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El turismo de borrachera está destruyendo las ciudades europeas

Ya sea meando en monumentos nacionales o grabando "ENVÍA FOTOS DESNUDA" en colinas milenarias, los turistas borrachos están destruyendo los destinos europeos más populares para salir de fiesta.
Imagen por Jamie Lee Curtis Taete

Los ciudadanos del norte de Europa ―especialmente los británicos― pasan todo el año encerrados en la húmeda y gris prisión que es el clima de su región. De modo que cuando tienen oportunidad de escapar de esa circunstancia durante una semana o dos, lo hacen con ánimo de venganza, descendiendo hasta el sur y el este de Europa como una horda de langostas fiesteras, listos para ponerse ciegos como topos, desnudarse y no respetar lo más mínimo las "horas de silencio" que se mencionan en las normas de nuestras casas de Airbnb.

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Cuando nos arrastramos hasta casa después de la temporada alta, los pocos lugareños que no han huido todo el verano de la zona tienen la ingrata misión de arreglar el desastre: sus monumentos nacionales manchados de pis y el olor a vómito que persiste en sus pintorescas calles adoquinadas. Para descubrir hasta qué punto es esto sostenible, preguntamos a varios colaboradores de siete destinos de fiesta de toda Europa cómo esos ríos de pota ácida están corroyendo puntos emblemáticos de sus países y qué están haciendo los lugareños para combatirlo.

Las islas griegas

Las islas griegas pueden ser un paraíso, pero también atraen al tipo más mierdoso de turistas: británicos y otros ciudadanos del norte de Europa desesperados por calmar el punzante dolor de sus quemaduras solares con alcohol y drogas. Esta raza de viajeros está dejando huella en islas como Corfú, Zante, Mikonos e Ios, donde –en temporada alta– los turistas se acosan sexualmente unos a otros, se pelean a puñetazos y destrozan casas y hoteles locales todas las noches. Como resultado, muchas ciudades que son destino de fiesta en estas islas están viendo un descenso en su economía local: las familias y los turistas de mediana edad, que generalmente gastan más dinero durante sus vacaciones que los adolescentes borrachos, están evitando deliberadamente veranear en ellas. Por ejemplo, el número de personas que visitan Kavos, un popular destino de fiesta situado en Corfú, ha descendido en un 30 por ciento en años recientes.

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Los habitantes de Kavos, hartos de la música ensordecedora, las peleas, los cristales rotos y el comportamiento generalmente antisocial de los borrachos, están presionando a las autoridades para que intervengan. La Asociación Cultural de Kavos recientemente ha enviado peticiones para que haya más policía patrullando las calles y para que los bares dejen de poner música a una hora más temprana de la noche. La Asociación recientemente demandó a varias agencias de viajes como Thomas Cook y Tui por dañar la economía local animando a los turistas a asistir solo a determinados locales e incluso trató de detener el rodaje de Geordie Shore en 2016.

"Este comportamiento no debería considerarse como normal", dijo al Daily Mail Vangelis Aspiotis, presidente de la Asociación Cultural de Kavos. "Estos críos se limitan a mirar internet en sus teléfonos, utilizar condones y emborracharse. Nos sentimos avergonzados por nuestra ciudad".

– Thodoris Chondrogiannos, colaborador de VICE Grecia

Ámsterdam, Holanda

Turistas en Ámsterdam sobre una bicicleta de cerveza, un vehículo que todos los lugareños aborrecen. Foto: Kas van Vliet

Si caminas por el centro de Ámsterdam, lo primero que te llega es el olor de los turistas, ya sea procedente de los gofres cubiertos de Nutella que se zampan, la White Widow que se fuman o cualquier cosa que acaben de vomitar sobre el pavimento. Por supuesto, los verás poco después de olerlos: los turistas han hecho que la capital del país más densamente poblado de Europa esté ostensiblemente más superpoblada. En 2015, 17 millones de personas de todo el mundo visitaron Ámsterdam, una ciudad de unos 800.000 habitantes. Y se calcula que este número de visitantes crecerá hasta alcanzar los 23 millones en 2025. Los lugareños normalmente evitan pasar por algunas partes del centro de la ciudad porque no hay manera de avanzar entre las multitudes y la Kalverstraat –la principal calle comercial de la ciudad– tuvo que ser cerrada varias veces a lo largo del verano por masificación peligrosa.

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La reputación de Ámsterdam atrae visitas de muchos turistas que solo quieren estar fumados durante toda su estancia, a menudo poniéndose a sí mismos en peligro en el proceso. Hay informaciones frecuentes de visitantes que son atropellados por tranvías o caen a los canales y se ahogan. En 2014, tres turistas británicos fallecieron después de consumir heroína blanca que les habían vendido como cocaína. Y unos cuantos incidentes letales relacionados con turistas que habían tomado setas ―incluyendo uno en que una chica de 17 años saltó desde un puente― han desembocado en la prohibición de las setas con psilocibina en Holanda.

En un intento por reclamar la ciudad, un emprendedor local ha propuesto una solución: Holland World, un parque temático que recreará Ámsterdam, con réplicas a tamaño real de los puntos de interés, bares y canales de la ciudad. Se construirá a pocos kilómetros de la ciudad y, si todo resulta según lo planeado, podrás volar hasta allí y hacer el loco en algún momento de 2023.

– Ewout Lowie, Editor de VICE Holanda

Magaluf, España

Imagen por Jamie Lee Curtis Taete

Mientras que los barceloneses protestan contra el turismo con pancartas como "Tourists go home" ante la especulación inmobiliaria y los efectos del turismo de masas en su ciudad, es Magaluf la zona más golpeada por el turismo de borrachera.

Toda la fiesta de Magaluf se concentra en una sola calle: Punta Ballena. Cada verano, la localidad mallorquina se convierte en el lugar en que miles de jóvenes ingleses se pegan la fiesta de sus vidas. Durante la temporada turística, los servicios de limpieza municipales recogen media tonelada de basura al día solo en esa calle. Las licorerías venden garrafón como churros y los bares de la zona hacen el agosto a base de chupitos y sangrías.

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Las noches en esta localidad mallorquina son un cóctel explosivo de alcohol, drogas, prostitución, vandalismo, suciedad y delitos. Alfonso Rodríguez, portavoz de la coalición Esquerra Oberta, explica que el turismo de borrachera trae consigo problemas que dificultan la convivencia en la zona. Además de la suciedad, los vecinos llevan años denunciando el ruido, la prostitución, los robos y el incivismo que se repite a diario.

Mientras las autoridades locales intentan frenar el 'todo incluido' de los hoteles y limitar las ventas de las licorerías de la zona para paliar algunos de los destrozos que sufren, los vecinos de Magaluf no han dado una respuesta fuerte y organizada al turismo en el municipio. En el conjunto de la isla de Mallorca, en cambio, sí que existen organizaciones que combaten la masificación turística y sus efectos sobre la economía local y el medio ambiente.

– Jaume Ribas, colaborador de VICE España

Hvar, Croacia

Un grupo de turistas en varios estados de desnudez en Split, el pasado mes de mayo. Foto vía

Si vas a ir a Croacia de fiesta y no vas a asistir a uno de los 8.000 festivales que han surgido por allí en los últimos cinco años, lo más probable es que vayas a dirigirte a Hvar. El hecho de que la ciudad se haya convertido en un importante destino de fiesta está empezando a molestar a los lugareños, porque las estupideces que hacen los visitantes borrachos para echar unas risas pueden tener un efecto real en la gente que realmente vive ahí.

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Hace un par de veranos, unos turistas australianos subieron a la torre de la iglesia local en mitad de la noche, corrieron por el tejado, rompieron un montón de azulejos, hicieron sonar la campana de la iglesia y despertaron a media ciudad. Este año, un turista británico creyó que sería gracioso caminar por ahí vestido como un terrorista, lo que provocó bastante inquietud y rabia entre los lugareños. Pero los problemas no se limitan a Hvar: en 2015, un turista irlandés borracho se ahogó en Split después de saltar desde un velero a las 2 de la madrugada. Estaba oscuro y los servicios de emergencia locales no pudieron responder a tiempo para salvarle.

Las autoridades locales están planeando ahora pasar a la acción. El alcalde de Hvar, Rikardo Novak, quiere obligar a los turistas a cumplir los códigos de conducta, obligándoles a pagar cuantiosas multas si no los cumplen. La UNESCO advirtió a Dubrovnik (que, como Split, atrae a un gran número de turistas en parte debido a que allí se rodaron escenas de Juego de Tronos) acerca de los peligros de superpoblar el casco antiguo de la ciudad y el alcalde de la ciudad quiere recortar el número diario de turistas a la mitad, de 8.000 a 4.000. Pero en realidad todavía no se ha hecho nada y los lugareños dependen enormemente de la industria del turismo. Sea como fuere, tristemente se prioriza el beneficio económico por encima de la conservación de una ciudad histórica.

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– Vuk Oreb, colaborador de VICE Serbia

Cracovia, Polonia

Foto: pixabay

Cuando Polonia se unió a la UE en 2004, Gran Bretaña estaba entre nuestros aliados más amistosos, dando la bienvenida a los ciudadanos polacos sin límites para instalarse y trabajar. Los polacos estábamos listos para ser igual de hospitalarios y ofrecimos a los británicos lo mejor que nuestra tierra podía proporcionar: vodka, salchichas y anfetaminas. Gracias a la proliferación de vuelos y albergues baratos, los británicos no tardaron en dirigirse en masa a Cracovia, la antigua capital de Polonia.

Al principio la ciudad estaba encantada de recibirles, pero en una fecha tan temprana como 2007, los pubs locales empezaron a prohibir la entrada a los británicos, colgando carteles que afirmaban explícitamente que no les servirían. "Vinieron en gran número, pidiendo los tipos de alcohol que no servimos y, tras varias copas, era realmente difícil comunicarse con ellos", contó el propietario de un pub al Polish Express. En determinado momento incluso el clero local intervino y el Arzobispo y cardenal Stanislaw Dziwisz llamó a la "renovación espiritual" en una carta a las congregaciones, criticando el turismo de masas de Cracovia. "La ciudad está ahora llena de clubes nocturnos donde la gente se comporta de forma profana", escribió.

La cuestión es que la cultura británica del alcohol conmocionó a los polacos porque es salvajemente diferente a la nuestra. En Polonia bebemos porque estamos tristes, no porque queramos pasarlo bien. Normalmente bebemos a solas, a veces con un amigo y, en algunos casos excepcionales, con un puñado de gente. Bebemos meditando sobre la miseria de la vida hasta que nos caemos de la banqueta. Las despedidas de soltero, las rutas por diversos bares, los juegos para beber y los cánticos son tan exóticos para nosotros como debe serlo para los británicos beber el jugo de los pepinillos en vinagre para curar la resaca.

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El ayuntamiento de Cracovia ha ignorado durante mucho tiempo los problemas creados por los bebedores británicos en el centro de la ciudad, porque se sienten satisfechos con esa fuente de ingresos. Por eso los emprendedores de la ciudad están actuando por su cuenta e intentan atraer a los visitantes hacia formas más civilizadas de diversión, como disparar armas de gran calibre en las galerías de tiro locales.

– Maciek Piasecki, Editor de VICE Polonia

Venecia, Italia

Foto: Tim McCune, vía

Todos los veranos, Venecia es escenario del mismo panorama: miles de visitantes que llegan diariamente en cruceros, turistas borrachos tirándose desde los puentes y gente meando en los portales de las casas y los hoteles más exclusivos a las 9 de la mañana. La legendaria ciudad está perdiendo su personalidad y se está granjeando el nombre de "Disneylandia sobre el mar".
El turismo de masas no es ninguna novedad para Venecia, pero a lo largo de los últimos años se les está yendo de las manos. Los números varían, pero se dice que en torno a 30 millones de turistas visitan la pequeña ciudad todos los años. La repercusión de ese hecho es tan perniciosa que las Naciones Unidas han amenazado con poner a Venecia en su lista de patrimonio mundial en peligro si no puede encontrar el modo de lidiar con el volumen de turistas, especialmente los que llegan en cruceros.

Las autoridades venecianas han tomado medidas en un intento por reducir la molestia para los lugareños, como localizar a los turistas que no se comporten bien y limitar el acceso a algunos monumentos y plazas. Pero parece que eso no es suficiente para muchos habitantes, que huyen de la ciudad en masa. Ahora mismo hay menos de 55.000 personas viviendo en Venecia, en comparación con las 175.000 de la década de 1950.

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No obstante, unos cuantos venecianos están resistiendo: a principios de este año, 25.000 personas votaron que se prohibiera que los transatlánticos gigantes atracaran en la laguna, aunque un esfuerzo similar en 2015 fue ignorado por el gobierno local. Hace unos meses, 2.000 lugareños se reunieron en las calles para protestar en una manifestación llamada " Mi no vado via" (Yo no me marcho). Giampietro Gagliardi, miembro del grupo de acción local Generazione '90, declaró a la prensa local que hay muchos venecianos que todavía están dispuestos a alzarse para defender su ciudad. "Queremos dejarlo claro", dijo. "Los venecianos están aquí y van a luchar por quedarse. Queremos volver a apropiarnos de nuestra ciudad y salvarla de la monocultura del turismo".

Leonardo Bianchi, Editor de noticias de VICE Italia

Reikiavik, Islandia

Foto de Megan Horan

En 2016, Islandia dio la bienvenida a casi 2 millones de turistas, un incremento del 39 por ciento en comparación con 2015. Es justo decir que la pequeña isla, con una modesta población de 334.632 habitantes, se ha convertido en un popular destino vacacional. Aunque los islandeses siempre están felices de dar la bienvenida a los aventureros y los recién casados de ojos chispeantes, la afluencia de otro tipo de turistas está comenzando a hartar a los lugareños.

Aunque el centro de Reikiavik está bien equipado para los visitantes extranjeros que buscan ir de fiesta, el campo ―donde también se aventuran muchos de ellos― sufre los efectos de los turistas que no saben comportarse. A principios de este año, uno de los incontables grupos de jóvenes al borde del coma etílico grabó "ENVÍA FOTOS DESNUDA" en nuestras ancestrales colinas cubiertas de musgo. Los turistas que conducen Land Rovers se salen de las carreteras y se adentran en zonas que llevan décadas sin ser pisadas por el ser humano. Y en 2015, un artista que estaba de visita pintó uno de nuestros históricos géiseres de color rosa brillante. Le pusieron una multa de 540 euros, pero se negó a pagarla y le permitieron que saliera del país.

Hasta ahora, los islandeses que están hartos del turismo de masas en la isla no han emprendido muchas acciones. Nos quejamos en una página de Facebook y no salimos hasta las 2 de la madrugada, porque sabemos que esa es la hora en que los turistas borrachos se tambalean hacia sus alojamientos.

– Hanna Blåhed, colaboradora de VICE Suecia