FYI.

This story is over 5 years old.

Comida

Poner comida sana al alcance de la gente no cambia sus hábitos alimenticios

Un grupo de investigadores hizo una prueba en dos tiendas de Los Ángeles, los asesoró y llenó sus estanterías de frutas y verduras. Con tristeza no obtuvieron los resultados esperados.

Los malos hábitos alimenticios en zonas de bajos recursos usualmente se atribuye a la falta de acceso a los alimentos sanos. Dejando de lado las tiendas de abarrotes móviles y las soluciones tecnológicas, la cuestión principal es que no hay incentivos económicos para las tiendas de abarrotes o de conveniencia para proporcionar buena comida a los vecinos residentes.

Si bien podría ser tentador asumir que la gente en vecindarios pobres compraría alimentos sanos si fueran accesibles en las tienditas de la esquina, la triste realidad es que probablemente no sería así, por lo menos según una nueva investigación de la Universidad Drexel.

Publicidad

LEER MÁS: Cómo evitar la desaparición de las tiendas de abarrotes en México

En un estudio reciente, un equipo de investigadores de la Escuela de Salud Pública de Drexel le facilitó a dos tiendas del este de Los Ángeles mejores estanterías, capacitación y mercadotecnia en redes sociales, así como también más frutas y verduras. Tristemente, no obtuvieron los resultados esperados. A pesar de ser capaces de proporcionar recursos que de otra forma no estarían disponibles en zonas de bajos ingresos, muy poco cambió en los lugares estudiados por el equipo.

"Dado el apoyo económico y técnico ofrecido a las tiendas, es muy desconcertante no haber observado cambios reales en la compra de alimentos o en la dieta a nivel de la comunidad", dijo el autor en jefe Alex Ortega en un comunicado de prensa. "Este no es un buen pronóstico para acciones futuras que son capaces de proporcionar menos recursos a las tiendas".

La intervención del equipo parece que no tuvo ningún impacto significativo en la percepción de los residentes sobre la comida sana considerada como muy cara, ni provocó un aumento en la compra de frutas y vegetales. Ante estos resultados, Ortega supone que el problema de los "desiertos de comida" (o pantanos, como se les llamó aquí), va más allá de lo que hay en los aparadores.

"Siempre es decepcionante cuando una intervención que tiene sentido intuitivamente no tenga los efectos deseados", concluyó Ortega. "Pero los resultados de la evaluación son útiles para la planeación de políticas y programas, porque queremos ser capaces de distribuir el dinero destinado a la salud pública tan efectiva y eficientemente como sea posible".

De cualquier forma, si observas el comportamiento de los niños ricos, se puede afirmar que el amor de Estados Unidos por la comida chatarra trasciende las barreras económicas.

LEER MÁS: Derribando el mito de que la comida sana es muy cara