Las dulcerías mexicanas son un Disneylandia para los adultos

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Las dulcerías mexicanas son un Disneylandia para los adultos

Los mexicanos amamos los dulces — aunque no todos tienen sabor dulce, la mayoría son ácidos y picantes—; por eso, las dulcerías son un paraíso, y no solo para niños.

"¡Mira! ¡Yo si voy a comprar!", dice una señora que mira fijamente a las galletas de puerquito a través de la ventana. Sonríe. Deja a su compañera y entra a la Dulcería de Celaya, en la Ciudad de México.

Es sábado por la tarde y la dulcería, una de las más antiguas del país, está repleta. Algunos se comen los dulces solo con la mirada, otros, todos adultos y sin niños, no se resisten y compran. Aquí hay dulces tradicionales de todas las regiones del país: jamoncillos, obleas, merengues, frutas cristalizadas, ates…la lista es larga. Yo estoy aquí por una sola cosa: cocadas y limones rellenos de coco, dos de los más populares dulces tradicionales de México. Mientras espero, platico con los otros clientes.

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'Puerquitos': galletas de piloncillo y canela. Foto de Matthieu Dahirel. Dulcería Celaya. Foto de Matthieu Dahirel.

"Me gustan las cosas diferentes, como los lazos de membrillo", me dice un señor de 52 años. "De niño comía mucho ate de membrillo. La primera vez que lo probé fue en Ixtlahuacán de los membrillos, camino a Chapala, ahí se dedican a vender ate de membrillo en diferentes formas. ¡Es delicioso! Hay uno que es granulado y es delicioso si te lo tomas con un vaso de leche fría. Es la cosa más deliciosa que te puedes comer, es acidito y dulce".

La mayoría de los clientes se consienten con dulces que no han probado antes, otros andan buscando ejemplares que no han vuelto a encontrar en años, y otros más vienen nada más por nostalgia. "Mi mamá es de Mérida y allá hay un merengue parecido a los de aquí", me cuenta una señora de 64 años mientras admira los 'Suspiros', en los anaqueles. "Definitivamente no es el mismo, ése [el de Mérida] es el que anhelo comer ahorita, pero me conformo con éste [el de México]".

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'Moreliana': sándwich de obleas relleno de cajeta. Foto de Carlos Castillo.

Extrañamente, no todos compran. Muchos están ahí nada más para admirar la variedad, para platicar anécdotas. Sonríen de oreja a oreja, pero se hacen de la boca chiquita y se van con el pretexto de que "a su edad ya no pueden comer de todo". Los intrépidos compran y comen ahí mismo. Los dulces convierten en niño a cualquier persona, de cualquier edad.

"Mi papá nos traía de chiquitos. Éramos 7 hijos. En ése entonces, cuando salíamos de esta dulcería nos sentíamos ricos, pensábamos que salíamos con una riqueza incalculable, con una maleta llena de dulces", me dice un señor de 37 años. "Por eso regreso. Siempre que vengo aquí me llevo una 'Aleluya de almendra', para recordar".

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'Glorias': dulce de cajeta con nuez. Foto de Carlos Castillo.

Celaya es la primera dulcería en la que uno piensa cuando se habla de dulces mexicanos. Quizá porque es la más antigua, porque está bien surtida o porque es famosa entre los turistas; sin embargo, no es la única. El mercado del dulce, en La Merced, es un paraíso para los glotones —y los comerciantes de golosinas—.

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'Porticos' y 'Pulparindos' en La Merced. Foto de Matthieu Dahirel.

Los dulces que se venden acá son producidos en México, por pequeños o grandes productores y viven en las tienditas de abarrotes, no tanto en el súper. Algunos otros no están ni empaquetados, sino preparados por los propios locatarios, como las gomitas bañadas en mezclas de salsas picantes y chamoy, que exhiben en cubetas de colores para satisfacer al típico antojo del mexicano amante del chile.

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'Tamborcitos', 'Pelón Pelo Rico' y otros dulces mexicanos. Foto de Carlos Castillo.

Para mí esto es un madrazo de nostalgia. Todos los dulces de mi infancia están aquí: 'Cazuelas', 'Tamborcitos', 'Picafresas', 'Brinquitos', 'Miguelitos', 'Cachetadas', 'Pirulines', 'Selz Soda', 'Palelocas' —locas, porque son ¡dos paletas en una!—. "Me da un poco de todo, por favor".

A pesar del flujo constante y pesado, los tenderos son rápidos y amables al atender. Pienso que yo estaría igual de feliz si trabajara en una dulcería, pero algunos me dicen que su gusto por los dulces se ha esfumado por completo, ya que viven rodeados de ellos, diario. Otros, como doña Letty, quien parece estar en un rush de azúcar permanente, se rellena a sí misma de dulces todos los días. "¡Ah!, ¡no manches! Llevo trabajando aquí toda la vida", me dice. "Aquí, en La Merced, desde pequeñita. Tengo 59 años, tenía 5 cuando mi mamá nos puso a trabajar a todos los hermanos. ¡Quiúbole, mijo!", se interrumpe para saludar a uno de sus clientes, mientras despacha a otros tres más y platica conmigo. "¡Uy! [Mis favoritos] son los 'Tomy', los del osito! —dulces de leche, tipo cajeta, con cacahuate—. Fueron de los primeros de la fábrica Montes y me encantan".

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'Tomy': dulce de cajeta con cacahuate. Foto de Matthieu Dahirel.

"El 'Portico' lo comía cuando era niño, solo que antes era más picosito y me gustaba esa sensación que duraba y duraba", me cuenta uno de los clientes de Letty, mientras espera su bolsa de mazapanes y paletas 'Payaso'.

No sé cuánto tiempo estuve aquí. La dulcería es como un museo, pero más divertido. Hay horas de diversión aseguradas. Me paseo viendo las paletas de mango, las de cerveza, las de elote, las de semáforo, las de forma de pollo asado, los 'Duvalines', las alegrías, los amarantos, los polvos agridulces de todos los colores, las glorias, los checolines, las 'Pecositas', los chiclosos…

Nada me impide probarlos todos. Ni siquiera la edad. No aún.

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'Cazuelas': dulce de tamarindo con chile. Foto de Carlos Castillo. Mazapán: dulce tradicional mexicano hecho de cacahuate. Foto de Carlos Castillo.

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Cocada. Foto de Carlos Castillo. Obleas. Foto de Carlos Castillo.

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Paletas de elote, cerveza y mango enchilado. Foto de Matthieu Dahirel. Limón cristalizado relleno de coco. Foto de Matthieu Dahirel.

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Gomitas con chamoy y salsas picantes de distintos tipos, en La Merced. Foto de Matthieu Dahirel. Merengues en Dulcería Celaya. Foto de Matthieu Dahirel.

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'Lazos de membrillo'. Foto de Matthieu Dahirel. 'Checolines' —dulces de tamarindo— y caramelos macizos en La Merced. Foto de Matthieu Dahirel.

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Gomitas en forma de bebé y gomitas en forma de Mickey y Minnie Mouse en La Merced. Foto de Matthieu Dahirel. 'Bolas de anís' en La Merced. Foto de Matthieu Dahirel.