Esta carnicero abraza a sus cerdos antes de matarlos

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Esta carnicero abraza a sus cerdos antes de matarlos

La mayoría de los carniceros prefieren a sus cerdos muertos cuando entran a la tienda, pero un carnicero holandés prefiere a sus cerdos vivos antes de convertirlos en jamón.

La mayoría de los carniceros prefiere a sus cerdos muertos y despedazados cuando entran en su tienda. O los prefieren dorados, acostados a un lado de papas rostizadas y verduras asadas. Pero Gerard Zwensloot, de la carnicería de libre-gama Zwetsloot en Holanda, tiene ideas completamente diferentes y únicas. En su tiempo libre de la venta de chuletas de carne y embutidos, abraza a sus cerdos. O los lleva a dar un paseo.

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"¡Vamos chicos! Jack y Jill!" Grita Gerard mientras sus dos lechones caminan en la calle.

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Todas las fotos por Frans Blokhuis. Gerard con su mascota.

Los cerdos fingen no escuchar nada. "Maldita sea, ahora voy a tener que correr yo también", suspira Gerard. Ahí va el buen hombre corriendo por las calles de Kamerik, persiguiendo a las dos criaturas audaces con sus panzas decadentes e hinchadas. Los peatones no se inmutan. En Kamerik, todo el mundo está familiarizado con esta escena. "Cuesta trabajo mantener a los cinco juntos", dice Gerard, entre jadeos, a su regreso. "Pero me gusta llevarlos a dar un paseo. Eso me da placer y quiero que tengan una buena vida". "Asegúrese de cerrar la puerta porque hay cerdos en libertad", señala el letrero en frente del patio de Gerard. Cuando lo atravieso, entro en un patio adaptado a las necesidades de los cerdos, incluyendo grandes jaulas abiertas y barracas. Escucho gruñidos complacidos a mi alrededor Gerard lleva a sus cerdos a todas partes, desde a la calle comercial Kalverstraat hasta la playa. "Deberías ver las caras de las personas, ¡es muy gracioso! Una vez fuimos a tomar una copa en uno de esos negocios en la playa", dijo. "Me llevé tres cerdos y eran enormes. Nos sentamos y les dejamos de prestar atención por un segundo. Olieron la comida y se subieron a la baranda del balcón para visitar a otros comensales. ¡Se estaban comiendo la comida del plato de una personas! Nos reímos muchísimo. Los demás clientes estaban paralizados, con platos encima de sus cabezas".

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Gerard también ha sido víctima de las travesuras de sus cerdos. "Uno se cayó en una zanja una vez porque estaba cubierta de lenteja de agua", nos comparte. "Quería sacarlo del agua con una cuerda, pero de pronto la bestia me arrastró al agua. Quedé cubierto en dragado y fue increíblemente asqueroso. Mientras yo estaba ahí en el agua, él nadó con calma hasta la orilla y salió". Gerard se empieza a reír. "Cuando llegué a casa, quería quitarme la ropa sucia lo más rápido posible. Me quité la ropa en el granero y caminé hacia la casa desnudo. En ese preciso momento, ¡un grupo de niños caminaba por la calle! 'Mira, ¡ahí está el carnicero en su traje de cumpleaños!'" Para algunos, se tratan de historias salidas directamente de un libro para niños, pero le falta el final feliz. En el final de Gerard, todos estos lechones terminarán a la venta en un mostrador, chuleta tras chuleta. "A lo mejor Billy no", explica Gerard mientras señala a un pequeño cerdo rosado. "Es tan dulce. Tal vez lo mantendremos toda su vida, pero no estamos completamente seguros. Esto significa que hay que comprometerse con él por lo menos diez años".

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Estos no son los primeros cerdos que Gerard cría. Una y otra vez se enfrenta al mismo dilema: ¿debe permitir que cada cerdo viva? ¿o los debe masacrar? "En cuanto le pones un nombre, te apegas a él. Es irracional y poco natural, pero también es algo humano. Es algo que hacemos entre nosotros", explica Gerard. El agricultor de quien vino Billy lo descartó por completo porque estaba bajo de peso y era el pequeño de la camada. "Puede que pese poco, pero yo podría lograr que pese fácilmente unos ciento cincuenta kilos. Además, puedo darle toda mi atención". El agricultor ni siquiera le dio heno al pequeño Billy para que se recostara. "En esas jaulas vacías, ellos pasean de un lado a otro nerviosamente todo el día. Ese agricultor no puede cambiar las cosas porque los consumidores solo piensan en el dinero que gastan. Las empresas le dan a la gente el equivalente a su dinero, los agricultores pagan el precio y los cerdos son víctimas de estas circunstancias". Gerard está convencido de que ese ambiente se puede probar en la carne, por lo que está convencido de que los cerdos que cría saben increíblemente ricos. "Yo puedo darle todo mi tiempo, amor y atención a estos cerdos. Un cerdo feliz sabe mejor. Compáralo con el pastel de manzana. Los del supermercado se hacen por miles y no saben muy bien, pero el pastel de manzana casero… es incomparable".

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En 2010, el documental

Divine

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trata del carnicero y sus cerdos de mascota. En el documental, Gerard sigue a su cerda amada, Dorus, toda su vida hasta el momento en que se despide de la criatura y se la come. "Todo el mundo conocía a Dorus –incluso Matthijs van Nieuwkerk. Lo conocí en el Festival de Cine Holandés al que asistí por el documental. Antes del estreno me dijo: "No me digas que Dorus muere. ¡Nunca te volveré a hablar!"

No es la primera vez que Gerard obtiene este tipo de respuesta. "No lo entiendo. Los clientes de mi carnicería de libre-gama piensan que es normal que un cerdo sea masacrado, especialmente después de haber tenido una vida feliz. Pero los supermercados siempre piensan que esto es algo raro. Creen que la carne proviene de una fábrica y que la leche proviene de una caja de cartón. ¡Masacrar a un animal después de ponerle nombre no es algo que se haga!"

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Los cerdos de Gerard que se convertirán en jamón.

Caesar, el compañero de Dorus, apenas si se escapó de la muerte. "Lo acompañé al lugar donde sería masacrado", comparte Gerard. "Pero se dio cuenta de a dónde íbamos y se negó a dar un paso más. Llamé a mi hijo poco después y llegó con un remolque de ganado. Caesar se volvió completamente loco cuando lo colocamos ahí. Caray, prácticamente rompió las puertas. Le llamé a mi esposa y decidimos vender a Caesar a la Promised Pig Land de Dafne Westerhof, un lugar donde los cerdos son mimados y envejecen. Dafne recibe fondos de las personas que simpatizan con su causa y cree que soy un torturador de animales".

A Gerard le gusta discutir con estas personas. "Mira, mis cerdos también pudieron ser criados por la industria bio. Allí habrían sido masacrados después de cuatro meses. Aquí viven al menos tres veces más y tienen una mejor vida. ¿Por qué eso me hace a mí un torturador de animales?"

Billy

Gerard y Billy salen por un paseo.

Cuando Gerard carga a Billy, el griterío es ensordecedor hasta el punto que casi entiendo la postura de los adversarios de Gerard. Y aún así, está claro para mí que Billy no tiene nada de qué quejarse.

Si es realmente cierto que un cerdo sabe mejor cuando ha tenido una vida feliz, entonces las salchichas de Billy deben ser una delicia. Quizás Gerard debería reflexionar sobre esto otra vez.