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—Chris, maestro de historia"Una vez el salón olía muy mal y por más que intentaba no podía descifrar quién había sido. Sabía que la peste venía de la mesa que estaba más lejos de la puerta. Tomé una nota rosa, escribí la palabra "evacuación" (en cursiva para que los niños no pudieran leerla ni entenderla), se la di a mi primer sospechoso y lo mandé a la dirección. El niño regresó con un "no" como respuesta en la nota de parte de la enfermera Vicky. Le di la misma nota a otros tres o cuatro niños hasta que encontramos al niño que se hizo popó y por fin descansamos de la peste.
—Sherry, maestra de primer año
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—Kathleen, maestra de inglés"Las sorpresas nunca se acaban para los maestros de educación especial. Algunos niños no entienden las reglas y otros lo único que quieren es romperlas. Una vez, cuando el grupo marchaba en fila para formarse con el resto de la escuela, una niña de segundo de secundaria tocó sin querer a Billy, uno de mis alumnos, y éste aprovechó para gritar en pleno auditorio: "¡Esta perra quiere darme por el culo!"."Es vital no ponerle mucha atención a los ataques negativos de los estudiantes con necesidades especiales porque hace que sigan buscando atención de forma negativa. Fue un reto para mí porque tuve que caminar como si nada hasta llegar al frente de la fila para preguntarle al niño "¿Qué pasa, Billy?"."Pasa que esta perra me está agarrando el culo"."En vez de regañarlo, opté por una medida alternativa: 'Ten, te doy 50 pesos. ¿Qué tal si te olvidas de esa perra y vas a la cafetería antes que todos? Ahí nadie te va a agarrar el culo'".
—Greg, maestro de educación especial
—Rob, maestro de inglés"Todos los miércoles empiezo la clase con una canción. Un día, los niños se veían un poco apagados, entonces les propuse que se pusieran a cantar en su mesa. Me imaginé que iba a ser como en la película La sociedad de los poetas muertos pero nada que ver. De pronto, unos niños se pusieron a bailar en las mesas mientras otros corrían y saltaban de una mesa a otra. Estaba seguro de que alguien se iba a romper la cabeza. Fue muy peligroso".
—Stephen, maestro de tercer año"Todos los años les pido a mis alumnos que escriban un discurso convincente sobre el tema que prefieran. Les pido escojan un tema que les interese mucho y que no se preocupen porque no hay parámetros en los temas. Este año, un estudiante escribió un discurso para convencer a la dirección que es necesario establecer una edad mínima para los maestros que contrata la escuela".
—Jillian, maestra de 23 años de edadSigue a Tess Barker en Twitter.