Publicidad
Publicidad
Relacionado: Este hombre siempre está borracho porque su cuerpo produce alcohol
Nos mantuvimos en contacto y siempre que iba a la ciudad le compraba tés; de vez en cuando me pasaba cosas que estaban muy fuera de mi presupuesto. Fue muy estimulante poder echar un vistazo a lo mejor del té, a esos aromas etéreos que no tenían análogo terrenal, pero también fue bastante deprimente darme cuenta de qué tan bajo había estado. Después me contó que estaba a punto de regresar de Asia con algunas cosas raras. "Te garantizo que no vas a encontrar una probada de este calibre en ninguna otra parte de Norteamérica", me dijo. Le hice mi carita de perro triste y dijo que estaba bien, que podría ir, pero prohibió las cámaras y otro tipo de parafernalia periodística. La primera regla del Club del Té es que nadie habla del Club del Té. "¿Puedo tomar notas?", pregunté. "Todos toman notas", respondió.En la tienda de K, las mesas estaban atiborradas con blocs de notas, paquetes de té y una loca cantidad de teteras: algunas eran triangulares, otras de vientre pesado, otras de hierro, otras de barro. Todas eran minúsculas frente a nuestros ojos occidentales. El té verdadero es lo que el expreso al Nescafé. En minúsculas teteras se mete un puñito de hojas para crear pequeños, pero intensos brebajes. Después de unos golpes, tu cabeza empieza a dar vueltas.Para nuestra primera taza tomamos un Bi Luo dorado ("caracol de primavera") de Yunnan, China. Pusimos las teteras en cajas bajas de madera con tapas de reja de madera y las llenamos de agua hasta el tope, luego aplastamos las tapas para que el agua se desbordara por los lados y a través de las tablas. Estaba rico y maltoso, pero todos contuvieron sus alabanzas: apenas estábamos calentando.
Publicidad
El Club del Té generalmente termina con los pu'er. La mayoría de los tés resultan mejores entre más frescos sean, pero los pu'er son mejoran con la edad, lo que los hace coleccionables. En China, los "pasteles" de pu'er , pequeños discos del tamaño de un pequeño frisbee, se compran y venden como si fueran obras de arte. En primavera apareció en Vancouver un disco de pu'er muy raro de 1910 en 600 mil dólares.Un tipo que se parece a Gérard Depardieu que escribe las poéticas descripciones del catálogo en línea de K cultivó un Dayi 1996 lleno de la energía de una cueva mohosa. Era como una película de Werner Herzog. Como todos los pu'er, éste está valuado tanto por su chi —o energía vital— como por su sabor (cuesta 15 dólares el gramo, por si te interesa). "Con los buenos tés siempre busco esa sensación especial", dijo. Los occidentales saborean del cuello para arriba, pero en Asia saborean con todo el cuerpo."Está bueno", dijo K, sintiendo el chi recorriendo su pecho.El doble de Depardieu, que da seminarios por todo Montreal sobre mezclar té con whiskey, abrió una botella de bourbon Evan Williams Single Barrel 2003 y lo mezcló con un oolong Bai Hao asado 1976 que nos hizo caer rendidos. Estaba muy adentro de la caverna, haciendo libres asociaciones como esquizofrénico, ciertas manchas de significado punteaban mi consciencia y de repente se formó una teoría en la pared de la caverna. Me di cuenta de que el té no funciona como el vino o el café, donde el sabor es como un edificio hecho de bloques de compuestos, como una catedral: mientras más complejo, más impresionante. Es más como un espejo de agua al que cada vez te acercas más y más sin ver nada, y de repente el viento se detiene y las ondulaciones te tranquilizan y respiras mientras el cielo te guiña el ojo.Me volteé para contarle mi revelación a mis compañeros, pero las teteras ya estaban hirviendo para otra ronda. Aún quedaban algunas horas de noche y mucho té por tomar. Mientras el sol alumbraba Yunnan, encendiendo un trillón de cloroplastos en las terrazas de los cerros, K llenó su tetera con algo extraño y potente —no supe qué— y del barro salían hilos de vapor mientras vaciábamos nuestras tazas y poníamos a prueba nuestros límites. Sabíamos que tarde o temprano llegaría la luz.La primera regla del Club del Té es que nadie habla del Club del Té.