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Comida

Chicas: el vino blanco puede ser la causa de nuestro desastre emocional

¿Te reúnes cada viernes para beber vino blanco con tus amigas y calmar tu ansiedad o tu tristeza? No lo hagas, de hecho estás empeorándolo todo.

Imagina esta escena: un grupo de mujeres, solteras o amas de casa, bebiéndose botella y media de Chardonnay el viernes en la noche y llorando sus penas existenciales. Ajá, ese estereotipo de género está presente en todas las mentes occidentales. Pero hay una razón: resulta que es que en realidad el vino no está curando la tristeza femenina, de hecho, la están provocando.

Si eres mujer, puede que hayas notado que un par de copas de blanc de blancs te envíen a un estado emocional de ansiedad, estrés y auto-odio —y, de paso, al impulso consecuente de mandar mensajes de texto a tu ex novios—, pero esto no sucede cuando te tomas 6 margaritas con tus amigos durante la hora feliz en Sanborns. Bueno, pues esto no es una casualidad, hay un razonamiento científico legítimo detrás del por qué el vino blanco te transforma en un cómic viviente de Cathy.

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Antes que nada, es fácil olvidar que el alcohol es por naturaleza un depresivo (a pesar de lo animada que puedas sentirte luego de tomar una "bola de fuego" y escuchar un remix de Ignition). Y de acuerdo con un centro de caridad contra el abuso del alcohol del Reino Unido llamado Drinkaware, hay menos factores en juego en tu mala reacción al vino blanco. Para empezar, la mayoría de las mujeres son propensas a llenar de más su copa de vino, sin darse cuenta de que se están sirviendo mucho más que lo que obtendrían en un restaurante.

Pero más allá de eso, el vino blanco en particular está lleno de sulfitos, compuestos de azufre que se encuentran naturalmente en las uvas pero que también se agregan al vino durante el proceso de fermentación, como un tipo de preventivo contra bacterias no deseadas y crecimiento de levadura. A pesar de que se requiere más investigación para crear una una conexión definitiva, los sulfitos han sido asociados con las quejas por depresión, tristeza post-bebida, dolores de cabeza, problemas de digestión y otras dolencias.

Los vinos blancos, por naturaleza, requieren más sulfitos agregados en su proceso de producción que los vinos tintos. Si tus cambios de humor son extremos luego de darle a la botella, puede ser posible que tengas una sensibilidad alta ante los sulfitos, o que sufras de alergia a los sulfitos, que es bastante común. De hecho, existe grupo de científicos que afirma que la depresión está ligada estrechamente con las alergias a la comida.

Además de eso, el vino blanco tiene un montón de azúcar –por lo menos un 50 por ciento más que el vino tinto—. De acuerdo con The Washington Post, una medida de cinco onzas de un vino semi dulce como el Riesling puede contener unos pasmosos 14 gramos de azúcar. Suma eso a las altas y bajas de azúcar (o al menos esa resaca insoportable que obtienes en la mañana luego de haber tomado toneladas de champagne) y básicamente tienes un coctel (valga la redundancia) que seguro será efectivo en alimentar las crisis emocionales y los desastres de autoestima.

Y tal vez, como muchas mujeres, no pesas mucho y no te das cuenta de eso. Para bien o para mal, las mujeres experimentan concentraciones más altas de alcohol en la sangre que los hombres luego de beber cantidades iguales de alcohol, y no es por poco. Según la Universidad de Notre Dame, las chicas absorben cerca de un 30 por ciento más de alcohol en su sangre que los hombres del mismo peso que han bebido la misma cantidad y tipo de tragos, sobre todo debido a la más alta concentración de grasas corporales y la más baja cantidad de agua corporal en las mujeres.

¿Esto significa que debes dejar de lado el vino blanco para siempre? Nah. Pero si tienes una magnum de Vourray a tu lado noche tras noche, y notas que tus lágrimas se escurren sin poderlas detener, podría valer la pena considerar cambiar a una bebida que sea un poco más amigable con tu ánimo.