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'Pandillas' de orcas están atacando a los pescadores en Alaska

Como piratas del Mar de Bering, las orcas están echando a los pescadores de la zona.

Las ballenas asesinas son de los depredadores más salvajes del océano, pero siempre se ha dicho que no atacan a los humanos (se conoce solo un ataque de orca salvaje contra una persona). Pero eso no significa que no puedan ser molestas.

Desde tiempos inmemoriales, los pescadores han merodeado las aguas del Mar de Bering, la franja de separación entre Alaska y Rusia, en busca de abundantes cargas de bacalao negro y halibut o fletán. Pero últimamente, una población renovada e insolente de orcas, como piratas del océano, persigue agresivamente a los pescadores, a menudo escapando con miles de pescados robados.

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Un reportaje publicado esta semana en Alaska Dispatch News aclara un poco la situación sobre la "depredación" —en la jerga de pescadores se refiere al robo de pescas, en este caso hecho por orcas— y cómo ésta afecta la vida de los pescadores.

"Nos están sacando del Mar de Bering", contó Paul Clampitt, dueño de un bote pesquero, al National Post.

Otros capitanes se han quejado del acoso continuo que sufren por parte de las orcas. Según el recuerdo mórbido de un pescador, cuando subieron la captura solo pudieron ver "los labios" de los halibut colgados en los anzuelos.

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Los peces no son el único recurso que se llevan las orcas. Los capitanes, recelosos de estas manadas agresivas, intentarán esquivarlas o enfrentarlas gastando combustible —miles de litros— y tiempo.

En una carta dirigida al North Pacific Fisheries Management Council, Robert Hanson, capitán de un bote pesquero, describió la tenacidad de las ballenas: "La manada me persiguió durante casi 50 kilómetros por el límite norte y 56 por el oeste. Permanecí a la deriva por 18 horas, la máquina detenida y las orcas rodeándome".

El problema es que, como el biólogo John Moran le dijo a Alaska Dispatch, las ballenas asesinas —cazadoras hábiles y sociales— no solo aprendieron a perseguir barcos pesqueros, sino que están enseñando de manera activa a otros miembros de la manada a convertirlos en su presa.

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Hasta ahora los intentos por disuadir a la ballenas no han tenido éxito, un método común es el uso del sonar para alejar ballenas sin lastimarlas, pero en esta ocasión no ha tenido ningún efecto positivo.

"Se convirtió en la campana para avisar que la comida está servida", dijo Clampitt a National Post.

Es difícil no sentir empatía (y frustración ajena) por los pescadores, tomando en cuenta que su sustento está en juego aquí. Pero también: ¡mierda, las ballenas asesinas son inteligentes! ¡Rastrean botes! ¡Se enseñan unas a otras! ¡Utilizan el sonar a su favor!

Los pescadores se han acercado al North Pacific Fisheries Management Council con dos propuestas: hacer un estudio sobre la depredación de las ballenas asesinas y cambiar su principal equipo de pesca, los anzuelos, por las "nasas" (un método que protegería mejor la pesca del robo).

Por ahora, no parece haber una solución a la vista.