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Qué se siente ser un disidente en Turquía tras el golpe militar fallido

Tras el fallido golpe de Estado ocurrido el 15 de julio, muchos críticos y detractores del gobierno temen ser detenidos o desaparecidos.

Partidarios del gobierno queman fotos de Fethullah Gulen, el supuesto organizador del golpe de Estado. Petros Giannakouris / AP.

Hoy en día, para planear un rápido exilio político desde Turquía, se necesitan dos cosas: un mapa del mundo y la página de Wikipedia sobre los "requisitos de visado para los ciudadanos turcos". Si subrayas las relaciones que existen entre ambos, verás que la mitad inferior del mapa es más accesible que la parte superior. Si puedes hablar español, las opciones son infinitas: casi todos los países de América Latina están felices de recibirte.

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"No puede ser tan difícil de aprender, ¿cierto?" preguntó mi amigo, mientras buscaba Duolingo en la lista de aplicaciones. Estábamos sentados en un balcón en Estambul, donde los dos vivimos. Desde la Plaza Taksim, situada a unos pocos cientos de metros, llegó el sonido de miles de personas que cantaban el nombre del presidente, Recep Tayyip Erdogan.

Desde que un intento de golpe militar tuvo lugar el mes pasado, Turquía ha estado más dividido que nunca. Los partidarios del gobierno y otros que participaron en el enorme esfuerzo público que ayudó a frenar el golpe se han reunido a diario en las plazas de todo el país para celebrar la supervivencia del gobierno democráticamente electo de Turquía.

Pero otros, incluidos los críticos del gobierno como mi amigo, no están de fiesta. Temen quedar atrapados en las grandes purgas que el gobierno ha ordenado desde que fracasara el golpe, que hasta el momento han provocado la suspensión de más de 60,000 trabajadores y la detención de más de 18,000 personas, incluyendo 17 periodistas prominentes.


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Decenas de instituciones vinculadas a Fethullah Gulen, un clérigo sospechoso de organizar el golpe, han sido cerradas, y se han cancelado 50,000 pasaportes, una medida que el gobernante partido AKP considera vital para prevenir que los conspiradores huyan del país. Han declarado un estado de emergencia de tres meses y el gobierno ha comenzado a gobernar por decreto.

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Apenas una semana después del golpe, Amnistía Internacional publicó un informe que supuestamente contiene pruebas sobre la tortura y violación de presuntos golpistas que han sido detenidos. Sin embargo, el Estado ha negado tales afirmaciones.

Lo más inquietante es que no puedes saber qué va a pasar, ni siquiera puedes hacer planes.

Aunque el gobierno afirma que sus acciones sólo están dirigidas contra los partidarios de Gulen, quien vive en un exilio autoimpuesto en una mansión de Pennsylvania, los críticos dicen que las purgas son una cortina de humo para atacar a cualquier persona que critique al gobierno. Muchos liberales, temerosos de que los detengan o les prohíban hacer su trabajo, están haciendo planes para huir del país.

"Esta es la primera vez que pienso que tal vez debería marcharme", dijo Burcu, un académico que vive en Estambul. "Sufro porque ya no hay libertad para trabajar, expresarme, e incluso viajar al extranjero. Es completamente inestable. Eso es lo más inquietante: que no puedes saber qué va a pasar, ni siquiera puedes hacer planes".

Después de buscar imágenes de todos los países de Sudamérica y Centroamérica en Google, mi amigo finalmente se decidió por Costa Rica. Hay playas y estadounidenses allí, razonó, y donde hay playas y estadounidenses hay trabajo en los bares. Sin embargo, otros —especialmente los académicos— desean mudarse a algún lugar donde puedan encontrar trabajo en su campo. Para la mayoría, esto significa Europa occidental o Estados Unidos, ninguno de los cuales está particularmente interesado en entregar visas a los turcos.

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"No me iría de Turquía hacia cualquier país. Hungría, Rusia y Bielorrusia no son mejores. Me gustaría ir a Europa occidental, posiblemente regresar a Gran Bretaña", aclaró Ali, un analista político de un centro de estudios que hizo su maestría en Reino Unido. "Me siento más en casa. El 15 de julio, (la noche del golpe) fue un buen recordatorio de por qué me gustaría marcharme de nuevo. Solía criticar abiertamente al gobierno… pero con el estado de emergencia y la suspensión de la Convención Europea de Derechos Humanos, creo que el ambiente es demasiado intimidante".

Es una posición extraña para muchas personas. Por un lado, los liberales de clase media en Estambul no viven en una zona de guerra. Su vida no está en peligro directo. Sin embargo, el temor a la detención y la sensación omnipresente de ser observados —constantemente tener que autocensurar todo lo que se dice o escribe— es agobiante. Para la mayoría, sin embargo, no son razones suficientes para obtener asilo político en Occidente. Tienen que encontrar otra salida.

"Me siento desilusionado. No quiero involucrarme a este nivel en la política", dijo Mert, un académico, en un café en la parte europea de Estambul. "Sólo se puede luchar hasta cierto punto. Después de un rato empiezas a pensar que vivir tu vida de la manera que deseas es una declaración política en sí misma. Es ridículo".


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Para muchos, la sensación de que las cosas se van a poner mucho peor alimenta el deseo de salir. La noche del golpe murieron casi 300 soldados, civiles y policías. Aviones F-16 bombardearon edificios del gobierno en Ankara, y los helicópteros de combate abrieron fuego en las calles y derribaron a cualquiera que se interpusiera en su camino. En el Puente del Bósforo, donde los golpistas estacionaron tanques para detener los vehículos que cruzaran a Europa desde Asia, los manifestantes progubernamentales supuestamente decapitaron a un soldado.

Muchos de los reclutas del ejército que estaban en las calles la noche del golpe han dicho que no tenía idea de que eran parte de un complot para derrocar al gobierno, y que se les había dicho que sólo era un ejercicio militar.

Nadie sabe si el presidente va a utilizar este período para reconciliarse con sus críticos, o si utilizará el estado de emergencia para afianzar su poder. Tal medida podría desencadenar un segundo intento de golpe, o incluso conducir a una guerra civil.

Ayhan no podía esperar para saber a dónde llegaría. Pocos días después del fallido golpe, su nombre apareció en una lista de periodistas sospechosos de apoyar a los conspiradores, una afirmación que considera falsa. Entonces supo que tenía que marcharse.

Luego de evitar los aeropuertos por temor a ser detenido, se las arregló para escapar del país. "No es seguro", dijo, desde una locación secreta. "Sin importar lo que escribas, arman un caso en tu contra. Ya no puedo trabajar más. Es muy difícil para aquellos que creen en la democracia y para los liberales que apoyan los estándares de la UE".

De vuelta en el balcón en Estambul, mi amigo busca vuelos a Costa Rica en Skyscanner. Sin embargo, su precio es muy alto: más de tres veces el salario mensual promedio de Turquía. Los estadounidenses en las playas tendrán que esperar.

Algunos nombres han sido cambiados para proteger las identidades.

Sigue a Louise Callaghan en Twitter.