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Salud

Hablamos con gente obsesionada con beber agua

"Me jodería que el agua me dañara la salud cuando me cuido en todo lo demás. Sería un poco chiste de Lepe".

Yo ya me había dado cuenta de que algo ocurría. De que no podía pasear durante mucho rato sin entrar a un bar para mear, ignorando el cartel de "Servicios para uso exclusivo de clientes". De que en los conciertos era la única que se perdía unas cuantas canciones por estar en el servicio y no era precisamente con fines psicotrópicos, sino fisiológicos.

De que me levantaba al váter, de media, unas cuatro veces más que mis compañeros de oficina, de que cuando comía con alguien de confianza le acababa robando el vaso de agua y de que cuando iba a un súper y no llevaba una botella de agua encima tenía que comprar una y bebérmela casi entera antes de llegar a la caja. Por sistema.

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Pero le echaba la culpa a mi fisionomía. Sospechaba que, midiendo 1,50, por lógica aplastante, mis riñones y mi vejiga eran más pequeños que los del resto y por eso meaba más, mucho más que el resto. Me di cuenta de que mi lógica aplastante había fallado, como de costumbre, la primera vez que alguien una compañera de curro me dijo que parara de beber agua, que llevaba dos botellas de litro y eran las 11 de la mañana.

Mi potomanía me llevó a fijarme en otra gente. En otra gente que también tenía la boca constantemente seca y llegaba a beber cuatro o cinco litros diarios, como yo. O como Lucía, que tiene 23 años y que "cuando escucho que la recomendación son unos 2 litros de agua al día siento que si bebiera eso me deshidrataría. Los días que siento que no he bebido mucha agua me duele la cabeza".

Cada día, cuando termina de desayunar, ingiere más de un litro. "Después tengo que esperar a ir al servicio antes de salir de casa, porque si salgo sé que seguramente haga medio trayecto meándome mucho", dice. Cuando come con su familia sacan una botella para ella y otra para el resto, "Mi madre está preocupada. Me pide que no beba agua del grifo por si pudiera repercutir a mis riñones", comenta.

beber mucha agua es un problema

Imagen vía Pixabay/CC 0

Jose, que tiene 25 años y calcula que bebe más de cuatro litros diarios de agua sabe exactamente cuando empezó su obsesión. "Fue hace poco más de dos años. Tuve un trastorno alimenticio bastante gordo y sustituía las comidas con agua. Bebía antes de comer, si quería picar entre horas me hinchaba con agua (a veces caliente) para no hacerlo, me ponía retos para beber más porque pensaba que cuanto más bebiese menos hambre tendría y engañaría el estómago… llegaba a beber una botella de 2 litros antes de cenar con amigos para no tener que comer", cuenta.

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"Un día una compañera de trabajo me dijo que se había fijado en que había rellenado la botella en la fuente del baño por tercera vez. Era de dos litros. Trabajaba en una tienda en el turno de tarde y eran sólo las siete", añade Jose.

"Hay que diferenciar entre las personas que beben agua de manera desmesurada para restringir la ingesta de alimentos, que seguramente tengan un trastorno alimenticio y deban que acudir a terapia y las personas que beben mucho líquido sin ninguna intención, simplemente porque tienen sed o porque tienen el hábito de hacerlo", cuenta la nutricionista Júlia Farré, fundadora del centro de nutrición Júlia Farré de Barcelona.

El segundo es el caso de Ari, de 24 años. "Siempre he bebido mucha agua. De pequeña para comer me apartaban el vaso porque bebía mucha agua comiendo y dicen que es malo, y además me llenaba y luego no me acababa la comida. Creo que siempre he sido así: sedienta", comenta.

La sed es una sensación que se estimula. Una persona que nunca bebe agua te dirá que nunca tiene sed cuando eso no es verdad, deja de mandar esa señal al cerebro. Sin embargo cuando bebes mucha, pasa al revés

"Sí, beber mucha agua durante las comidas es malo", aclara la experta en nutrición. "Lo que ocurre es que si la ingesta de agua es grande se diluye el ácido clorhídrico del estómago, que ayuda a hacer la digestión. Si le pones mucha cantidad de agua ese ácido hace su función más lentamente, con lo que se ralentiza la digestión", explica.

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"El problema es que la sed es una sensación que se estimula. Una persona que nunca bebe agua te dirá que nunca tiene sed cuando eso no es verdad. El cuerpo, en la medida en que no se le estimula, deja de mandar esa señal al cerebro, deja de reclamar agua. Sin embargo cuando bebes mucha agua, pasa al revés, siempre tienes más sensación de sed", añade Júlia Farré.

Algo que no le ocurre a poca gente, como a Daniel, de 26 años. "Si no bebo agua cada cierto tiempo siento que tengo la boca pastosa, que estoy incómodo y que la necesito", cuenta. "Sobre todo en el trabajo, donde paso horas y horas enfrente de un ordenador, no puedo evitar beber constantemente. ¿No era bueno beber mucha agua? pues eso hago", se ríe.

Respecto a la leyenda urbana de que "hay que beber mucha agua", de que nunca está de más un vaso, Júlia Farré comenta que "cuando se dan recomendaciones de salud de cara a la población, siempre se hacen respecto a lo que hace la mayoría. Y como la mayoría de la gente no se hidrata lo suficiente, se tiende a pensar que cuanta más agua bebamos, mejor, algo que no siempre es correcto. Hay personas que, dependiendo de su actividad física, de su fisiología y de su alimentación, se bastan con un litro de agua y hay otras para las que dos no son suficientes", afirma la doctora. "Y nunca hay que perder de vista que todo en exceso es perjudicial, incluso el agua", concluye.

El riesgo más evidente de excederse con el agua, sin llegar a extremos como la hiporetmia asociada al ejercicio que se ha diagnosticado a deportistas de élite y en los que la sobrehidratación produce un desequilibrio hidroelectrolítico, el aumento de la presión intracraneal, náuseas, cefaleas vómitos, confusión mental o incluso el coma, es la desmineralización.

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Hay personas obsesivas que canalizan su obsesión en beber agua como podrían volcarla en cualquier otra cosa

"Cuando bebes mucha cantidad de agua y no ingieres azúcares ni sales minerales todo lo que vas perdiendo a través del sudor, de la transpiración, la respiración y la orina no se estás reponiendo, así que te estás deshidratando. El estado de hidratación no depende solo de la cantidad de agua que bebas sino de los azúcares que ingieras, así que ingerir solamente una gran cantidad de agua puede llegar a deshidratarte", comenta la nutricionista.

"En ese sentido", añade, "hay que tener en cuenta también la alimentación de cada cual. Una persona que se alimenta a base de frutas y verduras tiene una ingesta de agua mediante esos alimentos que no tiene alguien cuya dieta se base en bocadillos, pizzas y precocinados, que sin embargo sí que ingiere una gran cantidad de sal. Por eso los segundos necesitarán beber mucha más agua que los primeros ", añade Farré, y puntualiza que "también hay que tener en cuenta el factor psicológico en las personas que beben demasiada agua (más de 4 o 4 litros y medio al día)".

"Hay personas obsesivas que canalizan su obsesión en beber agua como podrían volcarla en cualquier otra cosa". Y quizá eso me ocurre a mí, que no puedo entrar en un súper y no comprar agua y quizá eso le ocurre a Ari, que cuando en una cena en grupo oye que van a pedir "dos botellas de agua para compartir" empieza a ponerse nerviosa calculando que solo tendrá un vaso y medio para ella. O a Jose, que tiene que pedir agua cada vez que va a un bar y pide que le sirvan un café o una caña o un refresco.

La solución pasa por reducir la ingesta y dejar de obsesionarse con beber agua llegado el caso. "Yo he tenido pacientes que bebían cinco y seis litros de agua al día y no era por una cuestión física sino mental. Llegados a este punto lo que hay que hacer es reducir el consumo, pero reducirlo poco a poco, porque como hemos apuntado antes la sed es una sensación que se estimula", concluye la nutricionista. Algo que no siempre es fácil.

"No me había planteado beber menos agua porque al final mi cuerpo me lo pide ¿no? Aunque me jodería que el agua me dañara la salud cuando me cuido en todo lo demás, sería un poco chiste de Lepe", dice Ari, que entre las 8 y las 9 de la mañana hay días que ya se ha bajado más de un litro de agua.

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