Una selección del mejor contenido que publicamos esta semana por si te perdiste algo.
Élite es la nueva sensación de Netflix. De nuevo, una serie española llega a la más alto de la plataforma de streaming (antes fue La casa de papel) y si algo la caracteriza, más allá de su trama, sus personajes, etc., es que en el momento en el que la empiezas, no puedes dejar de ver un capítulo tras otro. La ves del tirón. Ana Iris Simón ha intentado descubrir el porqué.
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El porno se ha convertido en la principal fuente de educación sexual, para bien y para mal. Cuando se trata de los orgasmos, de cómo son, de cómo se manifiestan esas sensaciones, también es el porno el que nos genera unas ciertas expectativas y unas formas de hacer (realistas o no). Para saber como viven los orgasmos en plató las actrices porno, Alba Carreres estuvo hablando con varias de ellas.
Pol Rodellar ha pasado una semana comiendo por menos de un euro al día, comiendo únicamente de máquinas expendedoras, comiendo comida cutre precocinada, comiendo comida del ejército… en fin, no sé, es un tío que sería capaz de sobrevivir a una hecatombe a base de chupar piedras y comer resina de los árboles. Esta vez lo que ha tocado ha sido comer comida de mazado de gimnasio. Porque aunque lo más probable es que Pol no vaya a pisar un gym en su vida, tenía que añadir la comida fit a su lista.
La no-palabra "mariconez", una cosa que se inventó Jose María Cano para meter una canción de hace 30 años que solo le importaba a los baby boomers españoles, desató una tormenta infernal en ese espacio demencial conocido como Twitter porque una concursante de OT quiso cambiarla para que no resultara ofensiva al colectivo LGBTQ. Lo mismo que la cagada en la Falange de otro de los concursantes. Obviamente, ambos tienen derecho a hacer lo que hicieron. El problema no es ese. El problema es cuando el debate político español gira alrededor de ello como si el destino de las Españas y de los españoles dependiese de un concurso de televisión. Una reflexión de Ana Iris Simón.
Laura Prieto es una fotógrafa española de 23 años que vive en Edimburgo. Como tantas otras españolas, tuvo que salir de su barrio de toda la vida para poder llevar a cabo sus proyectos vitales, pero cada vez que vuelve aprovecha para fotografiar su barrio y a sus amigos de toda la vida, en un intento por captar a través de su lente la situación de precariedad, inseguridad, desigualdad y falta de alternativas que atraviesan. Ella es de Iviasa, un barrio de Alcalá, pero sus fotografías podrían de ser de cualquier otro barrio periférico de una ciudad española, no solo por los paisajes, sino por lo que transmiten. Hablamos con ella para que nos explique mejor su proyecto.Suscríbete a nuestra newsletter para recibir nuestro contenido más destacado.