FYI.

This story is over 5 years old.

Fast Food Week

La salsa de tomate es el peor condimento

Nuestra directora culinaria tomó una posición.
Foto vía usuario de Flickr Javier Webar 

Este artículo fue publicado originalmente en Munchies, nuestra plataforma dedicada a la comida.

A la mierda con tu salsa de tomate casera. Vamos a tomarnos unos minutos para reconocer que no es tan buena. Es demasiado dulce, no tan suave como quisiéramos y el color es muy opaco.

Igual soy una idiota amante de Heinz (y es verdad.) Heinz es la marca de referencia para la salsa de tomate. Entra a cualquier restaurante de comida rápida, estadio o cafetería y ahí estará, empaquetada en esas pequeñas bolsitas rojas y blancas imposibles de abrir o podrás encontrarla en la estación de condimentos, lista para salir de un tubo, junto a la mostaza o la mayonesa, esperando a que la riegues sobre tu hamburguesa.

Publicidad

Pero si soy completamente honesta —y me gusta pensar que lo soy— no me gusta la salsa de tomate para nada. Es el peor condimento. Puedo comer mayonesa o mostaza, o una salsa mil islas cualquier día (P. D. ¿Sabías que la Salsa Mil Islas recibe su nombre porque los pequeños trozos de ingredientes son como islas?). Entonces, la salsa de tomate se puede ir yendo a la mierda.

Puede que sea solo yo. Recuerdo mis vacaciones de infancia donde me la pasaba en la casa de mis abuelos en Massachusetts. Pasaba las mañanas viendo televisión mientras comía cereal Rice Krispies (el único cereal sin tanta azúcar, ¡qué suerte!), aunque de vez en cuando me sentaba con los adultos a comer huevos. Una de esas mañanas, luego de comer un plato de huevos revueltos, vomité ahí mismo sobre la mesa.

Desde ahí, no me aguanto los huevos revueltos.


Lea también:


Un poco más adelante, cuando tenía 16 años, cuidaba a un par de niños. Normalmente, sus padres tenían cordon bleu congelado y podía calentarlo en el microondas. A veces eran macarrones con queso (esos individuales, también para microondas). En ese entonces no era cocinera.

Una noche, uno de los niños —no recuerdo cuál— me pidió que preparara huevos. Recuerda, no cocinaba nada. Pero lo intenté. Revolví unos huevos. ¿Qué tan difícil podía ser? Nada, en realidad. Pero lo que me asustó fue que me pidieron salsa de tomate para sus huevos.

¿En serio?

No me podía dar más asco. O sea, como dije, no me gustan los huevos y no me gustaba la salsa de tomate.

Pero mi curiosidad sacó lo peor de mí y pensé que tal vez la salsa de tomate podía enmascarar el horrible sabor (y olor) de los huevos. Pero, sobre todo, tenía curiosidad por ver si podía cocinar, creo.

Entonces probé los huevos con esa cosa. Y, ¿sabes qué? Sabían bastante bien. En verdad me gustó. Realmente me gustó. ¿Por qué saben tan bien los huevos con salsa de tomate? No tengo idea, pero te diré algo: Este momento histórico en mi vida quizá fue lo que me impulsó a cocinar.

Entonces, en conclusión, gracias Heinz, por inspirarme a convertirme en chef. Ah, y no lo olviden: nunca jamás preparen salsa de tomate casera.