La pizza siempre me recuerda mi infancia en Hong Kong

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La pizza siempre me recuerda mi infancia en Hong Kong

Cómo la obsesión de mi padre por la pizza marcó mi infancia.
ER
traducido por Elvira Rosales

Mi papá no puede ir a un restaurante sin calcular los aspectos empresariales del establecimiento. Es una experiencia muy incómoda. Se sienta por ahí y mira cuántas mesas y meseros hay, lo que la gente ordena y adivina cuál será la ganancia del restaurante.

Muchas personas van a restaurantes por la experiencia: disfrutar la comida y el ambiente de estar juntos en familia. Para nosotros, si no comemos en casa, la comida se vuelve otra cosa, donde ni siquiera se habla de los alimentos. Solo se habla de negocios.

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Los padres de la autora (centro). Todas las fotos son cortesía de la autora.

Parte importante de la identidad de mi padre es que es un refugiado de la revolución cultural. Es originario de Swatow en el sur de China y su familia —es el penúltimo de seis hermanos— era propietaria de una fábrica textil en China donde eran bautistas (mi bisabuelo era ministro bautista). Básicamente, todo el que no huyó cuando la revolución cultural comenzó, era enviado a campos de concentración y era obligado a hacer trabajos forzados, cosas así.

De manera que vino a Hong Kong con su familia cuando tenía 9 años, vivían con otras 15 personas en una sola habitación. Toda su vida teniendo dinero y ahora sin nada, fue un impacto muy fuerte para mi padre.

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Ahora parece que solo puede mirar las cosas a través del lente empresarial, queriendo encontrar una forma de hacer dinero y ha tenido tantos trabajos a lo largo de su vida. Así es mi padre.

Vino a Estados Unidos cuando tenía veintitantos e incluso vivió un tiempo en Nueva York; ha ido a un restaurante llamado Oriental Garden desde los 70. En algún punto, mi padre consiguió un trabajo en Estados Unidos, quería lanzar Singapore Airlines como agente de viajes. Lo mandaron de Hong Kong a Nueva York y comenzó rentando un escritorio en Mott Street dentro de un banco al lado del parque. Algunos de sus amigos compraron el banco y lo convirtieron en una funeraria; él trabajaba en la bóveda. Ahí también era donde limpiaban y preparaban los cadáveres para los funerales chinos.

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En fin, en ese entonces, viajó por Nueva York y el resto del país, por lo que llegó a California. Mi padre encarna el Sueño Americano: la idea de perseguir una oportunidad o posibilidad de hacer algo por ti mismo incluso si no tienes nada. A todas partes donde iba, veía las cadenas de restaurantes chinas y en verdad se enamoró de la idea de llevar una cadena estadounidense a Hong Kong.

Entonces se encontró con Numero Uno, una cadena de pizzas al estilo deep-dish de Chicago, o el equivalente a TGI Friday's de la pizza. Y se quedó en su mente la idea de llevarlo a Hong Kong.

¡Y lo logró! Fue a de finales de los 80 o principios de los 90 cuando lo hizo. En ese entonces Domino's todavía no había llegado, Pizza Hut no existía. Pero mi padre abrió seis o siete sucursales Numero Uno. Sin lugar a dudas, fue la primera cadena de pizzas en Hong Kong.

El autor en su fiesta de cumpleaños con pizzas.

Casi todas las fiestas de cumpleaños —por lo menos hasta que cumplí seis— las organizaron en pizzerías. Cuando era niña, asistía a la escuela internacional china y mi papá era uno de los vendedores que llevaba pizza a las ferias escolares. Iba con mi mamá, armábamos el puesto y luego paseábamos por el lugar mientras ellos servían pizzas.

El asunto es que en el Hong Kong actual, quizá ese tipo de cosa funciona, pero en ese entonces la ciudad solo se manejaba en efectivo, así que las cadenas y corporativos no eran algo importante. De manera que el modelo de cadenas no encajaba con la ciudad.

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Uno de los primeros eventos que sucedieron cuando mi padre abrió Numero Uno fue que todos los miembros de una pandilla llegaron a pedir dinero a cambio de protección. Recuerdo que mis padres hablaban mucho al respecto: los de la tríada venían y llenaban el restaurante cuando estaba abierto, una mesa para cada persona y bebían una sola cosa, todos los días hasta que les entregaban dinero. Insistían en que las contrataciones del personal se hiciesen a través de ellos.

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Abrió todas las pizzerías teniendo el Sueño Americano en mente, pensando que serían un éxito. Pero solo le esperaban pesadillas. Incluso la comida tenía que importarla desde Estados Unidos. A veces llegaba tarde o los chefs cambiaban las recetas.

En su mejor época, probablemente era dueño de siete Numero Unos. Los había tenido por cinco años y al final, casi lo vuelve loco, así que los cerró cuando yo tenía siete años. De cualquier forma ya había iniciado un negocio de comercio mercantil con sus amigos y resultó ser muy exitoso.

Actualmente, Hong Kong es una ciudad muy diferente. Mi padre mira cómo otras cadenas de restaurante están surgiendo en Hong Kong y China, le encanta. Está obsesionado con el restaurante Pret A Manger. O sea, podría comer ahí y hablar del tema todos los días. No puede creer que la comida sean tan constante en todo el mundo y lo que obtienes por ese precio… ni siquiera quiero empezar.

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Cuando la Revolución de los Paraguas sucedía, la gente acampaba en las carreteras y bloqueaba todas las vías. La oficina de mi padre está en Queens Road, así que caminaba hasta el sitio de protesta todos los días con su secretario y compraban en McDonald's, como 50 comidas, para entregarlas a la gente. Le encanta ver a jóvenes salir a las calles y tomar acción.

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Hoy en día, mi hermano y yo tenemos una relación especial con la pizza. No la como mucho, pero si lo hago es con mi hermano. Mi hermano pasó por una fase llena de pizza cuando se mudó a Nueva York. Íbamos a Di Fara en cualquier momento, me escapaba del trabajo para vernos. No es broma, conducíamos hasta Connecticut para ir a Frank Pepe Pizzeria Napoletana por una pizza de almejas. Creo que he hecho eso dos veces.

Mi padre las odia. No se trata de la nostalgia. Odia la pizza. En este momento de su vida se ha convertido en un adicto al ejercicio; se ejercita todos los días. Entonces le parece totalmente asqueroso. Pero mi hermano y yo adoramos la pizza. Es una cosa familiar, o al menos así es como lo sentimos nosotros.

Tal y como fue contado a Charley Lanyon.

Sarah Law lanzó KARA la marca de bolsas en Nueva York en 2013.