la reseñan.

Ha sido creada por sexólogos y expertos de pareja, y en su página web se anuncia como una herramienta para una "conexión más profunda entre parejas ocupadas".

Es un agregador de podcast afectivosexuales, y cada uno de ellos va ilustrado con una foto de esas que parecen sacadas de los libros de inglés del instituto

Y, como eso de "conexión profunda" me suena apetecible en el sentido literal de la expresión, me bajo la versión de prueba.

La instalo y la abro sin saber nada más de ella. Se trata de un conjunto de audioguías, de entre 5 y 20 minutos, con actividades para poner en práctica en pareja. Es un agregador de podcast afectivosexuales, y cada uno de ellos va ilustrado con una foto de esas que parecen sacadas de los libros de inglés del instituto.

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Los audios que ofrece la aplicación no parecen, de entrada, muy eróticos. Imagen vía Pillow Play

Les echo un vistazo a las pistas de audio y me decepciono un poco. Tienen títulos como "10 things I'm Thankful for", "Memory Moments", "15 Kisses" o "Sensual Body Scan". Ninguno de ellos parece cumplir con mi idea sobre lo que considero una "conexión profunda". Ninguno de ellos me pone cachonda, así de entrada. Pero le propongo a mi pareja, a quien llamaré Ernesto* para preservar su intimidad, probar algunos de ellos. Accede de buen gusto.

Elegimos uno de los pocos audios que parece anunciar algo guapo: se llama "Irresistibly tantalizing". Pincho sobre la imagen en blanco y negro que lo ilustra y aparecen las instrucciones.

Uno de nosotros tiene que cubrirse los ojos y permanecer en un rol pasivo, y aquí viene el primer problema: el único pañuelo que tengo a mano es un palestino que me trajo él como recuerdo de Jordania, y lo último que quiero es sentir que le estoy haciendo un masaje tántrico al Nega. Así que me quito la camiseta y se la pongo sobre la cara.


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Para comenzar con el reto, recomiendan que la persona que llevará la voz cantante (yo, en ese caso), se ponga los cascos, a fin de que el otro participante se centre únicamente en sus sensaciones.

Procedo a iniciar el audio, pero antes la aplicación me da a elegir entre si quiero que me guíe Angelina o Zach. Elijo a Angelina y una voz sensual pero instructiva, acompañada por un hilo musical místico, como de iglesia, me guía en la gesta de "tentar irresistiblemente" a mi novio.

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Me dice que le bese en los labios de manera seductora, suavemente. Y eso hago, o eso intento hacer. Después, que haga lo propio con su cuello, que le meta los dedos en la boca. Oigo cómo Ernesto se ríe por encima de la voz de Angelina y me empiezo a reír yo.

Me siento ridícula, pero me hace gracia. La música de templo me acompaña mientras la voz de esa mujer desconocida me va guiando en la empresa de acariciar a mi pareja. Me canso: no es nada que no haga habitualmente, no me hace sentir nada distinto y encima lo de llevar cascos me incomoda.

Lo de la colonia, las velas y tal lo obviamos, por cuestiones logísticas. Imagen vía Pillow Play

No aguanto los 18 minutos que dura el audio sin quitármelos, quitarle la camiseta de la cara a Ernesto y seguir por mi cuenta. No oír su respiración, no poder escuchar si me decía algo, me estaba poniendo muy nerviosa. Hasta luego, Angelina.

Si afianzar nuestros lazos de pareja era el objetivo de este audio, lo ha conseguido a base de hacernos sentir ridículos. Gracias a Pillow Play, hemos probado algo nuevo, y eso es innegable: incluir la risa en el sexo. Volver a sentir vergüenza entre las sábanas frente al otro, volver a superarla.

Para el segundo round, la noche siguiente, escogemos un reto que también pinta emocionante: se llama "Your Inner Animal". Nos disponemos a encerrarnos en el cuarto, relajarnos y comprobar si es o no más efectivo que el anterior. Si realmente un audio es capaz de sacar nuestro animal interno, nuestro yo más salvaje.

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Para el segundo round elegimos el reto "Your Inner Animal". Imagen vía Pillow Play

Para este reto no son necesarios los cascos, así que nos disponemos a escuchar lo que Zach (en este caso no nos da la opción de escoger locutor) tiene que decirnos. Y Zach nos dice que nos sentemos en el suelo, que nos cojamos de las manos y que inspiremos y exhalemos aire pausadamente. Empiezo a excitarme pensando en lo que vendrá después. Me sudan las palmas de las manos y me arden un poco las mejillas.

Pero, en un giro inesperado, Zach, en nombre de Pillow Play, en nombre de la reconexión sentimental y la penetración profunda en el otro, nos ordena que pongamos cara de mono y, seguidamente, que procedamos a hacer sonidos de mono. Que sacudamos nuestros brazos, nuestro cuerpo, que gritemos y nos liberemos del pudor.


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A Ernesto le divierte. Yo tengo una sensación rarísima, entre morirme de la vergüenza por no poder seguirle el rollo y de la rabia por creer que iba a copular inminentemente y ver cómo mi plan se esfumaba de un plumazo.

De repente, las frases de Zach se intercalan con bongos, con tambores que nos trasladan a la jungla. Dudo sobre si venirme arriba e imitar al Rey Louie con todas mis ganas o no.

En nombre de la reconexión sentimental y la penetración profunda en el otro, nos ordena que pongamos cara de mono y, seguidamente, que procedamos a hacer sonidos de mono

Pero Zach nos pide que paremos y nos guía hasta el siguiente ejercicio, que también es más propio de un campamento scout que de una aplicación de sexo: que pensemos en un animal y lo imitemos, para que nuestra pareja averigüe de qué se trata. ¿Esto era un ejercicio para conectar con Ernesto o el jodido Party?, pienso.

El reto "Your Inner Animal" no era lo que parecía. Imagen vía Pillow Play

Tras 12 minutos buscando mi yo animal, vuelvo a la realidad y tomo conciencia de que Ernesto no me ha penetrado profundamente, como prometía Pillow Play. No al menos en el sentido literal. Pero igual inducirnos a ese ridículo absoluto que hacemos los adultos que hemos olvidado jugar cuando nos piden que lo hagamos sí que le ha enseñado una nueva parte de mí. Y lo de echarnos unas risas en los preliminares tampoco ha estado mal.

No soy esa clase de personas que escriben reseñas en la App Store, pero si tuviera que hacerlo, en la de Pillow Play dejaría constancia de lo siguiente: "Abstenerse aquellos que busquen sexo desenfrenado, nuevas ideas entre las sábanas o innovación coital. Ideal para aquellos que quieren superar la vergüenza en pareja, o comprobar cómo la risa puede dar lugar a uno de los mejores orgasmos que hayas tenido nunca. Si quieres revivir el campamento al que fuiste con 15 años en el que hiciste/te hicieron tu primera paja entre risitas nerviosas, también te irá bien. Un saludo, Ana Iris".