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Cultură

Un día en un centro de rehabilitación para animales

El centro Alforme sana perros, gatos y loros utilizando caminadoras, balones y piscinas.

Gibson, recientemente operado de una hernia discal, acaba de hacer su tercera sesión de caminadora acuática. Todas las fotos son de Paul Villard.

Alforme, un centro de rehabilitación para animales, abrió sus puertas en 2013. Hoy cuida entre 15 y 20 peludos pacientes al día. Este lugar, situado en la comuna de Maisons-Alfort de la región de Isla de Francia, fue creado por el veterinario Artem Rogaley, que estudió en la Unidad de medicina de la crianza y del deporte de los animales. Dicha unidad utiliza la fisioterapia para estas criaturas desde 1996. En un principio, esta práctica estaba únicamente reservada a los animales de trabajo como lo son los "perros salvavidas" y los caballos. Poco a poco, los animales caseros también pudieron aprovechar estos diferentes tratamientos para ayudar a calmar sus males.

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A diferencia de los países anglosajones donde esta tendencia se ha esparcido desde los años 80, la fisioterapia animal ha permanecido oculta en Francia. Si pensamos sobre esto, parecería bastante lógico que los animales podrían ser curados de la misma manera que los humanos. Sin embargo, incluso las compañías aseguradoras de animales acaban de enterarse de las posibilidades de cuidado animal que provee Alforme. La fisioterapia animal se inspira en la medicina humana con las mismas máquinas utilizadas con las personas, como los ultrasonidos y las ondas de choque. También, como los humanos, los animales deben realizar varias sesiones de recuperación para poder obtener los resultados deseados.

Spok, el perro del veterinario, se entrena en equilibrio en un balón.

En Alforme todo comienza por una consulta veterinaria para acelerar el diagnóstico de los males que padece el animal, y así empezar el procedimiento para atenuarlos o para desaparecerlos. Se pueden prescribir sesiones de caminadora, de trabajo de equilibrio con balones, aplicaciones de frío y de calor, electro estimulación, ondas de choque, de láser, ultrasonidos, de piscina, de caminadoras acuáticas y hasta de jacuzzis con burbujas —así estos últimos sirvan también para los perros que quieren venir para que los consientan.

Casi el 60 por ciento de los pacientes vienen a curarse de la artrosis, de una parálisis o de una ruptura de ligamentos cruzados. También puede tratarse de una ayuda para que los animales viejos o con sobrepeso estén en forma. Esto concierne al 95 por ciento de los perros y al 5 por ciento de los gatos, aunque también (en raras ocasiones) a los conejos, a los hurones e incluso a los loros cuyas alas se hayan estancado en su jaula; estos son los animales que han venido a proceso de rehabilitación en Alforme. Una vez el protocolo se establezca y las técnicas estén escogidas, el animal tendrá por lo menos diez sesiones antes de que se saque una conclusión de su mejora.

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El auxiliar veterinario intenta sacar a First del agua.

El primer paciente del día es un perro Leonberg de cinco años, llamado First. Este imponente paciente de 72 kilos tiene una deficiencia de musculatura en sus patas traseras. Para preparar su vejez, su dueña lo trae una vez por semana a Alforme para que pueda estar en forma. Actualmente lleva ocho sesiones. En su última visita, First se entrenó en la caminadora acuática pero no entendió muy bien su funcionamiento por lo que casi la rompe, así esta sesión tardará solo doce minutos. Así el pequeño elevador pueda mantener bastante peso, al auxiliar veterinario le cuesta mucho lograr que First entre a la piscina. Ya adentro, le ponemos un arnés que lo mantiene en el agua. Es entonces que comienza la sesión de ejercicio para el perro que, por instinto, empieza a nadar en vez de solo flotar.

Después de un tiempo, First comienza a cansarse del ejercicio y una hamburguesa de plástico no es suficiente para motivarlo y hacerlo permanecer en la piscina. Después de doce minutos de grandes esfuerzos, la manipulación que requiere sacar al perro del agua se convierte en una tarea aún más difícil que lo que fue introducirlo a la piscina. El perro se resbala en el elevador, moja todo lo que lo rodea y se sacude constantemente para secar su pelo. Después de echarle champú solo tiene ganas de una cosa, salir de este lugar para echarse una siesta.

Ina durante una sesión de ultrasonido.

En un registro un poco más pequeño, Ina, una sharpei de un año y medio, viene para su séptima sesión de ultrasonido. Ina sufre de una dislocación de la rótula congénita. Los ultrasonidos son un proceso de calentamiento que permiten estirar la articulación. La pequeña perrita tiembla como una hoja mientras está en su sesión y no está muy a gusto con lo que está pasando. Enseguida la llevan a la caminadora acuática en la que está mucho más cómoda. La rapidez de la caminadora está calculada en función de las capacidades del perro y se aumenta con el paso del tiempo. Gracias al agua, el perro debe hacer un esfuerzo extra para caminar haciendo movimientos más suaves. Después de quince minutos de esfuerzo, la pequeña paciente se empieza a cansar y es hora de volver a sus ocupaciones caninas.

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Luego, el veterinario Artem Rogalev utiliza sus dos perros, Spok y Bémol, para mostrarnos el trabajo de equilibrio. Rápidamente se lanzan a los balones y a la caminadora. Nos ofrecen una postura prestigiosa en la que se suben a los balones y logran mantenerse fácilmente con sus cuatro patas encima de ellos. Todavía muy cómodos, empiezan a hacer zigzag y pequeños saltos en diferentes obstáculos con toda la facilidad y la destreza posible. Estos dos perros están en forma y Artem los pone a pruebas para hacer tests y ponérselos a otros perros. Todos los días hacen actividades pero siempre tienen un pequeño obsequio que los ayuda a estar motivados.

Felindra durante una sesión de electro estimulación.

Ahora es el turno de Felindra una pequeña gatita de seis meses que se cayó de un tercer piso. Sufre de tres fracturas diferentes y está paralizada de la parte baja de la cadera hasta las patas traseras. Es su cuarta sesión de electro estimulación; el objetivo es de conservar la masa muscular de su médula espinal para que pueda caminar de nuevo hasta que sus fracturas se hayan sanado por completo. Durante la sesión, sus músculos se contraen sin que ella sienta nada, solo sus reflejos son los que mueven sus patas.

Al terminar los quince minutos, el veterinario decide hacerla caminar. Felindra logra pararse en sus patas más bien que mal y toca decirlo, da mucha tristeza. Artem decide sin embargo llevarla a la caminadora seca. Después de diez minutos, se produce el milagro: con intervalos irregulares, las gatita logra apoyarse en sus patas traseras y alcanza a dar algunos pasos.

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Benji, operado recientemente de una hernia discal acaba de hacer su sesión de ultrasonido.

Por la tarde, otros pequeños pacientes desfilaron para venir a hacer su sesión de fisioterapia. Todos los animales que hemos visto están motivados y cooperan con las actividades. Es necesario tener en cuenta que no es siempre el caso –algunos van a flotar a la piscina, otros dejan que la caminadora acuática los mueva sin hacer ningún esfuerzo o simplemente se rehúsan a caminar sobre la caminadora seca.

Además, la rehabilitación animal solo se puede hacer si el dueño está decidido a ayudar de cualquier manera a su mascota porque el veterinario también le prescribe ejercicio al animal para hacer en la casa. Como los humanos, los resultados de la fisioterapia son variables según los individuos y las patologías. Sin embargo, en cuanto a todos los pacientes que tuvimos, cada uno ha hecho un progreso a su ritmo específico. Todos los dueños dicen que la fisioterapia es una alternativa que puede ser onerosa pero que genera sus frutos. De mi lado, ver a los perros chapucear en el agua durante todo un día, fue una de las cosas más tiernas que he visto.

Spoksube solo a la caminadora seca-según su dueña "a él le encanta".

First se entrena durante su sesión en la piscina.

El veterinario intenta hacer caminar a Felindra pero ella no logra pararse en sus patas traseras.